Desde Que Te Vi

[Punto de vista de Mariana]

La noche anterior la había dejado inquieta.

Agradecida.

Y también muy, muy curiosa.

Estaba segura de algo: Mauricio sabía más de lo que aparentaba. Mucho más.

Y si no le decía nada… entonces, ella se lo sacaría a su manera.

Mientras lo miraba desde la mirilla (otra vez), esperó a que él saliera a sacar la basura.

Tenía exactamente 12 segundos.

Abrió la puerta con naturalidad, como si justo, justo, le hubiera dado sed de aire fresco.

—¡Oh! Qué coincidencia… —sonrió como si el universo lo hubiera planeado—. ¿Sacando la basura?

Mauricio giró lentamente. La miró con esa calma tan suya que, en lugar de apaciguar, la descolocaba más.

—Sí. Y vos… ¿necesitás algo?

—¿Café?

Él arqueó una ceja.

—¿Ahora?

—Tengo galletitas. De vainilla y chocolate.

Silencio. Luego, una media sonrisa.

—Acepto.

Estaban en la cocina. Ella sirviendo, él observando con atención cada detalle.

Mariana sentía que estaba frente a un lobo que se dejaba acariciar, pero que en cualquier momento podía mostrar los dientes.

—Gracias por… lo de ayer. Sé que alguien me ayudó. No recuerdo bien, pero lo sé.

Mauricio bebió del café con gesto sereno.

—Los vecinos deben haber visto algo.

Ella ladeó la cabeza.

—Claro. Qué suerte que tengo un vecino como vos.

Él no respondió. Solo la miró.

Y ahí, Mariana cambió de táctica.

—Te puedo hacer una pregunta personal, Mauricio?

—Depende. ¿Cuánto personal?

—¿Alguna vez… cuidaste de alguien sin que lo supiera?

El movimiento de su mano se detuvo apenas un segundo antes de llevar la taza a sus labios.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Cosas que me pasaron —dijo ella con tono pensativo, como si hablara del clima—. Regalos que no tenían explicación. Una beca misteriosa. Alguien que siempre llegaba justo a tiempo cuando algo no iba bien…

Mauricio la miró fijo.

Pero no habló.

Mariana sonrió.

—Vos no serás mi ángel de la guarda, ¿no?

Silencio.

Ella se inclinó, como si compartiera un secreto.

—Si lo fueras… te daría las gracias. Porque a veces sentía que alguien me miraba, ¿sabés? Pero nunca me dio miedo. Era como… estar bajo una sombra que te protege.

Mauricio apoyó la taza, se incorporó y caminó lentamente hasta quedar frente a ella.

La miró desde arriba, como si evaluara hasta qué punto ella sabía o solo jugaba.

—¿Y si fuera cierto? —preguntó con voz baja—. ¿Si alguien realmente te cuidó en silencio? ¿Si ese alguien no fuera tan bueno como pensás? ¿Si no fuera un ángel… sino algo mucho más oscuro?

Mariana tragó saliva. Pero no se echó atrás.

—Entonces… aún así le daría las gracias. Porque en los peores momentos, alguien me cuidó. No me importa si tiene alas… o cicatrices.

[Punto de vista de Mauricio]

Esa chica…

Había jugado bien.

No lo confrontó directamente. No lo acusó.

Jugó con verdades a medias y sonrisas, lo empujó al borde sin dejarlo caer.

Lo desarmaba con una dulzura natural, con ese carácter fuerte envuelto en ternura.

Y ahora lo miraba, tan pequeña frente a él, pero con la mirada firme.

—Yo no soy bueno, Mariana —dijo al fin—. No deberías confiar tanto en mí.

Ella bajó la mirada un instante y luego lo miró de nuevo.

—Tal vez no. Pero confío en lo que siento. Y… no me asustás.

Mauricio sintió algo extraño en el pecho. Como si todo lo que había planeado, lo que había contenido por años, quisiera salir de golpe.

Se obligó a retroceder. A poner distancia.

—Deberías ir a dormir.

—¿Y vos?

—Yo… necesito pensar.

Ella lo siguió hasta la puerta. Lo detuvo con una mano en el brazo.

La calidez de su toque lo sacudió más que cualquier amenaza.

—Solo decime una cosa —susurró—. ¿Fuiste vos el del cuaderno de dibujo?

Mauricio la miró.

Y por primera vez en mucho tiempo… no pudo mentir.

—Sí.

El brillo en los ojos de Mariana fue como un amanecer.

—Gracias, Mauricio.

Y se fue. Sin más preguntas.

Lo dejó ahí, con el corazón latiendo como tambor de guerra.

[Pensamiento final de Mauricio]

Esto cambió todo.

Ya no había marcha atrás.

Mariana había comenzado a abrir la puerta al secreto.

Y él… no estaba seguro de poder seguir manteniéndola cerrada.