Cruel Verdad

Mathew caminaba de un lado a otro en su apartamento, la ansiedad creciendo con cada minuto que pasaba. Habían transcurrido semanas desde que Alec y él decidieron intentar superar juntos las sombras del pasado, y aunque la relación parecía fortalecerse, algo oscuro aún rondaba entre ellos. Mathew podía sentirlo en las pequeñas pausas en las conversaciones de Alec, en la forma en que evitaba ciertos temas, como si algo más profundo se escondiera detrás de su sonrisa.

Esa noche, Alec había prometido revelarle “algo importante”, algo que, según él, cambiaría su relación para siempre. Mathew no sabía si sentirse emocionado o asustado, pero la expectación lo mantenía al borde del abismo. Cuando sonó el timbre, su corazón dio un brinco. Respiró hondo, intentó calmarse, y abrió la puerta.

Alec estaba allí, con una expresión seria, casi sombría, y una mirada que no había visto antes. Era como si estuviera enfrentando sus propios demonios, y la vulnerabilidad en sus ojos golpeó a Mathew en lo más profundo.

“¿Puedo pasar?” preguntó Alec, su voz baja, casi un susurro.

“Por supuesto,” respondió Mathew, apartándose para dejarlo entrar. Una vez dentro, ambos se quedaron de pie en medio de la sala, un silencio incómodo llenando el espacio entre ellos.

Alec rompió el silencio primero, sacando de su bolsillo un sobre desgastado y extendiéndoselo a Mathew. “Antes de decirte nada, quiero que leas esto. Es una carta que escribí hace años, cuando todo en mi vida estaba colapsando. No había encontrado el valor de entregársela a nadie… hasta ahora.”

Mathew tomó el sobre con manos temblorosas, sintiendo el peso de los secretos que contenía. Con un nudo en la garganta, lo abrió y comenzó a leer en voz baja.

“A quienquiera que esté leyendo esto… si es que alguna vez llego a entregar esta carta.”

“Mi vida ha sido una serie de errores, decisiones mal tomadas y corazones rotos. No busco excusas, porque sé que no las merezco, pero quiero que alguien entienda… que sepa que, en el fondo, no soy el monstruo que parece.”

La carta continuaba, relatando episodios oscuros de la vida de Alec, momentos de debilidad que lo habían llevado a lastimar a personas que lo amaban. Había mentiras, traiciones, y una profunda desesperación que casi lo llevó al borde del abismo.

Mientras leía, Mathew sintió una mezcla de dolor y empatía. Alec había cargado con estos secretos durante años, atormentado por la culpa y la vergüenza. Pero había algo más en la carta, algo que lo dejó helado al llegar al final.

“Y a quien sea que esté leyendo esto ahora, quiero que sepa la verdad… Nunca he amado a nadie como te amo a ti. Pero el miedo a lastimarte, el miedo a destruir lo que tenemos, me consume. Si alguna vez descubres todo lo que he hecho, entendería que no puedas perdonarme.”

Mathew levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Alec. “Alec… ¿esto es verdad? ¿Todo esto que me cuentas, todo lo que hiciste?”

Alec asintió, su expresión cargada de tristeza. “Sí. Quiero que sepas quién soy realmente. Quiero que sepas que, aunque trato de ser alguien mejor, ese pasado siempre me perseguirá. No puedo borrar lo que he hecho, pero no quiero ocultártelo más.”

El peso de sus palabras cayó como una losa sobre Mathew. Sentía un torbellino de emociones, una lucha interna entre el amor que sentía por Alec y el miedo a que todo pudiera desmoronarse de nuevo. Pero, más allá de la confusión, había una certeza creciente.

“Alec… todos tenemos sombras. Yo también he cometido errores, pero eso no significa que no merezcamos una segunda oportunidad. Sé que no puedo cambiar tu pasado, pero quiero creer que podemos construir un futuro diferente juntos.”

Alec respiró profundamente, como si sus palabras le dieran el permiso que había estado esperando. “¿De verdad crees que podemos hacerlo? ¿Que podemos superar esto?”

Mathew tomó su mano, entrelazando sus dedos con los de Alec. “Si tú estás dispuesto a ser honesto, yo estoy dispuesto a intentarlo.”

La tensión en la habitación se disipó, y por primera vez en mucho tiempo, Alec sonrió con sinceridad. Aquella noche, se quedaron despiertos, compartiendo historias, secretos, y promesas. Era un nuevo comienzo, una oportunidad de redención para ambos.

Sin embargo, en el fondo, Mathew sabía que el camino no sería fácil. Porque cuando se trata de sombras, siempre hay algo que queda oculto, algo que amenaza con salir a la superficie cuando menos lo esperas.