No Llames

Sol regresó con unas pocas de frutas que Ángelo dejó aún lado de ella, cuando llego con los chicos, ya Ángelo tenía un conejo en un fuego que hizo.

Ella dejó las frutas y se acercó a Perla y Elba, ya tenían las heridas con hierbas que preparó Ángelo.

_Son muy efectivas, quitan el dolor rápido._

Comento Elvis viendo la pierna morada.

_¿Dónde aprendiste esto?_

Interrogó Elba, Ángelo no respondió al momento.

_Mi abuela era amante a las hierbas, lo aprendí de ella._

Por fin respondió, dejando a todos con una sonrisa.

_Yo no he aprendido nada de mis abuelos, es que tampoco los visito._

Hablo con sarcasmo Zoila.

_Deberían aprovechar la vida que aún les queda para vivir feliz por sus cuentas._

_¿Así como hemos quedado?_

_Que pasaría si todo esto es un sueño, una ilusión, una advertencia para que dejen en paz a los demás, ¿Cambiarían? ¿Dejarían de molestar a los demás?_

Pregunto Ángelo.

_Qué fácil suena decir eso, ya quisiera yo que así fuera, que mi mano no quedará así._

Exclamó Elba a punto de llorar.

_Yo daría todo, sería la mejor amiga de Sol, su esclava, si pudiera regresar el tiempo y que mi rostro lindo volviera._

Hablo Perla.

_Yo solo iría a visitar a mis abuelos, a ser una buena estudiante._

Exclamó Zoila llorando.

_Yo no volvería hacer nunca quién era._

Comento Pedro con Tristeza.

_Yo solo me enfocaría en ser un jugador, aprovechar mi talento sin dañar a nadie._

Susurró Elvis llorando.

_Ya no se torturen, yo no quiero que nadie sea mi esclava, solo quiero ser feliz, que sean feliz, que valoren su vida._

Sol lloraba por saber en sus adentro, que todo lo que pasaba, era por ella, el silencio reino en el lugar, el conejo quedó bien cocido y todos comieron como sin nunca lo hubiese hecho, cada uno derramando lágrimas, pensando en que jamás imaginaron que sus vidas terminarán así, cuando todos estaban tan concentrados, desgastando el sabor simple que les quedó de su comida, se escuchó lo que tanto temían, un aullido que erizo sus pieles.

_No se asusten, iré a ver._

Hablo Ángelo.

_No, no te vayas._

Le pidió Sol, Ángelo quedo un momento en silencio, pero accedió, todos estaba en entre la choza, ya la oscuridad estaba, los aullidos seguían, Ángelo estaba muy inquieto y eso lo notaba Sol.

_Saldré un momento, no te muevas._

Ángelo salió rápido sin darle tiempo a Sol de decir algo, no pasó ni 3 minutos, cuando se escuchó unos gritos y dos aullidos, el miedo se apoderó de todos, abrazándose sin atreverse a abrir los ojos o tratar de ver algo.

Para sorpresa de todos, los gritos se acercan a ellos, y rápidamente se dieron cuenta de quién se trataba, felipe huía de los dos lobos que solo trotaban atrás a de él, ni siquiera era necesario correr, el lobo gris ya no quiso jugar, mordiendo su brazo, dándole dos jalones que arranco parte de su muslo, eso no fue suficiente, también mordió su pierna y rasguño su cara, dejando un profundo dolor en su cuerpo.

Los gritos de Felipe eran desgarradores, sus pasos con dificultad y la oscuridad hacía que se llevará todo por delante, los chicos sentían que estaba más cerca de ellos.

_Auxilio, ayuda._

Gritaba Felipe hasta chocar con la choza de los chicos, quienes no dudaron en salir, cuando Sol encendió su teléfono que ya estaba casi muerto, todos pegaron un grito, felipe estaba bañado en sangre, se podía decir que estaba vivo de milagro.

Cuando Sol busco los lobos, estaban solo uno, que salió corriendo en cuanto la vio cruzar mirada con él.

_Se está apagando mi teléfono._

Hablo Sol, tratando de cubrir las heridas de felipe, que solo susurraba cosas sin sentido, queriendo estar en casa.

_Papá, mamá, quiero a mi mamá._

Decía con desespero, con su cuerpo temblando.

_Maldición_

Exclamó sol al escuchar que si teléfono sonó antes de apagarse, pero otra luz la ayudo, era Ángelo quien llegó en silencio.

_¿Dónde estabas?_

Interrogó Sol.

_Buscando un lugar donde estemos a salvo._

Respondió el tranquilo, Sol no sabía qué pensar, Felipe se desmayó, después que cubrieron sus heridas.

_Arreglemos esto, no hay lugar cerca, esperemos que amanezca, aprovechemos la poca pila que le queda al teléfono._

Comento Angelo, pedro y zoila ayudaban nuevamente, junto a Sol que no quitaba la mirada de Angelo, algo no le cuadraba, la tranquilidad de Angelo en todo momento, su cuerpo energizante.