Alejandra quien a sus 5 años fue alejada de su padre por el echo de ser la hija de una empleada y nacida fuera del matrimonio. La quiso proteger de la humillación y del maltrato, la llevó a vivir a Colombia con su familia materna. La cuido y velo por ella desde la distancia sabiendo que era la hija de su gran amor. Después de 20 años creció como una hermosa mujer, educada y valiente. Una hermosa joya... quien será la presa de un delicioso hombre que la absorberá y amará hasta que sus vidas se apaguen.
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Mensajero
Madrugada. Suite de Callahan.
Abrió la puerta con una sonrisa torcida, como si llevara en el bolsillo un secreto que nadie más podía tocar. Se quitó la chaqueta sin prisa, aún con la sensación del perfume de Alejandra en sus manos. Dejó las llaves en la mesita de entrada y se deshizo de los zapatos antes de tirarse de espaldas en la cama. Su cuerpo seguía vibrando, como si ella lo hubiera marcado. Cerró los ojos con una sonrisa idiota que no le recordaba desde hacía años. Se quedó dormido pensando en su risa, en el calor de su piel, en cómo lo miraba. Maldita sea, pensó. Esto no estaba en el plan.
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A la mañana siguiente.
— Buenos días, señor Callahan. — La voz de Miles sonó firme en el auricular. [Llamada telefónica]
Callahan estaba de pie frente al ventanal de la suite, con una taza de café en la mano, sin camisa, el pantalón aún desabrochado y el rostro sereno.
— Nunca pensé que una ciudad como esta pudiera dejarme así de jodidamente feliz. — Murmuró antes de tomar un sorbo.
— Me alegra que se haya relajado, señor, pero hay cosas que atender. Usted sabe que su ausencia en la sede no puede prolongarse demasiado. Ya van dos días. Si estamos en Colombia más de cuatro, todos comenzarán a cuestionarse, Smith podría sospechar su ubicación, y con eso, comprometer la operación. — Callahan giró lentamente, dejando el café sobre la mesa.
— Sí. Lo sé.
— Además, — Añadió Miles. — si Smith intenta contactar a su hija y lo ve cerca de ella, perdemos todo. No es conveniente que los vean juntos. Ni una sola vez más en público. Usted ya obtuvo lo que quería, ¿Cierto? — Callahan no respondió de inmediato. Miró su reflejo en el vidrio. Lo que quería. Qué maldita palabra.
— Un día más. — Dijo por fin, sin permitir réplica. — Solo uno más. Y después nos vamos. — Miles respiró hondo del otro lado. Sabía que no iba a ganar esta batalla.
— Uno más. Eso es todo, señor. — Callahan colgó. Caminó hasta el baño, murmurando para sí:
— Uno más. Para verla. Para tocarla. Para asegurarme de que cuando me marche… no la voy a poder olvidar.
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Mediodía. Oficina de Alejandra.
El sonido constante del teclado, el teléfono sonando intermitentemente, y la voz de sus compañeros llenaban el ambiente. Alejandra estaba concentrada en revisar un informe cuando tocaron la puerta de vidrio de su oficina.
Era un mensajero.
— ¿Señorita Alejandra? — Preguntó, con una sonrisa amable. Llevaba un ramo elegante de flores blancas y lavanda, perfectamente arreglado, con un pequeño sobre entre los tallos.
Ella frunció el ceño, extrañada, pero asintió.
— Sí, soy yo. — El hombre se lo entregó y se fue sin más.
Alejandra cerró la puerta con el codo, aún con el ramo en brazos. Se sentó y lo observó unos segundos, divertida y confundida. No había tarjeta con remitente, pero sí una pequeña nota, escrita con letra firme, masculina.
“Me encantas. —Noah”
Sus labios se curvaron sin querer. Fue una sonrisa leve, como si no quisiera admitirla del todo, pero allí estaba. Miró las flores otra vez. Sintió un cosquilleo en la espalda, como si el recuerdo de sus manos todavía la tocara.
Suspiró, se pasó una mano por el cabello y volvió a concentrarse en el informe frente a ella, aunque no pudo evitar mirar el ramo cada cierto tiempo.
Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe.
— ¡Ay, no! ¡NO ME DIGAS QUE SON DE ÉL! — Exclamó Camila, con los ojos como platos.
Venía con una carpeta en la mano, pero claramente eso no era lo que le interesaba.
— Buenos días para ti también. — Murmuró Alejandra, tratando de contener la risa.
Camila se acercó, olfateó las flores con un suspiro dramático y se dejó caer en la silla frente al escritorio.
— ¿Te escribió? ¡Dime que te escribió algo! ¿Fue él? — Alejandra levantó la notita sin decir palabra, y se la mostró. Camila soltó un chillido ahogado. — ¡Ay, por favor! ¡Esto está mejor que Netflix! — Rió, dejando la carpeta a un lado y cruzando las piernas como si se quedara a vivir ahí.
— Camila... — Advirtió Alejandra, aunque no podía borrar esa sonrisa tonta que le quedaba en el rostro.
— No me mires así. Sabes que me encanta verte así. ¡Estás brillando! — Dijo, más sincera esta vez. — Y sí, ya sé que no es que no salgas con nadie, pero este tipo... este tipo huele a peligro sexy. Me gusta. Me gusta mucho para ti. — Alejandra suspiró, como si quisiera quitarle peso al asunto.
— No es nada... Fue solo una cena. — Camila le guiñó un ojo.
— Una cena con ramo de flores al día siguiente. Ajá. Solo una cena. — Ambas rieron, y por un momento, el estrés del día desapareció entre perfume floral y sonrisas cómplices.
Más tarde, ese mismo día.
Alejandra tenía el celular entre las manos desde hacía varios minutos. El mensaje que estaba a punto de enviar no era difícil, pero igual lo pensó dos veces. Finalmente, escribió:
"Gracias por las flores, Noah. Me encantaron. ¿Te parece si nos vemos esta noche? Podríamos ir al cine. Solo tú y yo."
Lo envió antes de arrepentirse. Se quedó viendo la pantalla, como si fuera a explotar.
La respuesta no tardó ni cinco minutos:
"Pensé que jamás lo ibas a proponer. Tú eliges la película. Yo me encargo de que sea solo tú y yo."
Alejandra sonrió. Ya lo conocía apenas, pero ese tono seguro, sutilmente provocador, le generaba una emoción que hacía rato no sentía.
Esa noche. 8:40 PM.
La sala estaba casi vacía. Noah [Callahan] la estaba esperando en el lobby del cine, con una chaqueta oscura y ese gesto relajado que parecía tener siempre. Cuando la vio llegar, la miró de arriba abajo con una sonrisa sin disimulo.
— Wow... ¿Y así vas al cine? — Dijo acercándose, sin tocarla, pero dejando claro que le provocaba.
— ¿Muy formal? — Preguntó ella, con una sonrisita en los labios.
— Perfecta — Respondió él, y luego le extendió la mano como si fuera una cita de los años noventa. — ¿Lista? — Alejandra asintió, y entraron juntos. La sala estaba casi vacía. Se sentaron al fondo, como adolescentes.
Durante los primeros minutos de película, no pasó nada. Solo miradas. Un roce de brazos. Un comentario al oído. Risas suaves.
Pero a mitad de película, cuando ella se giró para decirle algo y sus rostros quedaron muy cerca, Noah no esperó más. Le apartó un mechón de cabello, la miró como si la estuviera estudiando… y la besó.
Un beso suave, lento, que no buscaba prisa.
Ella no se apartó. No pensó en nada. Solo se dejó llevar...
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El nombre del grupo es: Laxxo22
Igual a la firma en la portada de la novela.
los capítulos son muy cortos y solo uno por día 😭😭