Odiada, Amada Por El CEO

Alvin se molestó cuando su mirada captó a Revan forcejeando bruscamente con Daniza. De repente, todo su cuerpo se sintió caliente y sus puños se cerraron con fuerza. Sin perder tiempo, el hombre alto y fornido aceleró su paso.

—¿Qué está pasando aquí?— preguntó bruscamente mientras sujetaba la muñeca de Daniza, haciendo que su cuerpo chocara contra su pecho. Alvin incluso pudo sentir el temblor en el cuerpo de Daniza, como si acabara de encontrarse con el enemigo más temible del mundo.

—¿Estás bien?— preguntó sin soltar su agarre firme.

Daniza solo respondió con un movimiento de cabeza. Era como si el encuentro con Revan hubiera paralizado su capacidad de articular una sola palabra.

Ver la interacción entre su esposa y otro hombre encendió la ira de Revan. Como esposo, claramente sintió que tenía un control absoluto sobre Daniza. Revan no quería que su dignidad fuera pisoteada irrespetuosamente por Alvin.

—¡Suéltala!— gritó Revan.

—¿Olvidaste que Daniza todavía es mi esposa?

Los ojos negros profundos de Alvin penetraron a Revan. Sin embargo, en cuestión de segundos, se pudo ver una sonrisa en la comisura de sus labios.

Levantó una mano y dio órdenes a varios guardias de seguridad de la oficina.

Revan adoptó una postura defensiva cuando varios hombres uniformados, mucho más grandes, lo tomaron por la fuerza.

—¡Suéltenme! ¡No saben quién soy!— Protestó Revan, retorciéndose para liberarse. En su ira desbordante, miró a Alvin que estaba abrazando a su esposa.

—Daniza, ¡ven aquí!— Sin embargo, Daniza ignoró el llamado de su esposo. Tampoco defendió a Revan.

Ahora, lo único en lo que pensaba era en Alvin. ¿Se metería Alvin en problemas con sus superiores por ser grosero con un socio en defensa de un empleada de limpieza?

—Sáquenlo de aquí y no permitan que ponga un pie en esta oficina de nuevo— ordenó Alvin.

Daniza miró el rostro masculino que casi la envolvía.

Su corazón latía rápidamente cuando sus miradas se encontraron.

Una pregunta repentinamente resonó en su mente. ¿Tenía Alvin tanta influencia en la oficina como para ordenar a los guardias de seguridad?

—¡Daniza!— El grito furioso de Revan interrumpió los pensamientos de Daniza.

Ella se volvió para mirar a su esposo.

—Una cosa que debes saber ... parece que mi decisión de elegir a Alina fue la correcta. Porque eres solo una mujer barata que se vende a otros hombres. Eres una mujer ingenua y vulgar, no tienes comparación con Alina que es hermosa y moderna— Los párpados de Daniza se cerraron mientras las lágrimas caían.

La decepción y la ira se unieron formando un remolino de arrepentimiento.

¿Por qué no rechazó el matrimonio arreglado establecido por su difunto padre con Revan?

¿Por qué entregó su corazón tan fácilmente a un hombre como Revan? ¿Y por qué se rindió tan fácilmente al falso amor que Revan le ofreció?

Debería estar disfrutando de su embarazo con el trato gentil de su esposo. Molestándolo con caprichos extraños, o simplemente acariciando su vientre por la noche.

Pero la realidad era completamente diferente, el sembrador de una nueva vida creciendo en su útero no paraba de lanzar palabras hirientes.

En silencio, el corazón de Daniza gritaba de dolor.

Finalmente, los guardias de seguridad lograron sacar a Revan del edificio de la oficina, expulsándolo de forma irrespetuosa.

Daniza aún veía a Revan maldecir con rabia antes de irse conduciendo su automóvil.

—¿Estás bien?— Alvin sentó a Daniza en una silla. Le ofreció un vaso de agua que ella tomó y bebió un poco. Se sintió un poco mejor después de eso.

—Gracias— dijo Daniza.

Alvin arrodillándose ante Daniza. Miraba con tristeza el rostro de la mujer. Si pudiera, llenaría la vida de Daniza de felicidad, incluso si tuviera que quitarle la esposa de alguien.

—¿Necesitas algo?— preguntó Alvin. En realidad, quería ofrecer llevarla a casa y dejar que Daniza descansara.

Después del incidente hace un momento, su estado de ánimo seguramente estaba muy mal.

Daniza negó con la cabeza débilmente. Le llevó unos minutos para calmar su enojo y decepción.

—Si pudiera... solo quiero renunciar— dijo Daniza. Los ojos de Alvin se abrieron de par en par en ese momento. De repente, se sintió débil.