Rhett trabajó mucho para convertirse en un cazador de criaturas de la noche, hasta que un día se entera que su compañero más leal es uno de ellos.
¿Qué hará ahora que tiene un vampiro a lado? Y aún peor, ¿por qué se ha enamorado de él?
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Promesas, nuevas y viejas
En el jardín, con la luna resplandeciendo en lo más alto, Daemon no para de dar vueltas por doquier tratando de calmar su enojo.
Mientras tanto, a Rhett siempre le ha encantado la Luna, hay un sentimiento inexplicable que proviene de ella, algo parecido a un llamado y una tranquilidad que solo la noche puede darle, en eso le da un crédito a las criaturas de la noche.
Con el propósito de acompañar al vampiro, se ha quedado a su lado afuera, ha sacado su lanza y la ha blandido para entrenar. Claro que es más complicado hacer ataques más elaborados porque sería una lástima dañar aunque sea uno de los rosales.
La mujer que mencionó Ran no se había aparecido frente a ninguno de los dos, sabían que estuvo en presencia del Rey vampiro porque Daemon no paraba de decir que su perfume dejó un rastro por los pasillos y le hacía cosquillas la nariz, incluso estuvo estornudando de la nada.
Le preocupa que esa mujer vuelva cuando menos lo esperen, pero aún más le preocupa Daemon.
"Rhett, ¿puedes dejar de hacer eso?", llamó el vampiro, acercándose a él y esquivando uno que otro ataque mientras avanza.
"No puedes mandarme, has estado como un tonto desde que peleaste con tu padre y me aburro", a pesar de que eso fue tres noches antes, Rhett ha notado a Daemon diferente, verlo nervioso no es algo a lo que está acostumbrado.
Atrapando la lanza entre sus manos, Daemon detiene a Rhett de continuar con su entrenamiento. Sus rostros están demasiado cerca el uno del otro, lo único que interfiere entre sus cuerpos es el arma.
Tener aquella piel pálida tan cerca, los ojos profundos de Daemon hacían que sus pensamientos se esfumen. Casi quiso tocar el cabello rojizo que caía sobre su frente, no supo cómo resistió el impulso y mantuvo las manos quietas.
"Cásate conmigo, haré cualquier cosa para que me digas que sí", le ofrece Daemon en medio del silencio nocturno.
Agradece a su arma por estar entre los dos porque podría provocar que sus manos tiemblen de nervios. Rhett es muy consciente de que sus mejillas están un poco sonrojadas, trata de restarle importancia, qué más da, es Daemon.
No sabe qué responderle, suena descabellado, como una idea que tuvo Daemon para evitar a su padre. Ser consciente de que no se lo pedía precisamente porque quisiera casarse con él de verdad, a Rhett se le bajaron los ánimos.
"¿Por qué quieres casarte conmigo? No has conocido todavía a la mujer con la que tu padre quiere comprometerte, podría ser más linda", retó Rhett, descargando un poco de su inseguridad en ello.
Al vampiro no le agradó escucharlo, arrugó las cejas para demostrar que había dicho algo inapropiado. De repente, Daemon arrojó la lanza lejos y pasó una mano tras la espalda de Rhett para acercarlo todavía más.
No supo por qué, pero Rhett no lo detuvo ni se separó de su toque, o tal vez no quería aceptar que en realidad sí que lo sabía.
"Nadie puede compararse contigo", aclaró Daemon sin dudar, con su voz sonando firme y clara.
Las barreras de Rhett bajaron en ese preciso instante y dejó que lo hicieran, cada vez se daba cuenta de que el vampiro jamás haría algo para lastimarlo, jamás diría una mentira tan cruel.
"Hagámoslo" accedió, sabe que ha estado aceptando los caprichos precipitados del vampiro; como lo del lazo, antes eso fue un rotundo 'no', pero si Daemon hubiera insistido un poco más, tal vez habría sucumbido a lo deseable de su petición.
El vampiro le regaló una pequeña sonrisa, Rhett no pudo resistirse más a apartar los cabellos rojizos de su frente para verlo mejor.
"¿De verdad? Eso me hace muy feliz" dice Daemon, pensó mucho en ello y todavía más en decírselo a Rhett.
Los dedos de Rhett quedaron paralizados cuando sintió a Daemon tensarse, después lo escucha decir "Ella está aquí". El momento sería uno de aquellos recuerdos que se quedan en la mente para siempre por ser preciosos, hasta que una voz aparece por detrás de ambos.
"Entonces eres Daemon, ¿cierto? ¿O debería llamarte prometido?", la mujer apareció por la puerta con un gran vestido rojo que lastimó los ojos de ambos. Rhett se separó del vampiro tan rápido como pudo y levantó su lanza de dónde estaba botada.
"No, no lo soy. Deberías irte" mintió Daemon con descaro, la mujer no tenía la culpa de todos los problemas que venían detrás de la propuesta de matrimonio que ofreció Ran, sin embargo, Daemon perdió la paciencia hace mucho tiempo.
Ella no se inmutó ante la negación, en su lugar enfocó a Rhett. Él podía imaginar la sorpresa que pudo haberse llevado al encontrar a su supuesto prometido con otra persona en un ambiente muy íntimo cuando es el primer encuentro para conocerle.
"¿Y quién eres tú?", avanzó con sus tacones por el pasto, la vampiresa analizó de arriba hacia abajo a Rhett, intentando averiguar qué era, levantó su olfato y luego acusó arrugando la nariz: "Hueles a cambia formas y un poco a vampiro".
Lo que dijo soltó una bomba en el ambiente. Rhett recién se enteraba de lo que él era, lo único que Daemon le había dicho es que detectó un aroma familiar al de un vampiro en él, pero nunca mencionó una parte de cambia formas. Solo había una verdad posible.
"No es necesario que mientas sobre mí" le aclaró Rhett, "Casi creo lo que dices".
Eligió confiar en Daemon.
La vampiresa no se molestó en responderle, pronto Daemon se colocó frente a Rhett para que dejara de molestarle.
"Ah", expresó ella como si acabara de descubrir algo interesante "Así que eres la persona que me va a estorbar. Ran me advirtió que esto pasaría".
A Rhett le incomodaba demasiado tener que soportar esa clase de comentarios por el simple hecho de estar allí, tomó el brazo de Daemon y jalando un poco le pidió "Vámonos de aquí, no parará hasta que estés casado y enlazado a ella".
El vampiro no necesitó más palabras para obedecer, con una mirada de advertencia para la mujer que decía 'Acércate y te las verás conmigo' se llevó a Rhett al interior del castillo, dejándola sola con las rosas.
(a que tienen malos sentimientos hacia él o hablan a espaldas de él)