Reon Y El Mundo Fantástico
Reon siempre había sentido que su vida estaba destinada a algo más, algo que no podía explicar pero que latía con fuerza en su pecho cada vez que miraba el horizonte. A sus dieciocho años, el pequeño pueblo donde vivía parecía demasiado estrecho para contener sus sueños. Las mismas calles empedradas, las mismas caras conocidas, las mismas rutinas... todo se repetía día tras día como una canción que había perdido su melodía. Sin embargo, esa mañana, una extraña inquietud se apoderó de él. Algo en el aire había cambiado, un sutil susurro que lo llamaba desde lo profundo del bosque que rodeaba su hogar.
Era temprano cuando decidió tomar un camino distinto, uno que se adentraba en las entrañas del bosque. El sendero estaba casi oculto por la maleza y las ramas bajas, como si la naturaleza misma tratara de mantenerlo en secreto. Los ancianos del pueblo hablaban de ese lugar con temor, susurrando historias sobre misterios antiguos y peligros olvidados. Pero Reon, con su curiosidad siempre al acecho y una determinación que no conocía barreras, no pudo resistir la llamada. La sensación de que algo grande lo aguardaba al final de ese sendero era demasiado fuerte para ignorarla.
Los primeros pasos fueron cautelosos. Las sombras de los árboles parecían alargarse de manera antinatural, como si observaran cada movimiento, y el sonido de sus propias pisadas resonaba en el silencio expectante. A medida que avanzaba, la vegetación se hacía más densa, y Reon notó que la temperatura descendía levemente, un frío que parecía emanar del corazón mismo del bosque. Sin embargo, lejos de asustarlo, esa sensación lo impulsaba a seguir adelante.
Después de lo que parecieron horas de caminata, Reon llegó a un claro en el bosque. Ante él, una cabaña antigua se erguía solitaria, semiescondida entre las enredaderas y el musgo que cubría sus paredes de madera. La construcción estaba en ruinas, con las ventanas rotas y la puerta apenas sostenida por una bisagra oxidada. Parecía haber sido abandonada hace décadas, tal vez incluso siglos. Pero había algo en ella, algo que hizo que el corazón de Reon latiera con fuerza en su pecho. Ese lugar no era un simple refugio abandonado; había una energía en el aire, un magnetismo que lo atraía con una fuerza irresistible.
Con cautela, Reon empujó la puerta, que se abrió con un chirrido agudo, como un lamento de tiempos pasados. El interior estaba sumido en la penumbra, apenas iluminado por los rayos de sol que se filtraban a través de las rendijas en las paredes. El polvo danzaba en el aire, como si la cabaña misma respirara después de un largo letargo. Reon avanzó lentamente, observando cada rincón con atención. Las paredes estaban cubiertas de viejas telarañas, y el suelo de madera crujía bajo sus pies. En una esquina, casi oculto bajo un montón de escombros, un cofre de madera llamaba su atención.
El cofre estaba adornado con grabados que Reon no pudo identificar, pero que parecían contar una historia en un lenguaje antiguo. Con manos temblorosas, se agachó y apartó los escombros, revelando la tapa del cofre. Al tocarlo, sintió una extraña calidez que le recorrió el cuerpo, una sensación que le era extrañamente familiar. Como si ya hubiese tocado ese cofre en otra vida. Con un esfuerzo, levantó la tapa, y dentro, sobre un lecho de terciopelo descolorido, encontró un amuleto.
El amuleto era un objeto hermoso y enigmático, con una gema azul incrustada en el centro. La gema parecía contener un cielo estrellado en su interior, un universo en miniatura que giraba y se retorcía dentro de la piedra. Reon lo tomó con cuidado, sintiendo el calor que emanaba de él, como si estuviera vivo. En ese momento, el tiempo pareció detenerse. El silencio del bosque se volvió absoluto, y Reon sintió que todo a su alrededor se desvanecía.
De repente, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar. El aire se llenó de un zumbido vibrante, y el mundo a su alrededor empezó a girar, más y más rápido, hasta convertirse en un torbellino de colores y luz. Reon intentó soltarse del amuleto, pero sus manos parecían pegadas a él, como si el objeto tuviera voluntad propia. El torbellino lo envolvió por completo, y Reon cerró los ojos, sintiendo que su cuerpo era arrastrado por una fuerza incontenible.
Cuando finalmente todo se detuvo, Reon abrió los ojos lentamente. Lo primero que notó fue el suelo bajo sus pies: ya no era de madera, sino de hierba suave y luminosa. Miró a su alrededor, y el mundo que conocía había desaparecido por completo. Se encontraba en un vasto campo cubierto de flores que emitían una luz suave, como si estuvieran hechas de pura energía. El cielo era de un azul profundo, mucho más intenso que cualquier cielo que Reon hubiera visto antes, y en él flotaban islas levitantes y criaturas aladas que desafiaban toda lógica.
Reon dio un paso hacia adelante, aún sosteniendo el amuleto en su mano. El calor que había sentido antes ahora era más intenso, casi como si el amuleto estuviera vivo. Algo en su interior le decía que había llegado al lugar que siempre había soñado, un lugar que existía más allá de las fronteras de su mundo.
Mientras avanzaba por el campo, Reon comenzó a notar detalles que le resultaban cada vez más extraños. Las flores que brillaban a su alrededor no eran flores comunes; cada una parecía tener un patrón único en sus pétalos, y algunas incluso parecían moverse ligeramente, como si respiraran. El aire estaba cargado de una energía vibrante, y cada respiración que tomaba lo llenaba de una sensación de euforia y bienestar. Pero a pesar de lo maravilloso que era todo, Reon no podía evitar sentir una extraña inquietud, como si algo o alguien lo estuviera observando.
Sus sospechas se confirmaron cuando escuchó un crujido a sus espaldas. Giró rápidamente, preparado para enfrentar lo que fuera, pero no vio a nadie. Sin embargo, la sensación de ser observado no desapareció. Al contrario, se hizo más fuerte, y Reon decidió seguir su instinto, avanzando con cautela.
El campo de flores luminosas se extendía hasta donde alcanzaba la vista, pero en la distancia, Reon divisó lo que parecía ser una colina solitaria. Algo en esa colina lo llamaba, una vez más sintió esa extraña atracción que no podía ignorar. Sin perder tiempo, comenzó a caminar hacia ella, sus pasos seguros pero atentos a cualquier movimiento a su alrededor.
A medida que se acercaba a la colina, Reon notó que las flores a su alrededor cambiaban de color, pasando de un suave brillo azulado a un rojo intenso, como si reaccionaran a su presencia. Finalmente, llegó a la base de la colina y vio que no era una colina común; estaba cubierta de símbolos antiguos, tallados directamente en la roca, y en su cima había un altar de piedra.
Reon sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no podía detenerse ahora. Subió la colina lentamente, sus ojos fijos en el altar. A medida que avanzaba, comenzó a sentir una presión en el aire, una energía que parecía provenir del altar mismo. Cuando finalmente llegó a la cima, vio que en el centro del altar había un pedestal, y en él, un libro antiguo descansaba abierto, sus páginas amarillentas llenas de escrituras que no podía entender.
Sin pensarlo dos veces, Reon extendió la mano para tocar el libro. Al hacerlo, sintió una descarga de energía recorrer su cuerpo, y de repente, su mente se llenó de imágenes y sonidos. Vio batallas épicas entre criaturas que no pertenecían a su mundo, escuchó cánticos en lenguas desconocidas, y por un instante, se vio a sí mismo liderando un grupo de aventureros en una misión desesperada.
Cuando las visiones finalmente cesaron, Reon se tambaleó hacia atrás, respirando con dificultad. El amuleto en su mano brillaba intensamente, y el libro frente a él parecía haber cobrado vida. Las palabras en las páginas comenzaron a reorganizarse, formando un mensaje claro y directo: "Bienvenido, Reon. Tu destino te espera."
Antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, una figura apareció ante él. Era una mujer alta, de cabello plateado y ojos brillantes como estrellas. Vestía una túnica blanca que parecía flotar a su alrededor, y en su mano sostenía un bastón adornado con gemas brillantes.
Por supuesto, aquí tienes la continuación del párrafo:
"Mi nombre es Lysandra," dijo la mujer, su voz suave pero llena de poder. "He estado esperando tu llegada, joven aventurero. Este es el mundo de Elaria, un lugar donde los sueños se encuentran con la realidad, y donde solo los más valientes pueden prosperar. Aquí, cada decisión que tomes, cada paso que des, determinará no solo tu destino, sino también el destino de este mundo. Pero antes de que puedas reclamar tu lugar entre los grandes aventureros, primero debes descubrir el verdadero poder que yace en tu interior. Solo entonces estarás listo para enfrentar los desafíos que Elaria tiene preparados para ti."
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