Abel es hijo de padres adinerados, el mayor de seis hermanos, por lo que necesita a su lado una mujer que le sea un apoyo y fortaleza al momento en que deba asumir su cargo como CEO de las empresas familiares, sin embargo, no logra encontrar la chica ideal que lo complemente. Abel no es mujeriego, pero buscando la mujer ideal ha tenido varias novias, seis hasta el momento y nada más no la encuentra ¿la séptima será la buena, la octava o la novena?
Te invito a descubrir si encontró la persona indicada.
PROHIBIDA LA MODIFICACIÓN, COPIA, PLAGIO, ADAPTACIÓN DE ESTA NOVELA SIN PERMISO DEL AUTOR, OBRA PROTEGIDA.
NovelToon tiene autorización de Ross Nor para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO 13: GRANITO DE ARENA
Abel empezó a salir con Ivette, se llevaban muy bien, ella era muy soñadora, muy activa, muy entusiasta, además de muy hermosa, era una joven piel canela, alta, delgada, pero con cuerpo bien definido, cintura delgada, cabello castaño claro, ojos color miel. Ivette era una joven muy inteligente y con muchos planes a futuro, donde su sueño era no solo tener una familia estable, sino una familia numerosa, ella deseaba tener al menos seis hijos, hasta diez si su cuerpo se lo permitía, ella tenía dos hermanas y se llevaba muy bien con ellas, sus padres fueron hijos únicos y por eso siempre le hablaron a sus hijos sus deseos de tener una familia numerosa, haciendo que ella deseará también tener una familia como lo soñaba su madre, solo que ella por tener cesáreas, solo pudo tener tres hijas, para no forzar su cuerpo.
Abel no tenía pensado cuantos hijos quería en un futuro, pero no se espantaba con la cantidad de hijos que Ivette deseaba, ya que si se daba algo entre ellos, no le asustaba tener tantos, porque económicamente no tendrían carencias, podía contratar alguien de confianza para apoyar a su esposa con el cuidado de los hijos y él hacer espacios en su agenda para pasar tiempo de calidad con ellos, así que si se daba algo entre ellos, él feliz aceptaría, ya que en cuanto a otros temas, tenían mucho en común los dos y se acoplaban bien en muchos aspectos.
Abel empezó el postgrado, mientras Ivette continuaba los estudios del área de medicina, por las tardes Abel ayudaba a su padre en la empresa, así como Ivette iba una clínica donde hacía prácticas de manera gratuita, ella deseaba más que liberar sus prácticas ayudar a aquellos que no tenían posibilidades económicas, por eso escogía clínicas donde atendían a gente de bajos recursos, de esa manera practicaba, ganaba experiencia al lado de médicos que luchaban día a día para dar la mejor atención a sus pacientes, aun con sus bajos recursos, mientras le liberaban sus documentos para marcar que estaba cumpliendo con sus prácticas.
Un día Ivette le pidió a Abel le ayudará con unos pendientes, él, gustoso acepto, ella fue a comprar medicamentos, vitaminas, dulces, algunos insumos médicos, incluso algunos juguetes, Abel no entendía para que pudiera necesitar tantas cosas su ahora novia, pero tampoco preguntó, solo observaba y le ayudaba, le pidió que lo llevarán a su casa porque ya no cabían en la cajuela de su vehículo. También le pidió si al siguiente lunes podía hacer una pequeña pausa en su día, para ayudarle a llevar las cosas a su destino, Abel tenía libre ese día, solo iba tres días por semana, así que sin preguntar la acompaño.
Ivette sabía que ese lunes él solo iría a trabajar, por eso aprovechó a pedirle que le ayudará con las compras y a llevar todo, había hablado con sus padres, familiares y algunos conocidos para qué apoyarán, ya fuera económicamente o en especie, para hacer llegar ese pedido a esa clínica que tenía demasiadas carencias. Por la mañana Abel llegó a casa de su novia, cargó todo lo que cupo y ella hizo lo mismo en su vehículo, después de lo cual partieron rumbo a la clínica, donde Abel al llegar se estacionó, sorprendido por estar en un lugar algo diferente a las clínicas a que iban él o su familia. Le ayudo a bajar las cosas, dejándolas todo donde ella le indicó.
Los medicamentos fueron llevados a la farmacia que se veía a simple vista cuan escasa estaba de medicamentos, por lo que al llegar ellos con los medicamentos básicos y más importantes, el encargado y su ayudante se alegraron y empezaron a colocar todo en los casi vacíos estantes, para surtir las recetas de la gente que saldría en un rato de sus consultas médicas. Después de bajar los medicamentos empezaron a bajar los demás insumos médicos para llevar algunos al área de enfermería y otros a los consultorios y que se estaban entregando directamente a los médicos que muy felices agradecían con palabras, abrazos y algunos hasta con lágrimas por tan bella la labor que estaban haciendo los chicos.
Abel escuchaba a los médicos, administradores, enfermeros y enfermeras, personal de trabajo social y demás trabajadores, quienes expresaban cuan agradecidos estaban por haber recibido todo aquello que les ayudaría, a poder solventar algunas necesidades de la gente que ahí asistía para recibir atención médica, gente que no contaba con un seguro médico, además de tener una condición económica muy escasa y que por lo mismo, no siempre podían tener un tratamiento completo, afectando grandemente su estado de salud; muchos ponían de sus bolsas, algunas cosas para ayudarlos, pero no era suficiente, ya que había mucha gente en esa situación.
Abel pudo ver cuanta necesidad había en ese lugar, había al menos veinticinco personas formadas esperando a pasar, ya fuera para una consulta, alguna curación, vacuna, o control, ya que vio dos embarazadas formadas y muchas de las personas formadas llevaban niños, haciendo que Abel entendiera por qué los muñecos y dulces. Ivette se acercó a los pequeños que estaban en la clínica y llevando una bolsa con los juguetes fue repartiendo, dando uno a cada niño o niña que estaba en el lugar, dejando los restantes en una oficina, para poder dar a los que llegaran más tarde o los días posteriores, Ivette se derretía con los niños, no le importaban si iban algo sucios de su ropa, con ropa vieja o decolorada, ella se acercaba y les daba un abrazo sin discriminar a alguno, todos esos actos hicieron que el corazón de Abel se derritieran, mostrando cuan orgulloso estaba de esa mujer.
Al terminar de entregar todo lo que habían llevado, Ivette tenía una sonrisa que iluminaba su rostro, sabía que las cosas durarían poco tiempo, pero estaba satisfecha de haber puesto un GRANITO DE ARENA, para llevar la ayuda que tanto necesitaba esa gente, era una sensación tan satisfactoria que reflejaba cuan feliz le hacía hacer esa gran labor. Abel la abrazo y viéndola a los ojos le hizo saber con unas bellas palabras, cuan orgulloso estaba de ella y del amor que mostraba hacia la gente que la rodeaba, que era una mujer muy valiosa y que se sentía dichoso de tenerla a su lado.
Luego de terminar su labor en ese lugar fueron a caminar por un parque cercano, donde pudieron ver al menos dos de los pequeños que habían recibido un regalo horas antes y que felizmente jugaban mientras le enseñaban a los demás niños sus bonitos juguetes nuevos, caminaban abrazados, estando Ivette por el frente y Abel rodeándola con sus brazos desde la espalda recargando la cabeza sobre el hombro de la chica, a otras personas ajenas a esta zona podrían pensar que era un lugar muy simple, por tener solo unos cuantos juegos, o que era inseguro por no haber vigilantes, ni cercas, pero para ellos era un lugar hermoso, lleno de vida, de risas de los niños, de madres amorosas jugando y cuidando a sus hijos, pero sobre todo, un lugar donde no se veían con discriminación entre ellos por tener más o menos dinero.