La Princesa Prometida Para El Pirata.

CLARA.

Una vez que cruce el paso fronterizo entre ambos reinos me esperaba un Héctor que mostró una cara de susto al verme antes del horario pautado. No le di chances de cuestionar debido a que no sabía si me seguirían hasta mis tierras. Lo dudaba ya que se necesita un permiso especial para que soldados armados piden nuestro terreno, pero el rey sabía quien era yo y probablemente me buscaría.

Una vez cerca del palacio dejé que Héctor me interroga, él fue consciente de mi inquietud y mi constante giro hacia el final del camino revisando que nadie nos siguiera.

-¿Princesa que ocurrió?- dijo al fin Héctor.

-Las cosas se salieron de control.

-¿qué tan grave?- replicó.

-El rey me vio y sabe quién soy- dije.

-¡Esto es terrible! ¡Hay que informar a su abuelo!

-Estoy en problemas ¿no?

-¡Muy graves! El rey la protegió todo el tiempo, cuando sepa lo ocurrido nos va a reprender a ambos.

-No te preocupes yo voy a tomar toda la responsabilidad, vos no tenés nada que ver.

-No me preocupa el castigo, me preocupa lo que el rey Patrick planee con respecto a usted.

-Tranquilo Héctor, ya no soy una niña, él no puede lastimarme.

Solo suspiro y siguió manejando la carreta hasta llegar al palacio. Una vez que entramos por las grandes puertas supe que estaba en grandes, muy grandes problemas. La imagen que vi en la sala fue a mi tía Sara y mi prima Carla arrodilladas frente a mi abuelo Josef y el tío Marco.

-Abuelo!!- grité

-Te dignaste a venir Clara, ¿dónde estuviste?- pregunta mi abuelo.

-Lo puedo explicar -digo asustada.

-Eso espero, porque tu tía y tu prima no quisieron decir nada!- dice el tío Marco.

-Creo que estoy en problemas-digo susurrando.

-¡claro que lo estás! - dice enojado el abuelo Josef.

-No me refiero a ustedes, me refiero a mi padre.

-¿qué hiciste? -dice el tío Marco.

-Me estuve escabullendo al palacio del rey Jones durante un tiempo para acceder a la sala prohibida.

-Estás loca! ¡Cómo pudiste hacer eso! Nos pones en riesgo a todos.

-Todo este tiempo nos fue bien, nadie nos había descubierto.

-Hasta hoy, que paso exactamente?- dijo el abuelo. Mi prima y tía seguían castigadas de rodillas.

-Hoy nos descubrió el rey en esa sala, pude huir gracias a Katia. Me siguieron unos soldados pero pude escapar.

-Padre sabes lo que significa esto no?- dice tío Marco.

-Claro que lo sé, hay qué esconder a ambas de nuevo, pero está vez lejos de nuestras tierras.

-No me quiero ir abuelo!

-Lo hubieras pensado antes de ser tan imprudente. Ve a tu cuarto y prepara el equipaje, por lo pronto te vas con tu madre y después vemos lo que sigue.

Sin quejarme hice lo que dijo el abuelo, sé que metí la pata y no me voy a poner a rezongar, está vez la cague y tengo que asumir la responsabilidad.

Mientras preparo mi equipaje veo que entran Carla y Sara, corro hacia ellas y las abrazo con fuerza.

-Lo siento tanto! No pensé que el abuelo me iba a descubrir -dije.

-Hemos tenido castigos peores Clara! -dice Sara.

-¿Qué vas a hacer con lo que está pasando?-dice Carla.

-Obedecer, ya compliqué demasiado la situación para ponerme en rebelde- dije frustrada.

Somos interrumpidas por mi tío Marco que me ordena que lo acompañe, toma mi equipaje y lo sigo sin decir nada, a lo lejos veo como Carla y Sara me ven con cara de preocupación.

Subimos a la carreta y pensé que viajaría sola, pero me sorprendo cuando él sube y se sienta a mi lado.

-Todo va a estar bien pequeña- me dice mirándome a los ojos.

-Arruine todo tío!!- digo soltando el llanto reprimido y tirándome a sus brazos.

-Shh todo va a estar bien! Siempre te vamos a cuidar!- dice acariciando mi pelo para que me calme.

Creo que de tanto llorar me quedé dormida porque cuando abro los ojos veo la vieja casa familiar de mis ancestros en dónde mamá se aloja.

-Llegamos!- dice mi tío y baja.

-¿Te vas a quedar?- le pregunto.

-Unos días, tengo que hablar con tu mamá.

Solo asiento con la cabeza y cuando la veo salir por las puertas dobles de la casa salgo corriendo a sus brazos como cuando era una niña pequeña, ella ríe y me abraza con fuerza.

Intento decir algo, pero me interrumpe.

-Ya lo sé cariño, no te preocupes! Todo va a estar bien- dice mi madre Dafne.

-Arruine todo!

-No, esto iba a pasar tarde o temprano, está en tu destino.

-No quiero que salgas lastimada por mi culpa, no quiero que ese hombre te busque!

-Nada malo va a pasar! Ahora déjame hablar con tu tío, es importante.

-Claro mamá, me voy a instalar.

Es evidente que por mi carácter no iba a hacer lo que dije, tome el equipaje y lo arroje a la cama para luego salir sigilosamente hacia el pasadizo secreto que me lleva a la oficina de la casa.

Allí podía escuchar la conversación entre ambos.

-¿Daf que vamos a hacer?- pregunto mi tío.

-Se viene una época de caos, pero ella es la clave para liberarnos del tirano-dijo mamá porque ella tenía el don de ver el futuro.

-¿qué querés decir?

-Van a venir por ella, y van a exigir que cumpla con un acuerdo, hay que dejar que ocurra!

-No comprendo! Hay que entregarla?

-Si, no lo entendés y sé que es difícil porque también lo es para mí, pero eso llevará a que juegue un papel importante en el futuro y va a hacer que nuestra gente sea libre sin esconderse.

-¿La vamos a sacrificar?

-Voy a hablar con ella, tiene que saber lo que nuestra gente sufre, como nos tenemos que esconder como si fuéramos la peste más grande del mundo.

-Es joven, sería una carga muy grande para ella- escuchaba como discutían sobre mi futuro y resbale dejando en evidencia mi escondite.

-Clara salí de ahí- exigió mamá e hice lo que pidió.

-Lo siento -dije sabiendo que era incorrecto escuchar conversaciones privadas.

-Creo que sabes lo que va a pasar, pero antes que te niegues o digas algo quiero que me acompañes a un lugar -pidió mamá.

-Daf no! ¡Es demasiado para una niña! ¡No es justo esta carga!

-Tío quiero saber!- dije.

-Pequeña solo eres una niña! No tenés porque tener el peso de nuestra gente en tus hombros.

-Déjame que decida si puedo y quiero eso! Ya tengo 18 años y aunque la heredera al trono es Carla por ser tu primogénita no quita que yo pueda ayudar a mi gente.

-No quise decir eso, vos sabes que las amo por igual y tampoco quiero ese peso en Carla.

-Hermano, es hora que las niñas sepan lo que van a enfrentar y lo que deben proteger con su vida.

Y así me pidió mamá que la acompañará a las afueras de la cuidad para saber la verdad de nuestro reino.