Isabella Dupont ha pasado su vida planificando una venganza que espera borrar el dolor de su infancia. Abandonada a los cinco años por su madre, Clara Montserrat, una mujer despiadada que traicionó a su familia y robó la fortuna de su padre, Isabella ha jurado destruir el imperio que su madre construyó en Italia. Bajo una identidad falsa, Isabella se infiltra en la constructora internacional que Clara dirige con mano de hierro, decidida a desmantelar pieza por pieza la vida que su madre ha levantado a costa del sufrimiento ajeno.
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Capítulo 14
Isabella salió de la oficina de Clara Montserrat con una mezcla de emociones revoloteando en su interior. Mientras caminaba por el pasillo hacia donde Philippe la esperaba, trató de procesar todo lo que acababa de suceder. La reunión con Clara había sido tensa, pero no había sido un desastre. Por ahora, había logrado mantener la fachada, pero sabía que las pruebas reales estaban aún por venir.
Al llegar al vestíbulo, encontró a Philippe conversando con Leonardo Esposito. Los dos hombres se volvieron hacia ella cuando se acercó, y Leonardo, siempre atento, le sonrió con su típica amabilidad.
—¿Todo bien? —preguntó Leonardo, notando la ligera tensión en los ojos de Isabella.
Isabella asintió, sin poder evitar una sonrisa de gratitud.
—Sí, todo bien. Gracias por el apoyo ahí dentro —respondió, refiriéndose a la defensa que Leonardo había hecho de ella durante la reunión.
Leonardo inclinó la cabeza en un gesto de modestia.
—No tienes que agradecerme. Solo defendía lo justo —dijo con una sonrisa cálida que hizo que Isabella se sintiera un poco más aliviada.
Isabella respondió a su sonrisa, sintiendo un poco de alivio en la atmósfera.
—Le mencioné a Clara que me gustaría demostrar lo que puedo hacer. Me ofreció trabajar con Delacroix.
Leonardo asintió, su expresión se volvió más seria.
—Es una buena prueba. Delacroix es exigente, pero justo. Si demuestras tu valía con él, ganarás muchos puntos con Clara y con el resto del equipo. Si necesitas ayuda, podemos trabajar en equipo. Dos cabezas piensan mejor que una.
Isabella sintió un inesperado calor en su interior ante la oferta de Leonardo. La posibilidad de tener a alguien de su lado en este entorno hostil le parecía un pequeño alivio.
—Eso suena bien, Leonardo. Gracias, de verdad —dijo, y esta vez su sonrisa fue completamente genuina.
Los tres salieron del edificio juntos y se dirigieron al coche de Leonardo, que estaba aparcado cerca de la entrada. Durante el trayecto en el coche, Isabella miraba por la ventana, dejando que los paisajes de Milán pasaran frente a ella. A pesar de la tensión que sentía por lo que había enfrentado y lo que estaba por venir, no pudo evitar sentirse momentáneamente tranquila en la compañía de Philippe y Leonardo.
Finalmente, llegaron al edificio donde se alojarían. Al detenerse, Leonardo se despidió de ellos con una sonrisa.
—Bueno, aquí estamos. Si necesitan algo, ya saben dónde encontrarme —dijo mientras abría la puerta del coche para que Isabella pudiera bajar.
Isabella y Philippe salieron del coche, y mientras Leonardo se alejaba, Isabella lo observó un momento, agradecida por su apoyo.
—Leonardo es un buen tipo —comentó Philippe mientras caminaban hacia la entrada del edificio.
—Sí, lo es —respondió Isabella, aún con una ligera sonrisa en los labios.
Entraron en el edificio, que era una elegante construcción de estilo contemporáneo. El vestíbulo estaba decorado con mármol blanco y acentos dorados, y una gran lámpara de araña colgaba del techo, iluminando el espacio con una luz cálida y acogedora. Un portero los saludó cortésmente antes de guiarlos hacia el ascensor privado que los llevaría al ático.
Cuando el ascensor se abrió en el último piso, Isabella se encontró en un espacioso y lujoso apartamento. El lugar era impresionante: techos altos, paredes de vidrio que ofrecían vistas panorámicas de la ciudad, y una decoración moderna pero acogedora, con muebles de líneas elegantes en tonos neutros y acentos en negro y dorado. Un gran sofá de cuero gris dominaba el salón, acompañado por una mesa de centro de vidrio y acero. Las obras de arte contemporáneo adornaban las paredes, y una chimenea moderna añadía un toque de calidez al espacio. En una esquina, una cocina de diseño estaba equipada con los electrodomésticos más modernos y un amplio bar que separaba la cocina del comedor.
Philippe se dirigió hacia el salón, donde un mueble-bar estaba elegantemente dispuesto en un rincón. Mientras se servía una copa de whisky, Isabella se quedó observando el lugar, admirando la atención al detalle en cada rincón del apartamento.
—Este es uno de mis múltiples propiedades —comentó Philippe con un tono casual mientras dejaba que el líquido ámbar llenara su vaso—. Lo compré hace algunos años. Es un buen lugar para quedarse cuando estoy en Milán.
Isabella se acercó a una de las ventanas, observando la vista impresionante de la ciudad iluminada bajo el cielo nocturno. El apartamento era lujoso y cómodo, pero no podía evitar sentir una ligera opresión en el pecho al pensar en las responsabilidades que la esperaban.
—Parece un lugar muy cómodo —comentó Isabella, tratando de mantener la conversación ligera.
Philippe se acercó a ella, llevando su copa en la mano.
—Lo es. Pero me temo que no tendrás mucho tiempo para disfrutarlo.
Isabella lo miró con curiosidad y algo de preocupación.
—¿Por qué lo dices?
Philippe tomó un sorbo de su whisky antes de responder, su expresión volviéndose más seria.
—Porque a partir de mañana, tendrás muchas responsabilidades —dijo, dejando que la gravedad de sus palabras calara en Isabella.
—¿Qué tipo de responsabilidades? —preguntó Isabella, sintiendo cómo la tensión comenzaba a regresar.
Philippe se movió hacia el sofá y se sentó, invitando a Isabella a que hiciera lo mismo. Mientras hablaba, su tono era calmado pero firme.
—Mañana me iré. Tengo asuntos importantes que atender en Francia. Eso significa que, prácticamente, serás mi apoderada en Italia.
Isabella parpadeó, sorprendida por la magnitud de lo que Philippe acababa de decir.
—¿Tu apoderada? ¿Qué significa eso exactamente?
Philippe sonrió ligeramente, saboreando otro sorbo de su whisky antes de responder.
—Significa que serás una de las inversoras del proyecto en lo que respecta a Montserrat Construcciones. Tendrás que supervisar nuestras inversiones, asegurarte de que todo vaya según lo planeado y, por supuesto, hacer que nuestra participación sea lo más rentable posible.
Isabella sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. Había esperado enfrentarse a retos, pero no había anticipado asumir un papel tan crucial en el proyecto tan pronto.
—¿Y cómo se supone que voy a hacer todo eso? —preguntó Isabella, sin poder evitar que la duda se filtrara en su voz.
Philippe la miró con una mezcla de seriedad y confianza.
—Tienes más recursos de los que crees, Isabella. Eres inteligente, y lo que te falta en experiencia lo compensas con determinación. Además, no estarás sola. Leonardo estará aquí para ayudarte, y puedes contar conmigo para cualquier cosa que necesites. Pero quiero que entiendas algo: este es tu momento para demostrar de qué estás hecha. Y no solo a Clara Montserrat, sino a todos los que están involucrados en este proyecto.
Isabella asintió lentamente, tratando de procesar todo lo que Philippe le había dicho. Sabía que este era un paso importante, una oportunidad única para establecerse en un mundo donde solo los fuertes sobrevivían. Pero también sabía que el camino que tenía por delante estaba lleno de obstáculos.
—Entiendo, Philippe. Haré todo lo que esté en mi poder para que esto funcione.
Philippe sonrió, levantando su copa en señal de brindis.
—Eso es lo que quería oír. Por Las Torres Émiris y por el éxito que alcanzaremos.
Isabella levantó su propia copa, sintiendo cómo una nueva determinación se asentaba en su interior.
—Por Las Torres Émiris —repitió, chocando suavemente su copa con la de Philippe.
Mientras bebía, Isabella sabía que el verdadero trabajo apenas comenzaba. Estaba a punto de adentrarse en un mundo de poder, intriga y altas expectativas, y tendría que usar cada recurso a su disposición para salir adelante. Pero ahora, más que nunca, estaba decidida a no fallar.
tiene buen argumento,
hasta el final todo esto está emocionante.
y lo peor es que está arrastrando así hija a ese abismo.
cual fue la diferencia que se quedará con el.
a la vida que si madre le hubiese dado..
Isabella merece tener un padre en toda la extensión de la palabra.
no te falles ni le falles.
la narración buena
la descripción como empieza excelente 😉🙂
sigamos..
la historia promete mucho