En un mundo donde los humanos temen a los lobos y los lobos temen a su propia naturaleza, Rachel Montemayor despierta en un calabozo, atrapada entre dos identidades. A lo largo de su vida, ha luchado por controlar su lobo interior, pero ahora, en la víspera de ser vendida como esclava en la ceremonia de ascenso de Desmond, su destino parece sellado. Mientras las ofertas se lanzan como dagas en el aire, Rachel debe decidir: ¿se someterá a la vida de un objeto, o encontrará la fuerza para reclamar su libertad y desatar el poder que siempre ha llevado dentro?
¿Es Ethan un Villano o un Héroe Trágico?
¿Puede la cercanía sanar las heridas del pasado?
¿Es posible cambiar el corazón de un hombre frío como Ethan?
En un juego de traiciones, poder y autodescubrimiento, Rachel se embarcará en una lucha que podría redefinir no solo su vida, sino el equilibrio entre humanos y lobos.
Podrá Rachel descubrir: ¿Qué hay detrás de la fachada del 'hombre de corazón frío'?
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El Despertar de la Bestia
...|| Ethan Blackwood ||...
Me había distraído tanto ocupándome de los intrusos que el paso del tiempo pareció dilatarse frente a mí. La luna llena se alzaba majestuosamente en el firmamento, derramando su luz plateada sobre la mansión, convirtiéndola en un escenario casi etéreo. Sentía cómo la energía de la noche se apoderaba de cada fibra de mi ser, despertando en mi interior una inquietud familiar, una especie de deseo visceral que no podía ignorar. Con pasos decididos, me dirigí hacia mi estudio, esforzándome por mantener la calma en medio de la creciente agitación. Sin embargo, en lo más profundo de mi ser, era consciente de que la sed de sangre comenzaba a hacer su aparición, manifestándose como un latido ansioso que reclamaba atención.
La condición de locura que padecía, conocida como la sed de sangre, era un tormento que había cargado en silencio durante muchos años. Se trataba de una maldición que había recibido como legado de mi linaje familiar, una marca que me transformaba en una criatura incontrolable con el deseo intenso de infligir sufrimiento y dolor a otras personas. cada vez que la luna alcanzaba su plenitud. Solo unas pocas personas, las que estaban más íntimamente ligadas a mi vida, conocían la verdad detrás de mi sufrimiento. Por ello, hacía todo lo posible para mantener esta revelación oculta del resto del mundo, temiendo el juicio y el rechazo que podría enfrentar si se llegara a conocer. La lucha interna que experimentaba cada mes se volvía más intensa, mientras intentaba encontrar maneras de lidiar con esta oscura herencia sin poner en peligro a aquellos a quienes amaba.
Esa noche, no obstante, había una sensación en el aire que me decía que todo era distinto. La llegada de Rachel a la mansión parecía haber encendido una ira profundamente arraigada en mi interior, una rabia que crecía y se intensificaba con cada minuto que pasaba. Mi mente, en un tumulto caótico, se inundaba de visiones vívidas y perturbadoras de sangre y brutalidad. Era como si las sombras de mis pensamientos más oscuros estuvieran cobrando vida, arrastrándome hacia un abismo que temía explorar. A medida que la tensión aumentaba, me encontraba en una lucha constante por mantener el control sobre mis emociones y no sucumbir a esa sed de destrucción que amenazaba con consumirlo todo.
— ¡Aaah, maldita sea! —exclamé con desesperación, elevando la voz a medida que golpeaba mi cabeza con las palmas de las manos, tratando de aliviar el intenso dolor que surgía con cada segundo que pasaba.
Me apresuré a encerrarme en mi estudio, asegurándome de que las puertas estuvieran firmemente cerradas. Las paredes parecían cerrarse a mi alrededor, y la sensación de claustrofobia comenzaba a apoderarse de mí. Mis manos temblaban incontrolablemente, y mi respiración se tornaba cada vez más irregular, como si mi cuerpo estuviera anticipando un ataque inminente. Era plenamente consciente de que no contaba con mucho tiempo antes de que la bestia, esa fuerza oscura dentro de mí, tomara el control de mi ser de manera absoluta. La ansiedad comenzaba a consumir cada rincón de mi mente, y cada latido de mi corazón me recordaba la inminente transformación que se avecinaba. En ese momento, la lucha entre mi humanidad y la monstruosidad se intensificaba, y sabía que debía actuar con rapidez.
—No... no otra vez —murmuré para mí mismo, aferrándome a los bordes del escritorio.
La oscuridad me rodeaba por completo, como una manta pesada que oprimía cada rincón de mi ser. Sentía con claridad cómo mi cuerpo se transformaba, cada fibra de mis músculos tensándose en una respuesta primal. Era como si una energía oscura fluyera a través de mí, y mis colmillos comenzaban a elongarse, afilándose hasta adquirir un brillo amenazante, prontos para desgarrar y atravesar cualquier obstáculo que se atreviera a cruzarse en mi camino. La sed de sangre latía en mi interior, una urgencia insaciable que clamaba por ser saciada; una vez que esa voracidad despertaba, se hacía casi imposible contenerla, como si una bestia indomable se liberara en mi interior.
Mientras lidiaba con este tumulto interno, un sonido rompió la tensión en el ambiente; un ruido proveniente del pasillo. Al principio, creí que era simplemente fruto de mi agitación y de la oscuridad que me envolvía, un eco imaginario en medio de mi tormenta personal. Sin embargo, los pasos se hicieron más distintos y concretos, resonando en el silencio opresor. De repente, la puerta del estudio se abrió con un leve crujido, y vi a Rachel asomar la cabeza, su rostro reflejando preocupación y confusión. Su mirada penetrante buscaba respuestas, ajena al conflicto que se libraba dentro de mí.
—¿Ethan? ¿Está todo bien? Escuché ruidos extraños y... —sus palabras se detuvieron al ver mi estado.
¿Cómo era posible que estuviera ahí? ¿De qué manera había conseguido abrir una puerta que, según tenía entendido, había permanecido cerrada todo este tiempo? Traté de disimular los cambios que experimentaba en mí, pero para ella resultaba evidente que algo no estaba bien. Rachel me observó con una expresión que combinaba miedo y preocupación, reflejando el evidente conflicto que había en mi interior.
—¡Rachel, sal de aquí! —gruñí, mi voz transformada por la bestia que luchaba por salir—. No deberías estar aquí.
Rachel dio un paso hacia atrás, pero no parecía dispuesta a dejarme solo. —¿Qué te está pasando, Ethan? —preguntó, su voz temblorosa.
—Es la "sed de sangre". Necesito que te alejes antes de que sea demasiado tarde —dije, tratando de mantener el control.
Pero Rachel no se movió. En lugar de huir, decidió quedarse, decidida a ayudarme de alguna manera.
—No voy a dejarte solo en esto. Dime qué puedo hacer para ayudarte —dijo, su voz llena de determinación.
La lucha interna continuaba, y cada segundo parecía una eternidad. Sabía que la noche sería larga y llena de tormento, pero tenía que resistir. Debía mantener la promesa que me había hecho a mí mismo: proteger a Rachel y evitar que la bestia tomara el control por completo.
—Rachel, por favor... —susurré, mientras la oscuridad me envolvía por completo.