Elizabeth Mc Carthy es una mujer de tan solo 18 años, llegó a New York sola, procedente de Irlanda.
Es pelirroja, de fuerte carácter y con mucha decisión.
Es el año de 1840, las caravanas de aventureros comenzaban a salir en busca de fortuna, hacia el lejano Oeste.
Las circunstancias obligaron a Elizabeth Mc Carthy, a embarcarse en ésta aventura. A través de ella va a pasar por tantas vicisitudes y acontecimientos que la van a obligar a echar mano de toda su fortaleza de espíritu y carácter para poder lograr su sueño.
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15-PRIMERA BAJA.
El Pionero herido resultó ser un hombre de 30 años. Viene en compañía de su Esposa y dos pequeños, hombre y mujer.
La herida fue solo un rozón en el hombro derecho. Marcia, su Esposa, trabajó ayudando al Doctor de Saint Louis y aprendió a curar heridas de bala, eran muy comunes y en el consultorio tuvo oportunidad de hacer varias curaciones.
Ella misma hizo la curación, ya que en el consultorio, el Doctor Sommer, le regaló bastantes vendas y desinfectantes, así que no fue problema. Mike, nombre del herido, por unos días no iba a poder usar su brazo, así que Marcia lo puso a descansar y ella se va a encargar de conducir la carreta.
Nelson se acercó y preguntó por el estado del herido.
Marcia le dijo que estaba descansando, que con la curación que le hizo, el dolor ya había disminuido.
Yo haré guardia esta noche.
Nelson le dijo que tenía que descansar. El mismo le despertaría en caso de que hubiera necesidad.
Gracias William. Mañana me toca conducir.
Va a ser pesado. Jack y Russell vienen juntos. Voy a preguntar si te pueden ayudar.
Oh no. No es necesario.
Marcia no digas eso, tienes que atender a tu Esposo y cuidar a tus pequeños.
Puedo hacerlo William.
No lo dudo, pero ellos te necesitan lo más entera posible. Veré que puedo hacer para ayudarte.
Está bien, gracias nuevamente William.
Nelson dio media vuelta y su caballo siguió con el recorrido de siempre, una a una de las carretas y luego de bajar del corcel junto a una fogata, se acostó, tomó una manta y se dispuso a dormir. Antes del amanecer, ya estaba de pie. Nuevamente, hizo su recorrido, vio que Jack se estaba alistando para partir y Nelson se acercó y le comentó sobre el estado del herido y le preguntó si podían, él o Jack, ayudar a Marcia a conducir, mientras Mike se recuperaba de su herida.
Russell salió en ese momento y dijo que él ayudará con gusto. Nelson le señaló la carreta de Marcia y hacia allá se dirigió el mismo Russell.
La actividad en la caravana comenzó, y pronto, el campamento ya estaba levantado y Nelson dio la orden de reanudar la marcha. El terreno seguía siendo plano y se pudo ir con un poco de mayor velocidad.
Nadie se quejaba de los inconvenientes que ya habían pasado, las mujeres se habían acercado a Marcia para preguntar por el estado de salud del herido y le llevaron comida ya preparada y dulces para los niños. Marcia agradeció las atenciones.
Comenzaron a pasar una zona de terreno disparejo y las carretas se comenzaron a sacudir de un lado para otro y la marcha se tornó lenta.
Todos atentos, en ocasiones, estos avances lentos, son aprovechados por los maleantes para atacar a las caravanas, tengan sus rifles listos y a la mano. Los niños, adentro de la carreta junto a las mujeres.
Así pasaron alrededor de dos horas. De repente se oyó un disparo que salió de la parte de atrás de una arboleda.
Un Pionero cayó malherido de su carreta.
Nelson ordenó que no se detuvieran. El mismo se acercó al herido y vio que ya estaba muerto. La bala dio en la cabeza.
Después se hizo un pandemonio de balazos a diestra y siniestra. De la arboleda salieron 15 jinetes, disparando contra la caravana. Clark, no te detengas, avanza lo más rápido que puedas, dijo William.
Elizabeth, le dijo a Petra que tomara las riendas, así lo hizo y Liz tomó su rifle y comenzó a disparar. Cuatro asaltantes cayeron muertos y otros dos heridos. Al perder a seis hombres los bandidos regresaron a la arboleda. La caravana siguió su marcha, la mujer del pionero muerto, comenzó a gritar que debían regresar a recoger el cadáver de su Esposo.
Nelson dijo que no lo podían hacer. Era inútil. El reglamento de caravanas no permite, en estas situaciones, detener la marcha, ya que eso pondría en riesgo muy serio a la caravana. Su mejor defensa, era estar en movimiento, para no ser blanco fácil para los bandidos.
Sigan avanzando. Después el terreno se hizo nuevamente plano y pudieron aumentar la velocidad de los caballos. No nos vamos a detener. Así seguiremos hasta el anochecer. Adelante lo más rápido que puedan. Ordenó William.
Así siguieron, entre la incertidumbre de volver a ser atacados por los bandidos.
Ya estaban en territorio de Nebraska y se encontraron con un batallón del ejército, tenían orden de guiarlos por la travesía de Nebraska y dejarlos hasta entrar a Wyoming, ya cerca del Laramie Fort. Esa travesía les llevaría tres semanas.
Con la llegada del batallón, el optimismo regresó. Pero quedaba la tristeza de perder a un pionero. Uno de tantos que dejó su vida en el camino.