Arráncame La Vida

...Dos días después......

—¿Supieron que habrá una fiesta de disfraces en casa de Luisa? —Bruno sostenía un envase de jugo de mango.

—¡Apoco! No escuché nada. ¿Quien te dijo? —pregunto Maricruz.

—Carlos me dijo, dice que están invitando a toda la escuela.

—¿Y cuando será?

—¡Está noche!

Y, aunque si estaba escuchando, mis pensamientos no eran los correctos. Era como que yo estaba en el infinito, pensando en la inmortalidad del cangrejo y mis amigos se percataron de ello.

—¡Dan! ¿Estás aquí? —Bruno me dio un golpe en el hombro y eso me hizo reaccionar.

—¡Ah!

—¿Que te pasa? —preguntó Maricruz.

—Nada. No me pasa nada.

Entrecerró sus ojos, ella realmente no me creía.

—Te conozco. No me digas que no te pasa nada. ¡Pareces bruto!

—Bueno eso de por sí —dijo Bruno con una sonrisa.

—¡Pues sí! La neta si me siento bruto. Pero no te preocupes, se me va a pasar.

—¿Que es lo que se te va a pasar? —ella tenía mucha curiosidad por mí.

—Pues está etapa de andar como...

—¿De verdad andas con Félix? —Bruno fue directo con su pregunta.

¡Todos estaban locos por saber los detalles!

—¿Por que todos quieren saber eso? —Me sentí un poco fastidiado.

—Pues es que rechazaste a Adrián y toda la escuela vio cómo huiste con Félix.

¿Tanto les importaba mi situación con Félix?

—¡Que mierda con todo! La neta es que no ando de novio con nadie y aún no puedo superar el hecho de que Anuel esté aquí. ¡Ya déjenme en paz!

Mis amigos se quedaron pasmados por el tono de mi voz. ¡Estaba sacándolo todo! Quise desahogar la verdadera fuente del porque es que estoy como bruto.

—¿Anuel está aquí? —Se ánimo a preguntar Maricruz.

—Sí. Ahora vive en Puebla.

—¿Y por qué no nos habías dicho antes? A lo mejor y te ayudábamos a...

—¡Cállate! Ustedes dos nomás andan de argüenderos en mi vida. ¡Ya dejen de andar emparejandome!

—Dan, nosotros...

—¿Irán a la fiesta? —Cambie el tema muy radicalmente.

—Sí. ¿Tú irás?

—¡Quiero ir! Necesito emborracharme.

El timbre sonó, era la hora de volver a clases.

—Bueno, ¿nos vemos a la salida? —Preguntó Bruno.

—No creo. Iré con Felix.

Se sorprendieron aún más.

...***...

Se supone que a la hora de la salida, Félix me esperaría donde siempre suele dejar su moto. Bajé por las escaleras, comenzaba a darme igual la opinión de mis amigos y decidí que hoy quería divertirme en la mentada fiestecita.

Pero entonces, justo en el descanso de las escaleras, ella se cruzó en mi camino. Se me quedó mirando con atención, su pelo estaba suelto y se veía guapa. ¡Valeria era hermosa! Una combinación de arte contemporáneo con arte clásico. ¡Sus ojos eran hermosos!

—Dan.

—¡Hola maestra!

Tuve que frenarme de mala gana para poder hablar con ella.

—¿Como estas? No te vi en la clase de esta semana. ¿Todo está bien?

¿Este era el momento para hablar del pasado y de cómo es que yo estaba enamorado de Anuel? Porque en realidad, eso es lo que teníamos en común ella y yo: queremos algo del mismo hombre. ¿Que quería yo?

—Sí. Todo esta perfecto. No me fue posible asistir porque surgió algo en casa —mentí.

—¡Oh! Entiendo. ¿Todo bien en casa?

¿Que es lo que estaba intentando esta mujer? Mis malditos sentimientos parecían querer jugarme chueco y en realidad me parecía que ella estaba siendo demasiado chismosa.

—Sí. Gracias.

—Que bueno Dan. Pues espero verte en la próxima clase.

—Sí. Ojalá me sea posible estar allí. ¡Nos vemos maestra!

Si tan solo ella supiera... ¡Besé a su esposo! ¡Su esposo durmió conmigo el verano pasado! ¡Su esposo es muy guapo! ¡Canijos sentimientos de adolescente dolido! Me dolía la vida, justo ahora, deseaba poder librarme de esta mierda. ¡Fue entonces qué pasó! Lo deseé nuevamente con todas mis fuerzas: necesitaba embriagarme.

—¡Hey! Luces molesto —Félix estaba acomodando su mochila.

—Me siento molesto.

—¿Y por qué? ¿No te da gusto verme?

Sonreí para él.

—No digas tonterías, en realidad no importa el motivo.

—De acuerdo. Como tú digas.

—¿Irás a la fiesta de esta noche?

—¿Tú irás? —Su mirada, esa maldita forma en que sus labios se curvaban... Félix era guapísimo.

—¡Quiero embriagarme esta noche!

Se sorprendió demasiado.

—¿Tú?

—¿Puedo quedarme en tu casa? No quiero regresar a mi casa y que mis padres me vean todo borracho.

Negó con una sonrisa, parecía no creer que yo le estuviera diciendo eso.

—¿Te sientes bien?

—No.

—¿Quieres ir al globo aerostático a gritar otra vez?

—¡Quiero emborracharme!