Ander Hernández, un futbolista nacido en cuna de oro, decide ocultar su apellido para construir su carrera sin la sombra de su influyente padre. En su camino, conoce a Dalia Molina, una mujer que desafía los estándares tradicionales de belleza con su figura curvilínea y sus adorables mejillas.
Dalia, que acaba de sufrir una pérdida devastadora, se enfrenta al reto de sacar adelante a su madre y a su hermana menor. Pero su mundo da un giro inesperado cuando un hombre, tan diferente de ella en apariencia y situación económica, irrumpe en su vida, alterando todos sus planes.
A pesar de sus diferencias, tanto físicas como sociales, los corazones de Ander y Dalia laten al unísono, mostrando que, aunque sean polos opuestos en muchos aspectos, comparten lo más importante: un espíritu noble y un amor que trasciende todas las barreras.
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Parte 13 (+18)
Dalia
Ambos teníamos los mismos pensamientos, ver su lado dominante me estaba metiendo muchas cosas en la cabeza, solo tenía ganas de dejarme joder por completo. Hace tanto tiempo no lo hacía de esta forma, aunque sí podía confirmar que era la primera vez que era en la casa donde estaba mi mamá y mi hermana.
Mis fantasías se estaban alimentando demasiado, me tengo que cubrir la boca cuando mueve un poco mi short y me met*e un dedo en mi interior. Mi cabeza se llena de ¡Dios! No podía pensar racionalmente cuando empieza a mover los dos que puso, cuando lleva su cabeza hacia mi lugar para darme como se merece.
Pongo mis ojos en blanco cuando siento un intenso plac*er, uno muy excelente. Cuando siento un cosquilleo en mi interior, empiezo a negar con la cabeza, Ander nota esto y me cubre fuertemente la boc*a, alejando su lengu*a de mi lugar. Siento que desvénese esas ganas de explotar, pero mueve fuertemente tres ded*os en mí y ya entend*í por qué me cubrió la boca porque eso ahoga mis gritos cuando llego.
—Te ves tan linda así, tan ida por mí —Este futbolista era el mismo demonio.
Cuando le iba a contestar, veo su amigo, muy pronunciado. Se va por completo mi sarcasmo y mis ganas de contestarlo, solo pienso en que quiero eso dentr*o.
—Dentr*o, dentr*o —Jade*o suave, sin dejar de mirar mi objetivo.
—Reina, tus ojos en mí —Lo miro, y vuelvo a suplicar.
—Por favor, dentr*o —Presiona fuertemente mi rostro que estaba en sus manos y sonríe.
—Muéstrame dond*e lo quieres —Ubico bien mis piern*as para mostrarle la entrad*a donde me estaba cogiend*o con sus ded*os hace unos segundos. —Dios, tengo que hacerte mi esposa.
No me deja procesar eso último, porque lo inserta en mí. Lo estaba haciend*o en mi habitación, en un puff. Pero estaba siendo una de las mejores sesiones que podría tener.
Vuelvo a llegar y creo que él también, porque me besa para ahogar nuestros ruid*os, había sido despacio y suave, para no hacerlo sonar mucho. Mierda, no podía despertar a mi familia, de verdad que no podía hacerlo.
Pero mi mente dejo de pensar que me podían atrapar cuando sentí sus fluid*os en mi interior. Suspire totalmente contenta, me iba a volver adicta a esto.
—Dios mío, me dejé llevar demasiado —Lo escucho decir mientras me ve vuelta un desastre.
—Debemos organizar todo antes que ellas se despierten.
Me roba un beso.
—Soy un poquito mandón.
—No lo noté, para nada —Mi novio pone los ojos en blanco, para sonreírme.
—Eres increíble, ahora vamos mi cachetes que tengo que organizar todo.
Nos da tiempo de poner todo en la nevera, en medio de eso mi mamá aparece.
—¿Ander? ¿No estabas entrenando?
—Señora, la extrañé —La abraza —Tengo el fin de semana libre, vaya póngase más bonita con mi cuñada para sacarlas a comer.
—Dios, este muchacho —Mi mamá niega con la cabeza y medio me mira de reojo, para ir a despertar a mi hermana.
Ander me mira y tiene una sonrisa burlona.
—No me mires así.
—No te estoy mirando de ninguna manera, cachetes.
—No diré nada —Me volteo para terminar de organizar la fruta.
En una hora nos organizamos para ir a comer, Ander tenía el auto, entonces dijo que pasaría todo el día con nosotras, yo estaba emocionada, por fin iba a ver a mi novio y había logrado lo que mi mente se llenó en una semana.
Hablamos de como habían sido esos días.
—Me ayudaste mucho con tu idea —Ander acaricia mi mano, sonrió mientras esperamos las empanadas.
—¿Sí? ¿Por eso estuviste tan perdido?
—Tuvimos que grabar dos días todo eso, ver si eso ayudaba y analizar cada noche.
—¿Funcionó? —El hombre asiente un poco serio.
—Más rápido de lo que crees, porque me dedique tanto a ver sus movimientos, a leer un poco de su perfil antes de meterlos a la selección, todos tenemos patrones y tape casi el 99%
—Es mucho.
—Bastante, a veces cuando creía que uno iba a tirar de alguna forma, mi cuerpo reaccionaba antes para taparlo y resultaba positivo.
—Me alegro mucho que resultará de esa forma.
—Bueno, le conté a mi entrenador sobre todo eso.
—¿Qué dijo?
—Primero, se quedó en silencio, como si estuviera procesando todo. Luego, me sorprendió diciendo que quería que alguien con esa dedicación y perspectiva se uniera al equipo técnico, al menos como asistente.
—¿Asistente del entrenador? —Mis ojos se abrieron de par en par.
—Sí, exactamente. Quiere que trabajes con nosotros. Dijo que alguien con tus ideas frescas y tu capacidad para analizar a los jugadores podría ser una gran adición al equipo.
No podía creer lo que estaba escuchando. Ser asistente del entrenador de un equipo de selección era algo que jamás había imaginado. Me sentí abrumada por la emoción y el nerviosismo a la vez.
—¿Si puedo hacerlo? No sé si funcione porque soy mujer y todo eso.
—Hace mucho se quitó ese pensamiento, si eres buena, eres buena, no hay más que decir.
—Bien —En ese momento llega las empanadas y todo lo demás para comer.
Mi mamá y mi hermana me hacen miraditas.
—También se me olvido decirte, que podrías ir con tu mamá y tu hermana cada vez que puedan, solo tendrían que confirmar algo para no decirle a nadie que están con los futbolistas.
Dios, eso era más presión. Solo de pensar en el fútbol, podía imaginar a mi papá emocionado, totalmente emocionado de conocer unos hombres que seguían una pelota, pero mi papá sería feliz.
Debería intentarlo, total no perdía absolutamente nada con hacerlo.
Cuando me termino el último bocado de mi empanada y mi rico milo frío, miro a mi novio.
—Dile a tu entrenador que acepto, ¿cuándo empezaría? —Ander me mira con una sonrisa, me roba un beso.
—¿Estás segura? Nos vamos a ver mucho más seguido —Me lanza una mirada, esa misma que me hizo que hicieramos muchas cosas.
—Sí, y ya te dije que no me mires así, Ander —Se ríe, para ir a pagar la cuenta.
—Empiezas el lunes, cachetes —Me da un beso en la mejilla para salir del lugar, una nueva era.