La Niña Del Capo

Inés

–¿Esa enorme sonrisa es por mí? –pregunta antes de besar mi cuello.

Asiento de inmediato.

–Hice un buen trabajo entonces.

Asiento de nuevo mientras lucho por insuflar aire a mis pulmones, los cuales se están quemando dentro de mí.

Un ruido molesto resuena por todo el lugar y hago una mueca.

–¿Qué es eso?

–Creo que es tu teléfono –responde Stefano recorriendo con sus labios el contorno de mi barbilla–. ¿Por qué no me lo dijiste?

–¿Qué mi teléfono interrumpiría? No soy adivina.

Lo siento sonreír contra la piel de mi cuello.

–No. ¿Por qué no me dijiste que eras virgen?

Abro mis ojos y me encuentro con unos ojos grises felices, satisfechos, pero también preocupados.

–¿Te molesta?

–No. Para nada. Pero deberías habérmelo dicho –dice mientras juguetea con mi cabello.

–¿Hubiese cambiado algo? –pregunto nerviosa.

–Hubiese sido más cuidadoso –responde antes de acariciar mi nariz con la suya.

Enredo mis dedos en su cabello y lo acerco por un beso.

–Fue perfecto –confieso–. Fue mejor de lo que siempre soñé.

–Para mí también –dice sonando sorprendido.

–¿Esperabas algo peor? –pregunto con diversión.

–No sé qué es lo que esperaba. Yo nunca…–Calla y sonríe negando con su cabeza.

–¿Ahora es cuando me vas a confesar que tú también eres virgen? –bromeo.

–De alguna manera también fue una primera vez para mí, aunque no lo creas.

Arrugo mi ceño y Stefano sonríe.

–Te has acostado con cientos de mujeres –lo acuso.

–Sí, pero es primera vez que siento algo real –dice mirándome con seriedad–. No pensé que algo así fuera posible para mí.

–¿Sigues amándome? –pregunto insegura al recordar las advertencias que me daba Franny cuando comencé a salir con chicos.

–Por supuesto que sí, ¿por qué preguntas algo así?

Escondo mi rostro en su cuello antes de contestar: –Franny siempre me decía que los chicos me dirían que me aman para conseguir… bueno, lo que tú conseguiste.

Stefano ríe con fuerza, saturando la habitación con sus sonoras carcajadas.

–No te rías –digo y golpeo su hombro.

–Esa advertencia es para chicos, pero yo soy un hombre, y sé lo que siento. Te amo, Nessy, y no desaparecerá porque hayamos tenido sexo.

–¿Sexo? –pregunto–. ¿Fue solo sexo?

Niega de inmediato con la cabeza. –No, fue mucho más que eso –me asegura.

Sonrío. –A mí también me lo parece.

–¿Voy a por tu teléfono? –pregunta cuando el maldito cacharro sigue sonando.

Lo abrazo con fuerza y niego con mi cabeza. –No, no quiero levantarme de esta cama. No todavía. Quiero sentirte pegado a mí.

–Se hará como tú quieras –concede.

–¿Quién es Flor? –pregunto cuando recuerdo lo que pasó anoche.

El cuerpo de Stefano se tensa de inmediato.

–¿Dije algo malo?

–¿Por qué preguntas eso?

–Anoche estabas teniendo una pesadilla y nombraste a una tal Flor. ¿Es tu esposa o algo? ¿Debo preocuparme porque aparezca por esa puerta y me mate? –bromeo tratando de recupera el humor anterior, pero no lo logro–. ¿Pasa algo?

–Nada. No es nadie. Cuando bebo siempre tengo pesadillas, por eso no bebo en exceso.

–¿Estás seguro que no es nadie? Suena serio. Anoche sonabas aterrado.

–No es nadie importante –me asegura y besa la cima de mi cabeza.

Lo miro sintiéndome insegura, pero como sé que el tema lo incomoda lo dejo estar.

Entiendo como es cuando no quieres hablar de algo.

–¿Qué va a pasar con Nancy?

–No entiendo.

–Ya sabes, Nancy y tú se estaban acostando juntos. No me mientas, es bastante notorio que son más que amigos.

Stefano se gira conmigo, dejándome debajo de su cuerpo.

–Nancy es mi amiga. Y sí, fue mi compañera sexual, pero nunca involucramos sentimientos.

–¿Compañera sexual? ¿Qué es eso?

–Lo que tú llamarías un follamigo –dice.

–Oh, entiendo.

–Nunca ha significado ni siquiera un ápice de lo que tú significas para mí.

Lo beso y enredo mis dedos en su cabello, sintiéndome feliz de que sea tan honesto conmigo respecto a su amiga, y también por lo abierto que es respecto a lo que siente.

¿Cómo soy tan afortunada?

–¿Estás segura que quieres seguir ignorando esa llamada?

–Segura. Debe ser Stephanie con cientos de preguntas y no quiero separarme de ti para responder su interrogatorio.

Ahora el celular de Stefano suena a nuestro lado y ambos reímos. Esto es tener demasiada mala suerte.

–Tengo que revisarlo, puede ser importante –dice con una sonrisa de disculpa.

Asiento. Entiendo que su trabajo es demasiado complicado como para ignorar una llamada.

–Es Dante –dice y contesta de mala gana mientras se levanta y se aleja de la cama, regalándome una de las vistas más hermosas que veré alguna vez.

–Está conmigo –dice volteando a verme completamente pálido–. El porqué está conmigo no es tu problema –masculla furioso–. Llegaremos lo antes posible –agrega antes de cortar.

Mi cuerpo se enfría con solo ver la preocupación en sus ojos.

–¿Es Franny? ¿Algo pasó con el bebé? –pregunto incorporándome lo más rápido que puedo.

Stefano toma mi mano y sé que esto será malo.

–Se trata de tu mamá, cariño –dice.

Mi corazón se paraliza. Mamá lleva postrada más de un año, desde que le dio una ACV, y cada día que pasa su salud empeora.

–¿Está bien?

–Le dio un nuevo accidente cerebrovascular –susurra–. Lo siento mucho, mi niña, pero no pudo resistirlo. Murió hace media hora.

–No –susurro antes de romper a llorar.

Mi mundo colapsa y mi corazón se detiene unos segundos mientras asimilo la noticia.

–Ella no puede… ella no puede estar muerta –le digo con desesperación–. Por favor, dime que mi mamá está bien.

Stefano me abraza sin decir una palabra y sé que nada volverá a estar bien.