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SI PUDIERA SALVARNOS

SI PUDIERA SALVARNOS

Status: En proceso
Genre:Amor de la infancia / Autosuperación / Reencuentro / Cambio de Imagen / Riqueza en una noche / Pretendiendo ser otra persona
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Irwin Saudade

Ivin quiere lo mejor para su familia y por eso esconde un secreto: por las noches es dama de compañía. Durante una noche de trabajo, se reencuentra con su crush de toda la vida. ¿Qué podría pasar cuando tu primer amor te confiesa estar enamorado de ti, pero tú estás en alquiler para otros hombres? ¿Por qué el amor es difícil a veces? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el amor no siempre nos salva?

NovelToon tiene autorización de Irwin Saudade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CONTIGO

Al terminar de cenar fuimos a caminar por los puestos de artesanía y neta, recorrimos todo. Estar cerca de él me hizo olvidar por un momento todos mis problemas.

En verdad que me sentía muy despreocupada y con ganas de sentirme "más libre".

—¿Y cómo está tu familia? —Le pregunté.

La altura de Jonatan era considerable. Su cabello alborotado parecía brillar con las luces de la noche y de vez en cuando mi hombro se rozaba con su brazo a medida que íbamos avanzando.

—Ellos están bien. Papá es un jubilado del campo petrolero y mamá es feliz con sus amigas. ¡Ahora disfrutan de su tiempo libre!

—¿Tienes hermanos?

—Dos hermanos mayores.

—Así que tú eres el menor. ¿Qué se siente ser el consentido?

Y es que era verdad que en la mayoría de las familias siempre se suele consentir al hijo menor. En nuestra casa, el consentido siempre era Estefan.

—Pues es algo padre. Te dan casi todo y tienes libertad.

Sonreí.

—Lo bueno es que estas aprovechando ese privilegio. No dudo que, por eso, tus padres te dejaron trabajar lejos de casa.

Sus labios se dibujaron con una sonrisa.

—Pues, aunque no lo creas, mi madre no quería dejarme venir.

—¿De verdad?

Asintió.

—La última semana que pase en casa, ella siempre me recordaba que pensará bien en las cosas. A cada rato me decía que mejor me quedara por ahí cerca a trabajar y la verdad es que ella siempre se ha preocupado demasiado por mí. ¡No sé! A lo mejor es, como dices, soy el menor y tienen miedo a que me pase algo.

—Bueno, es que siempre las madres se van a preocupar por el bienestar de sus hijos. Por ejemplo, en mi caso. Mi mamá supo que hoy saldría de noche y me pidió llegar a las diez. ¡Se veía algo preocupada por saber que iba a salir!

¡Límites! Una madre siempre pedirá límites por el bienestar de sus hijos.

—¿Así que tienes que regresar a casa pronto? No me habías dicho eso.

—Es que tú nunca me preguntaste —Le saqué una sonrisa. El reloj marcaba las nueve treinta—. Y la neta es que no me había dado cuenta de la hora porque me la estoy pasando bien. ¡Me siento despreocupada!

—¿Y eso? ¿Cargas con un chorro de preocupaciones o qué?

—Pues que te digo, la verdad es que ya tenía rato que no salía a dar la vuelta. Casi siempre ando en el trabajo, las actividades en la casa, mi papá y sus cuidados. ¡Ya sabes! Toda una rutina.

Se detuvo por algunos segundos cerca de un puesto de pan, el aroma a pan recién horneado nos atrapo y el instante se volvió más agradable.

—Aparte de ser escort y vendedora de pays, ¿a que más te dedicas?

¿Jonatan se estaba entrometiendo demasiado en mi vida personal? ¿Por qué sus preguntas eran un tanto intensas con respecto a mí?

Algo que es bien cierto y que a veces olvidamos, es que cuando una persona quiere conocernos (porque seguramente tiene interés en nosotros), siempre va a estar preguntando sobre nuestra vida y nuestros gustos. ¡Este era el caso con Jonatan! Y no por eso se convertía en un chismoso. ¡Seguro que él quería conocerme!

—Pues solo hago eso.

—¿De verdad?

—¿Por qué dudas de mí?

Me miro con curiosidad.

—No es que dude de ti, en realidad, me causa interés poder conocerte. Creo que eres muy linda para trabajar en eso.

El aroma a pan caliente me abrió un poco el apetito.

—Bueno, a veces la vida se encarga de que vivamos cosas que no deseamos y por eso el motivo de nuestras circunstancias.

Medito en mi respuesta. Hubo silencio.

—¿Pintas? Recuerdo que eso me dijiste la primera vez que nos conocimos.

Me sorprendió que recordara eso.

—Sí. Me gusta pintar. Es mi pasatiempo favorito.

—¿Me enseñarías tus obras?

Y esta vez, el brillo de sus ojos, el sabor a mango en mi boca y mi serenidad ante él, todo permitió que quisiera mostrarle unas fotografías de mi arte. ¡Unos bocetos en arte lineal y rayones.

—¡Son increíbles! —Sus dedos acariciaban la pantalla de mi celular—. Eres muy talentosa.

—¡Gracias!

—¡Orales! No esperaba eso de ti. ¡Que interesante! Es como si tu arte doliera y sonriera al mismo tiempo.

Sus palabras me hicieron reflexionar en mi sentir.

—¿Que esperabas de mí?

Parecía meditar en su respuesta.

—Pensé qué tal vez, no sé, te imaginé durmiendo hasta el mediodía porque, pienso que regularmente sueles terminar muy noche por aquellos encuentros de la vida nocturna que llevas. ¿No es así?

La forma en que sus ojos se posaban sobre mí me hacía sentir tranquila. No pude evitar reírme.

—¿Que te causa risa? —Preguntó tras ver mi reacción. Intenté calmarme, pero no pude.

—¡Nada! Es solo que estaría chido poder descansar hasta el mediodía. ¡A veces si lo necesito! Que padre que imaginaste eso de mí, ojalá fuese una realidad.

—¿Y por qué no intentas hacerlo un día?

—Pues verás, lo he intentado los días domingos, pero la neta es que mi cuerpo ya se acostumbró a esta rutina. ¡Ahora no puedo flojear!

—No creo que sea flojear. Más bien es como, tomar un descanso necesario. Por todo lo que me dices, yo creo que te esfuerzas demasiado. ¿Tu familia sabe qué...?

No quise escuchar el resto de su pregunta.

—No. Ellos no saben y yo no quiero que se enteren. ¡Quizá nunca les diré! Seguro se molestarían mucho por lo que hago y se sentirían muy decepcionados, sobre todo mis padres. ¡Esto me rompe el corazón!

En ese instante de la plática, sentí que era el punto en el que, tal vez, yo tendría que comenzar a darle más explicaciones a Jonatan sobre las decisiones que me orillaron a todo esto. ¿Él me entendería?

—Está bien. Supongo que has de tener tus razones. Yo, bueno. Si puedo ayudarte en algo, aquí estoy. ¡Cuenta conmigo! No estás sola y el hecho de que no nos conozcamos desde hace mucho tiempo no significa que no me importes.

¡Canijo acento norteño que me hace deshacerme por completo! Comenzamos a avanzar. Me sentí en gratitud por lo de sus palabras.

—¿Quieres que te lleve a casa? Me tomo desprevenida.

—¿Tienes auto?

—Sí.

Hizo que sus cejas se movieran de forma coqueta.

—Pero...

—¿Aún alcanzas transporte público? Seguro que a esta hora el autobús viene lleno de pasajeros —dice él.

Su suposición era cierta. ¿Y qué debería hacer? Mi intención era que Jonatan no conociera muchos detalles sobre mi vida privada y yo parecía estar fracasando. ¿Estaría mal si acepto su propuesta? ¡Canija inseguridad de mi interior!

—¿Entonces...? —Me preguntó al ver que no le daba una respuesta—. Mi turno terminó hace rato.

—¿Seguro que puedes llevarme a mi casa? —El tono de mi voz era muy incrédulo.

—Es lo menos que puedo hacer por ti. Hemos pasado una noche agradable. Como que me transmites confianza. Y eso está chido. ¿No?

¿Confianza? ¿De verdad yo le causaba eso? Una chispa hizo que mi corazón se incendiara en una emoción inexplicable. ¿Cosquillas? ¿Emoción? ¿Alegría?

—¡Está bien! Aceptaré que me lleves a casa.

—Va. Ya solo me dices la dirección.

Asentí y él parecía estar feliz por haber logrado convencerme.

—Antes de irnos, ¿quieres un pan? La verdad es que a mí se me antojaron unos cuernos desde hace rato que nos detuvimos junto a ese puesto de pan —le propuse.

Sonreí, Jonatan era un caballero.

—Sí. Se me antoja una concha de chocolate.

1
Bella Maldonado Beltran
Excelente
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