Lyra, una joven de origen humilde, jamás imaginó que su vida daría un vuelco tan radical. A bordo del lujoso crucero llamado Temple, un mundo de opulencia y glamour se abrió ante ella. Entre camarotes dorados y fiestas deslumbrantes, Lyra se encontró trabajando como camarera, lejos de su sencilla existencia. Allí, cruzó su mirada con la del enigmático capitán, Kael. Un hombre de belleza imponente y carácter indómito, cuya mirada helaba hasta los huesos de los más osados. Sin embargo, Lyra, con su inocencia y espíritu indomable, logró derretir poco a poco el frío hielo que rodeaba a Kael, descubriendo un alma atormentada bajo esa fachada de dureza.
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El Abismo Interior
Lyra se acurrucó en la proa del barco, la brisa salada acariciando su rostro como si quisiera llevarse consigo sus preocupaciones. La luna, un disco plateado que flotaba en la inmensidad del cielo, se reflejaba en el mar agitado, creando un camino luminoso que parecía extenderse hasta el infinito. Pero la belleza de la noche no lograba calmar la tormenta que se agitaba dentro de ella.
Desde su encuentro con Kael en la biblioteca, la joven camarera no había podido sacarse de la cabeza la intensidad de su mirada, la sinceridad de sus palabras. Se sentía atraída por él de una manera que nunca había experimentado antes; una conexión profunda y misteriosa que la hacía sentir viva, pero también profundamente insegura. Era como si una parte de ella supiera que había encontrado algo especial, algo que valía la pena arriesgarlo todo, pero otra parte, más cautelosa y pragmática, le susurraba que estaba jugando con fuego.
Era consciente de la enorme brecha que los separaba. Él, el capitán, una figura imponente y respetada, con un pasado marcado por la pérdida y la soledad. Ella, una simple camarera, una joven soñadora con un futuro incierto. ¿Cómo podía permitirse enamorarse de un hombre como él? Era como si estuviera tratando de atrapar una mariposa: cuanto más se acercaba, más se alejaba.
Lyra se recostó en la cubierta, mirando hacia arriba. Las estrellas, como diamantes incrustados en el terciopelo negro del cielo, parecían observarla con indiferencia. Recordó las conversaciones que había tenido con Kael sobre el universo, sobre la inmensidad del cosmos y sobre la pequeñez del ser humano frente a él. Se sentía insignificante, una mota de polvo en el viento. Pero al mismo tiempo, se sentía conectada a algo más grande que ella misma, una fuerza misteriosa que la impulsaba a buscar la felicidad.
Sacó su diario y comenzó a escribir. Las palabras fluían de su pluma como un torrente, arrastrando consigo sus miedos, sus deseos y sus dudas. "No sé qué hacer. Por un lado, me siento atraída hacia él de una manera que nunca antes había experimentado. Pero por otro lado, sé que esta relación no puede funcionar. Él tiene un pasado, un dolor que yo no puedo comprender del todo. Y yo... yo solo soy una chica de un pequeño pueblo. ¿Qué podría ofrecerle? ¿Cómo podría hacerle feliz? Además, ¿qué dirían los demás? ¿Cómo afectaría esto a mi trabajo? A su reputación? Y si las cosas no funcionan, ¿cómo podría soportar el dolor de perderlo?"
Cerró el diario y lo escondió bajo su almohada. Se levantó y caminó por la cubierta, sin rumbo fijo. La noche era fría, pero ella no sentía el frío. Solo sentía un vacío inmenso en su interior, un vacío que parecía crecer con cada paso que daba.
Al día siguiente, mientras servía el desayuno, sus ojos buscaban inconscientemente a Kael. Lo encontró conversando animadamente con el primer oficial, y su corazón dio un vuelco. Se apartó discretamente, sin querer interrumpirlos, pero no pudo evitar sentir una punzada de celos. ¿Estaría hablando de ella? ¿Estaría arrepentido de lo que había dicho?
Lyra trató de concentrarse en su trabajo, pero sus pensamientos seguían divagando. Se imaginaba a sí misma y a Kael juntos, explorando islas remotas, compartiendo secretos y construyendo una vida juntos. Pero luego recordaba la realidad, y la ilusión se desvanecía como la espuma en las olas.
Al final de su turno, se dirigió a la biblioteca en busca de un libro que la ayudara a distraerse. Mientras buscaba entre los estantes, se encontró cara a cara con Kael.
"Lyra," dijo él con una sonrisa. "Te estaba buscando."
Lyra sintió que el color subía a sus mejillas. "¿Sí? ¿Pasa algo?"
"Quería hablar contigo. Sobre lo que hablamos ayer..."
Lyra asintió con la cabeza, sintiendo que su corazón latía a mil por hora.
"Sé que esto es complicado," comenzó Kael, "pero no puedo dejar de pensar en que me abrí contigo como nunca me abrí con ninguna persona en el mundo."
Lyra abrió la boca para responder, pero no salieron palabras. Se sentía abrumada por una mezcla de emociones: alegría, y timidez.
"También quiero que entiendas que abrirme contigo no significa que quiero que mi vida privada sea ventilada para toda la tripulación," continuó Kael, "pero creo que por alguna extraña razón puedo confiar en ti."
Lyra lo miró a los ojos, tratando de encontrar una respuesta. Entonces le dice:
—Yo puedo ser una persona muy confiable para hablar y charlar, pero eso te vas a dar cuenta poco a poco capitán— Con una sonrisa amigable saliendo de su rostro
—Me encanta que sea así—Respondió Kael
—Me gustaría invitarte a cenar mañana cuando toquemos puerto—Menciona Kael
—Por cierto capitán—Dice Lyra
—¿Qué sucede?—Responde Kael
—No sé a qué puerto llegamos mañana—Menciona avergonzada Lyra
—Al Puerto de Marsella Francia—Responde kael con amabilidad y sin hacerla sentir una tonta
Lyra acepta la cena que decidió organizar el capitán sin dudar, posterior a eso Lyra decide retirarse e irse a terminar unos labores despidiéndose momentáneamente del capitán; AL final de sus labores Lyra se replantea mil veces, y con la ansiedad apoderándose de su cuerpo pensando
¿Qué hace una Camarera cenando con el Capitán del Temple?
¿Qué me pongo de ropa para esta ocasión?
¿Mi ropa que empaqué será apropiada para la ocasión?
Todas estas preguntas sin respuestas ,con un nerviosismo y a la vez alegría regodeaba todo su ser ya que era algo que le encantaría hacer pero querría que nada salga mal y que todo salga perfecto, es ahí donde Lyra decide bañarse escuchando música suave para relajarse y posterior a eso elige una ropa cómoda para acostarse y descansar para poder estar perfecta el dia de mañana, su gran noche con la invitación del capitán a cenar en uno de los puertos más románticos y hermosos de europa el puerto de Marsella Francia…