La Princesa Y El Tutor

La mañana entra con el canto de los pájaros. Transcurre lento para Layla que se encontraba sola en su habitación, pues Darcy no estaba a su lado cuando ella despertó. Se echa una ducha y se acomoda solamente para estar encerrada. Quería saber de su madre pero la sirvienta solo le deja el desayuno y se va sin decir ni una palabra.

— ¿Como quiere que coma si no se nada de mi madre?

— querida Layla...

La princesa gira su vista a la entrada del balcón.

— Darcy...— ella se levanta y le da un abrazo junto con un beso de saludo. Se sientan en el mueble y comienza con la charla.

— te traigo noticias de la emperatriz. Le llegó la carta del juez y la cita para firmar el divorcio es en esta tarde.

— ¡¿Tan pronto?!

— tu madre tiene influencia con el juez y quería que todo fuese de una vez sin que pasará mucho tiempo de espera.

— necesito que mi madre no se sienta sola... ¿Pero como hago eso?...— mientras que Layla pensaba, Darcy se acercaba a ella para darle cariño. En eso ella le viene la idea, aleja un poco a su prometido y le pide—... Darcy, quiero que acompañes a mi madre en nombre de mi presencia.

— lo haré, por mí princesa, y la emperatriz que muy pronto formará parte de nuestra familia. Prometo estar al lado de tu madre por ti.

— gracias.

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— ¡No!... ¡No!....¡No!... ¡Todo me queda mal!... ¡La magia no es capaz de hacerme crecer el cabello!

Alterada estaba Isabel, pues hay que recordar que Darcy la dejó sin gracia por ella misma provocarlo. Entra su madre y le trae la siguiente información.

— Isabel... Ahora no es tiempo de lamentarte. La emperatriz está a punto de divorciarse... En otras palabras yo pronto tendré su puesto y obtendré la corona de este reino.

— ¿Como quieres que este feliz si mis hermosos cabellos ya no están?... ¿Como atrapare a un príncipe sin mi belleza?

— solo déjamelo a mi. Una vez coronada emperatriz podré conseguirte un consorte fácilmente... Que tonta es Miriam, me dejó el camino libre al trono.

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El reloj marca la 4:00 de la tarde, la hora que comienza el divorcio entre la emperatriz y el emperador. Darcy de ante mano le dice a Miriam que vino por presencia de su hija Layla. Ella agradece el gesto.

La emperatriz por ser amiga del juez no se andon de rodeo y de una bajó el papel a la mesa para firmar el documento que lo separaría a ambos definitivamente...

— es hora de que los emperadores firmen el acuerdo. Antes de eso... Emperatriz ¿Estará de acuerdo en darle todo su poder judicial al emperador?... Dejará de ser una monarca y ya no tendrá poder en este imperio.

— más que segura. ¿Donde firmó?

Ella y Enrique colocan sus nombres en el documento afirmando su completa separación. En eso, Miriam solicita lo siguiente.

— y requiero una aprobación para volverme a casar. Aún tengo protesta de casarme con alguien más que me valore ..— Darcy sabía con exactitud lo que ella planeaba así que finge un poco de sorpresa.

— ¡....!— su ex-esposo no sabía que decir y solo piensa lo siguiente.

“¡¿Sé volverá a casar?!... ¡¿Por qué pide esa autorización si apenas nos divorciamos?!"

habla el juez— necesitaré los papeles en orden pero si todo está bien le doy la aprobación en unos días...

— le agradezco. Sí es todo me marcho.

— ¡Miriam!... ¡¿Que es lo que planeas?!— preguntó su ex-esposo furioso.

— ya no eres nadie para mí, y si alguna vez lo fuiste déjame decirte que se acabó. No necesitas saber mas nada sobre mí...— le da la espalda y junto a Darcy se va.

Él no planea quedarse sin emperatriz— yo también pido autorización para casarme...— Declaró Enrique al juez.

— mismo requisitos que la ex-emperatriz, pero para usted se tardará mínimo un mes. Ya terminé mi labor aqui... me voy.

— ¡¿Que?!... ¡¿Por qué tanto tiempo?!

— me mantengo ocupado y mi agenda está llena. Sí me disculpa...— el juez se marcha dejando a Enrique con los humos en la cabeza de toda la rabia que estaba acumulando.

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— por favor, dígale a mi hija que en la noche la visitaré. Me siento mal de no hacerlo constantemente pero no quiero que me vea de esta forma, me arreglaré para estar con ella está noche.

— por supuesto.

Miriam ya no sentía la presión de siempre estar pendiente de los deberes de emperatriz. Ya no tiene que estar encerrada en su oficina con todo el papeleo que le aguardaba. Ahora era libre y como tal, podia estar con quién ella quiera sin tener atado a Enrique a su espalda. Después de arreglarse para pasear con libertad en su país, se topa con Harold, quién le pregunta cómo le fue con su separación, en lo que ella le responde.

— más que perfecto... Ahora mismo ire a la capital, tenía tiempo que no iba si no era algo oficial del trabajo... ¿Quiere acompañarme?

— será un placer...— él le ofreció su brazo y ella lo toma contenta pues había motivo por demás de estar así.