Max es un hombre lobo de ojos azules que quita el aliento. Tiene un cuerpo musculoso y una estatura imponente. Es el futuro alfa de la manada "SilverClaw", pero no se siente digno de ese título. Su padre, un líder cruel y tirano, que lo humilló y maltrató desde pequeño. Todos lo ven como un hombre lobo débil, cobarde y sumiso. No tiene confianza en sí mismo, ni en su capacidad para gobernar, proteger o amar. Es el rey de la nada, y todos lo desprecian. Su lobo se llama Logan, es un lobo gris con reflejos azules. Él y Max nunca estuvieron de acuerdo con la forma en que su padre dirigió la manada. Ellos son protectores y fuertes, pero su padre les hizo daño a ellos, a su gente, llenándolos de inseguridades. Logan sueña con encontrar a su compañera, pero Max tiene miedo de que lo rechace, como lo hace su manada.
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No quiero ser libre (Sky)
Huyo por el bosque. No tengo rumbo. No tengo destino. Maté a esa criatura. Mi dueña me odiará. Me despreciará. Mereceré el peor de los castigos y esta vez lo merezco.
Ella parecía feliz con esa criatura. La amaba con todo su corazón. Si no hubiera reaccionado así. Si no hubiera matado a Katzi. Si no hubiera herido a Serena... Tal vez podría quedarme con ella. Tal vez alguien me querría un poco.
Me dijo que yo era alguien. No algo. Me escuchó. Dijo que no era tonto. Me lo dijo en serio. Estaba feliz. Muy feliz. Ella no piensa que soy tonto.
Pero luego hubo un sonido. Muy fuerte. Doloroso. Me dolía la cabeza. No pude evitarlo. Moví mi brazo. Tenía un cuchillo. Vi cómo la criatura desaparecía... como fuego. Como ceniza. Serena vino hacia mí. Seguro quería golpearme. Mi cuerpo reaccionó solo. Sentí el cuchillo... perforando su brazo. Vi su cara. Su asombro. Su decepción. Vi el dolor en sus ojos.
Y corrí. Corrí lo más rápido que pude. El lugar que por un momento parecía hogar... ya no lo era.
Es mi culpa. Soy un monstruo. Un asesino. No merezco vivir. Corro. Sin rumbo. Las ramas me golpean. Me arañan. No me importa. Estoy solo. Perdido. Abandonado. Nadie me quiere. Nadie me necesita. Soy un error. Un fracaso. Ojalá pudiera volver atrás.
Estoy cansado. Muy cansado. No puedo más. Perdí la noción del tiempo. El pecho me duele. Más que las heridas. Me escondo bajo un árbol. Tengo que escapar. Pero... ¿A dónde? Nadie me aceptará. Nadie me tratará como ella.
Oigo pasos y me sobresalto. Me quedé dormido llorando. Quiero ponerme de pie. Pero mis piernas no responden.
—Sky, no pasó nada. Katzi es un ser elemental. Lo que viste era su esencia. No una forma real. Yo soy la única que puede tocarla.— Me dice mi ama con una voz muy suave.
Está frente a mí. Tiene bolsas. Su brazo está vendado. Me alivia que la criatura esté bien. Pero igual la herí. Merezo castigo. Si me castiga... tal vez me deje quedarme.
—Soy pequeña, pero fuerte. Y gracias a Katzi me curo rápido. Esto —señala su brazo— es solo un rasguño. No estoy molesta contigo.
—Yo lo... lo siento —balbuceo. Espero su perdón.
—Sky, no es tu culpa. Es mía. Sé que los ruidos te afectan. Olvidé quitar el sonido del microondas. No te explicé lo de Katzi. No debí dejar cuchillos cerca.
Lloro. No puedo evitarlo. Aprendí que no debía llorar. Pero ahora no puedo parar. Ella quiere acercarse. Yo retrocedo. Me da miedo.
—Este bosque, mi casa, todo esto está en una isla protegida. No entran enemigos. Ni climas extremos. Pero llueve. Hay estaciones. Necesitamos eso para sembrar. Para crecer.
Me habla suave. Tranquila. Yo solo la miro. No sé qué decir.
—Cada cierto tramo del bosque, si miras arriba, verás mochilas como esta —me muestra una bolsa de color llamativo—. Dentro hay ropa, comida, una manta. Una carpa pequeña.
Saca las cosas. Las deja cerca de mí. Despacio. Sin acercarse demasiado.
—Aquí tienes frutas. Y una sopa caliente. Solo debes girar esto. También hay agua. Y otras cosas para que estés cómodo.
Mi mundo se derrumba. Me va a abandonar. Ya no quiere ser mi dueña.
—Puedes quedarte en el bosque, si quieres. Pero no caces animales. Mucho menos crías. Encontrarás gente. Lobos. Brujos. Hadas. Vampiros. Todos han sufrido como tú. No los asustes. No te asustes. Si necesitas ropa o comida, solo pídelo.
Ella mira hacia donde está el pueblo. Su sonrisa es triste.
—También puedes volver a la fortaleza. Acampar dentro. O fuera. O pedir una habitación.
Ya no me quiere cerca. No me va a perdonar. Me siento vacío.
—También puedes volver a mi casa. Si así lo deseas. Aquí eres libre. Mientras no lastimes a nadie, todos te recibirán. Lo de hoy... fue un accidente.
Su voz es dulce. Me mira a los ojos.
—No quiero ser libre —le digo. Mi voz tiembla. Quiero que siga siendo mi dueña. Pero no me salen las palabras.
—Quiero que decidas por ti. Pero entiendo que estás confundido.
—Lo siento. Perdón. No quise... —le suplico. No quiero perderla.
—Está bien. Entonces... si quieres que te perdone, ve mañana al mediodía a la fortaleza. Te estaré esperando. Si llegas puntual, te perdonaré.
Puedo hacerlo. Si ella lo pide, lo haré. Me quedaré con ella.
—Yo iré —digo con firmeza. Haré lo que sea.
—Te esperaré. Pero pase lo que pase, nunca te castigaré. Nunca te haré daño. ¿Entendiste?
—Sí. Entendí.
La veo alejarse. Por el mismo camino. Quiero seguirla. Pero dijo que al mediodía. Sé cuándo es mediodía. Iré. Me perdonará.
Armo la carpa. Como la sopa. Me siento. No sé qué hacer. Nunca he estado solo. Nunca sin hacer algo. Sin que me golpeen. En la cabaña dijo que quería que me curara. Seguro quiere que trabaje. Su cabaña es ordenada. Seguro quiere que limpie. Haré lo que quiera. Voy a curarme.
Miro la comida. Como despacio. Ella quiere que coma lento.
Al levantarme en la mañana, todo está tranquilo. Tengo que volver. A la fortaleza. Recoger todo. Llevarlo. No quiero que piense que robo.
Camino. Veo la fortaleza a lo lejos. El sol no está alto. Llegaré temprano. La veo entrar. Me quedo en la entrada. Me dijo: "a la entrada". Así que espero. Saco una fruta. La como despacio.
Después, ella sale. Con la bruja Bianche. Y un hombre. Parece decepcionada. Me acerco. Creo que ya es mediodía.
—Debiste encerrarlo. Es peligroso —dice el hombre.
—¡Remy! No es un animal. Sky no es peligroso. No te atrevas a tratarlo mal.
Ella no quiere encerrarme. Pero... ¿y si me atrapan?
—¡Sky! ¡Llegaste! —Parece feliz. Se acerca. Me pide que la siga.
—Remy, él es Sky. Quítale el collar.
—Hola, Sky —dice el hombre, seco.
—Bu... buenos días, señor.
—¿Estás segura, Serena? No sabemos por qué lleva ese collar. Tal vez es peligroso.
—Remy, ya lo pedí como amiga. No me obligues a pedirlo como tu superior.
Nunca se ha molestado conmigo. Pero se que está molesta.
—Yo... no quiero lastimar. Me quedo así. No quiero que se moleste más.— le digo para que no se moleste.
—Sky, viniste. Te he perdonado. Pero no te quiero cerca con ese collar. Si haces daño, será mi responsabilidad. ¿Entiendes?
No sé qué hacer. No quiero que me castigue. No quiero estar solo.
—Quiero que sigas siendo mi dueña —le digo.
Ella no parece contenta. No sé si dije lo correcto. Pero si no me lo quitan... ella no me querrá cerca.
—Quítaselo ahora —le ordena.
—Bien, Sky. No te muevas. Cierra los ojos.
—Ni se te ocurra lastimarlo —gruñe Serena.
—Va a sentir algo leve. No dolerá.
Remy mueve los brazos. Dice cosas que no entiendo. Huele raro. Muy raro. Quiero moverme. Pero no quiero enojarlos.
Mi cuerpo se rinde. Caigo. Unos brazos me sostienen.
—¡Sky! ¿Estás bien? Responde...Remy, si le pasa algo...
Siento a Serena. Está triste. Por mí. No quiero que lo esté.
Todo está en silencio. Calma. No es la muerte. Lo sé. Porque siento sus brazos.
Intento abrir los ojos.
—Sky, no me asustes. ¿Cómo te sientes?
—No siento nada.
—Remy, ¿por qué no siente nada? ¿Qué le hiciste?
—Solo abrí el collar. La niebla y el dolor en su cabeza seguro se han ido.
—¿Seguro?
—Sí. Sky, intenta levantarte. Con cuidado. Luego quitaré el collar. Y te purificaré.
—Está bien —mi voz suena... mejor.
Me levanto. Remy mueve la muñeca. El collar cae. Serena se hace a un lado. Veo el collar. Por primera vez. Me siento ligero. Huelo algo... agradable.
—Serena, ¿estás bien? —pregunta Bianche.
TENDRIA QUE TENER EL MISMO NOMBRE VOLÚMEN 2