Una tragedia marca la vida de Isabella Moretti. Años más tarde el amor vuelve a ponerla a prueba.
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CAPÍTULO 14.
CAPÍTULO 14.
Por Valentino.
Me desperté al día siguiente. Me sentía perdido, abrí los ojos y observé el lugar en el que estaba. El cuarto de mi hermano y en mis brazos su novia. No podía creerlo. Siento que fuimos víctima de una mentira. Todos sabían excepto nosotros. Sin embargo, lo que me preocupa son mis padres. Quizás ellos también lo saben y ¿por eso la tratan de esa manera? No lo sé. Sin embargo, tendré que encargarme de ella. Esta noticia le pegó muy duro, eso lo sé con seguridad. Debo cuidar de ella y también hablar con ella sobre la investigación. Este será un camino muy difícil, sobre todo a partir de ahora. Pero ella debe saberlo. Sentí la necesidad de abrazarla con fuerza y acariciar su cabello.
-¿Cuánto hace que lo sabes?.- preguntó ella. Me sorprendió que ya esté despierta. No lo había notado.
-Lo supe el día en que intentaste suicidarte. Por eso fui a buscarte a tu casa. Quería hablar contigo. Quería saber por qué. Quería respuestas. Quería saber que buscabas en mi familia.
-Yo no lo sabía Valentino. No tenía sospechas. No tienes idea de cómo me siento en este momento.
-Lo sé. Créeme que lo sé. Tenemos mucho para hablar. Te contaré todo lo que quieras. Te hablaré de él, de cómo era. A cambio quiero que tú me cuentes lo que sabes.
-¿Por qué haces esto?- preguntó ella.
-Porque no quiero que te alejes de mi lado. Y no quiero volver a pasar por esto solo. -Respondí.
Ella no respondió enseguida. Espero unos minutos y luego dijo:
-No estás solo. Tienes a tu familia.
-Mis padres... Ellos tienen demasiado para procesar, el hecho de verme mal a mi los destruye más. Nunca quise preocuparlos.
-Lo lamento.
-No te preocupes.
-De verdad no lo sabía Valentino. No sabía que eran hermanos.
-¿Creíste que el apellido era una casualidad?
-No. Él se presentó ante mi como Ezequiel Ferrero.
-Ezequiel Ferrero Marshall. A Ezequiel le gustaba usar el apellido de mamá. Creía que si decía que era Ezequiel Marshall, las personas se acercarían a él por el dinero.
-F&M... Casi dos años trabajando para la empresa y no pude darme cuenta de eso. Qué tonta fui. Estuve tan metida en mis pensamientos. En lo que a mi me pasaba que no me daba cuenta de todo lo que me rodeaba.
-Tenemos muchas cosas para hablar Issi. Y créeme que lo haremos. Mientras tanto, ¿qué te parece si desayunamos?
-Prefiero quedarme aquí. Necesito procesar todo esto.
-Está bien. No podré acompañarte. Debo ocuparme de unos asuntos. Pasare en unas horas para ver como sigues. Por favor, no hagas locuras. Llámame si necesitas algo. Estamos juntos en esto.
-Está bien. Ve tranquilo.
-Oye... Recuerda que debes ver al psicólogo, ¿sí?
-Sí... Hable con Nick para preguntarle si puede venir aquí a la casa. Digo, si no te molesta.
-Claro que no... Tú... vas con Nick?
-Sí. El es mi psicólogo desde que ocurrió todo.
-Vaya casualidad. También me atiendo con el.-Dije
***************
Por Isabella.
Desperté luego de una noche de sueño. Luego de enfrentar aquella cruel verdad, me quedé dormida en los brazos de Valentino. Por alguna razón no quería moverme de allí. Quería seguir en sus brazos. Cuando sentí que se despertó comencé a hacerle las preguntas que invadían mi mente. Me consoló que me diga que tenía muchas cosas para contarme de Ezequiel. Y la verdad es que me entusiasma. Me dejó sin palabras cuando me pidió que no me vaya de su lado. Creo que sin tener demasiado contacto hemos creado un lazo. Un lazo que Valentino quiere fortalecer.
Luego de un momento él se retiró porque debía encargarse de unos asuntos. Yo decidí quedarme unos momentos más en la cama de Ezequiel. Aún sentía su olor a perfume. Me levanté de la cama y comencé a recorrer la habitación nuevamente. Observaba cada una de sus cosas. Estaba fascinada. Durante mucho tiempo no tenía nada más que fotos y ahora estoy aquí, en el que era su cuarto. En ese momento recordé lo que ocurrió aquella noche... La noche en que lo perdí para siempre.
“5 de febrero.
-¿Cómo se lo digo Mariana?, ¿qué pensará de mí?...
-Amiga. ¿Qué pensará? Es su responsabilidad también.
-Es solo que... Hace solo un año que estamos juntos y tengo miedo de decirle esto.
-Cálmate. Todo estará bien.
En ese momento mi celular suena.
-Es él..- Dije, atendiendo la llamada. -Mi amor. Que bueno que llamas.
-Sole mío. Te llamo para invitarte a cenar en la noche. Hay algo importante de lo que necesito hablarte.- Exclamó él. Parecía nervioso.
-Claro. Cuenta conmigo, pero oye... ¿Todo está bien?
-Contigo siempre estoy bien mi reina. Te recogeré a las ocho, ¿bien?
-Claro.
Colgué y me sentí preocupada por lo que él me diría. Ese día elegí mi mejor vestido para él. Me maquillé, arreglé mi cabello. Quería que Ezequiel vea que me esforzaba al máximo por hacerlo feliz. A las 8:00 p.m el llego en su coche, con una hermosa sonrisa en su rostro.
-Mi reina te veo vestida así y no quiero salir de la cama contigo. -Dijo.
-Tú te ves muy hermoso. Dije.
Subí a su coche y durante el camino se produjo un silencio incómodo.
-Mi amor hay algo que debo decirte. Es muy importante.
-Hablemos en el restaurante, ¿quieres? Yo también necesito hablarte de algo.
Asentí. Cuando llegamos al restaurante, Ezequiel se comportó como un verdadero caballero. Como siempre lo fue. Observamos la carta y luego de pedir la comida, Ezequiel depósito un beso en mis manos y luego dijo:
-¿Sobre qué querías hablar, preciosa?
-Mi amor... Sé que el que estaba más entusiasmado por hablar eras tú, pero... Ocurrió algo y si espero no tendré el valor de decírtelo.
-Issi, por favor habla, me estás asustando.
-Ezequiel. Estoy embarazada. Vamos a ser papás.
A Ezequiel se le transformó la cara y por un momento sentí ganas de llorar. Ezequiel no me respondía, solo me observaba.
-Se que lo que te dije no es nada fácil, pero... Dime algo, por favor.
-Sole mío, me hiciste el hombre más feliz del mundo. Seremos una familia. Tú, yo y nuestro bebé. Tenemos que comprarle cosas. Ropa, pañales... Un chupete mi amor. Necesitamos un chupete.
Comencé a reír por la salida que tuvo mi novio.
-Mi amor cálmate. Solo llevo dos meses de embarazo y tú ya quieres hacerlo nacer...
-Es qué no puedo explicar lo feliz que soy en este momento preciosa.
Ezequiel comenzó a llorar de la emoción y yo lo abracé y comencé a besar sus labios.
-Te amo tanto Ezequiel.
-Y yo a ti reina. Te amo con todo mi Alma.
-Tú también querías decirme algo.
-Sole mío. Estaba tan nervioso que olvidé... Al diablo... ¿Quieres casarte conmigo? Siento decírtelo así, es que... Olvidé el anillo en mi coche.
-Claro que quiero mi amor. Te amo. Estoy tan feliz y... aliviada. Por un momento creí que me ibas a dejar.
Ezequiel comenzó a reír. Esa sonrisa angelical que me vuelve loca. En ese momento mi celular comenzó a sonar. Era Julia.
-Mi amor. Lo siento. Olvidé apagarlo. Es Julia.
-Atiende. -Dijo él, suspirando con molestia. Ezequiel no soporta a Julia por algún motivo. No comprendo el porqué.
-Amiga. ¿Qué ocurre?
-Issi. Hagamos pijamada hoy?.- preguntó
-Lo siento amiga, estoy con Ezequiel. Hoy no podré.
-Claro. No te preocupes por tu amiga. Y ¿dónde es que están? ¿Por qué yo no lo sabía?.
-Vinimos a un restaurante aquí a unas cuadras de la universidad para celebrar nuestro aniversario. Fue algo de último momento. Por eso no lo sabías.
-Claro… Como siempre, soy la última en saberlo.
Hice caso omiso a su comentario y colgué el teléfono. A Julia le gusta hacerse la víctima en todo momento. Cuando colgué la llamada, Ezequiel estaba muy molesto.
-Mi amor... Ya... No te enojes. -Dije.
-Es que me enerva esa mujer. Siempre quiere arruinar todo.
-Ya, Ezequiel, solo quería hacer planes conmigo pero le dije que no podía. Ya está.
-Y de seguro te hizo una escena victimizándose para que tú sientas lástima. Amor no me gusta que seas su amiga.
-Pero vida mía... Ella es mi amiga desde pequeña... Lo siento pero... no dejare de ser su amiga.
-Está bien. Tienes razón. -exclamo Ezequiel intentando calmarse. -Es… Tengo un mal presentimiento.
-Ya, de seguro, no es nada cariño... Pero no te enojes conmigo.
-Jamás podría enojarme contigo, bonita. -Dijo el.
Cuando terminamos de cenar, Ezequiel me invitó a su casa. Era la primera vez que iría. No conozco a su familia. Pero él me dijo que les habló de mí y que quería presentarme ante ellos, más ahora que seríamos una familia. La lluvia caía en Chicago. Corrimos a su auto como si fuéramos niños. Al subir, me mostró una bolsa muy Bonita en la que supongo está mi anillo. Dijo que haría una petición mucho mejor y más formal, delante de su familia. Comencé a reír. Amo a este hombre con mi vida. Ezequiel comenzó a conducir y se dirigió a la carretera, ya que su casa quedaba a las afueras de la ciudad.
En un momento sentí las luces de una camioneta que venía de frente, demasiado altas, y Ezequiel lo esquivó, pues se encandiló y tuvo miedo de chocar. Gracias a esa maniobra perdió el control del coche. El auto dio algunas vueltas. Abracé mis rodillas mientras Ezequiel se abalanzó sobre mí para protegerme.
Me desperté sintiendo un gran dolor. Vi todo al revés. Intenté moverme pero no pude. Tenía el cinturón de seguridad puesto. Me lo quité y de inmediato mi cuerpo cayó, aumentando el dolor. Busco a Ezequiel. Está a mi lado.
-Mi amor. Despierta. Tenemos que salir de aquí.- Pero él no respondía.
Intenté sacarlo de allí pero era muy difícil. Lo arrastré unos metros con dificultad. Las lágrimas nublan mi vista en el instante en que se oye una explosión. Comencé a gritar por el miedo. Mis oídos se ensordecieron. Abrace con fuerza a Ezequiel y besé sus labios.
-Despierta mi amor. Despierta por favor. Tengo mucho miedo. -Pero él aún no reaccionaba.
Me acosté a su lado y lo abracé. No lo dejaría. No así. A lo lejos oí las sirenas. Estaba demasiado entumecida, intentando despertar al amor de mi vida. Minutos después, sentí como me alejaron de él a la fuerza. No quería dejarlo. Lloraba desconsoladamente. Mariana llegó a mi lado, seguida por Matías y Julia.
Vi a lo lejos como metían su cuerpo en una bolsa negra y sentí que la vida se me terminó en ese instante. Comencé a sentirme mal. Me estaba desangrando. Matías intentaba localizar las heridas, pero en vano. Mi amigo estaba desesperado. Así que, sin saber qué hacer, dio avisó a los paramédicos
-Por favor déjenme ir con él. Matt, por favor, no se lo lleven. Estará asustado, está lloviendo, hace frío. ¡El tendrá frío! -Exclamé llorando desconsoladamente.
Mientras más cosas decía yo, Matías más lloraba. Sé que adora a su amigo con todo su Alma y en este momento se disputaba entre estar conmigo e ir con él. Pero supongo que el comprendía todo. El sabía que por su mejor amigo ya no podría hacer más nada, pero conmigo, la cosa era diferente.
-Matt. Llévame con él. Por favor. -Volví a gritar. -¿Por qué no me dejas estar con el?
En ese momento, el mundo se nubló a mis ojos. No supe nada más. Desperté en una cama de hospital, una semana después.”
Una hora más tarde, Nick estaba esperándome en la sala. Tuve una pequeña sesión con el. Me receto unos calmantes, ya que los míos se habían terminado. Me hablo mucho acerca de lo que paso. También se disculpó por no responder mis llamadas, se encontraba de viaje y tenía su celular apagado. Aunque deteste tener que ir al psicólogo, debo admitir que Nick me hace muy bien y me ayuda mucho. Sobre todo ahora, que encontré una nueva razón a la que aferrarme.