Kozłowski

Con el tiempo dejó de ir a la casa de su tía, y en esa caja de cigarrillos sólo le quedó uno. Se fue a una plaza cercana, eran las cuatro o cinco de la mañana, se había escapado de su casa porque tenía terror de ser visto por sus padres fumando. Ya había escuchado de la boca de ellos que odiaban a los fumadores, si alguien encendía un cigarrillo en la casa lo echaban afuera para que fumara allí y no adentro.

Fumó el cigarrillo hasta que quedó sólo la parte naranja intacta, lo tiró en el suelo y lo aplastó con la suela de su zapato. La tranquilidad que tuvo al fumarlo en plena noche, sentado en un banco debajo de la luz blanca de un poste de luz había sido placentero. Recordó una discusión que tuvo, y no supo como diablos llegó a tener esa solución, pero fue a una tienda y compró una caja nueva de cigarrillos de otra marca más cara con el dinero que le había robado a un anciano que paseaba con su mascota por la plaza. El viejo se había quedado dormido, y su mascota pequeña de mayor edad también. Ambos estaban durmiendo tranquilos en el banco, parecía ser un viejo loco para andar dando vueltas por la plaza a estas horas.. o sea, él también lo estaba haciendo, pero tenía sus razones. Se acercó y sacó su billetera, robó una cantidad grande de złoty y entró a una tienda, allí compró la caja de cigarrillos con la excusa de que eran para sus padres, y para su suerte le creyeron.

Encendió un cigarrillo con el encendedor, le costó unos minutos, ya que el viento era fuerte y apagaba la pequeña llama que llegaba a lograr. Admiró el humo saliendo del cigarrillo blanco y largo, no tenía el otro extremo anaranjado, era de otro tono de blanco y tenía unas sílabas escritas en verde, leyó con dificultad y pretendió entender que era la marca, aunque no tenía la menor idea. Puso el cigarrillo en su boca y sintió algo raro en el extremo, mordió con sus colmillos la punta y sintió un crujido. Había explotado una pequeña bola adentro del cigarrillo. Aspiró el humo por accidente, intentó alejarlo de él para ver que había sucedido, pero sus pulmones de llenaron de un humo y su boca de un sabor a menta reconfortante. Por un momento fugaz olvidó todos los problemas que vivió ese día, y esa sensación del humo con esos sabores revolvieron su corazón con calidez.

—Muchas gracias por la oferta, pero paso.— no quiere volver a oler el humo a marihuana a las tres de la mañana, no gracias. Era insoportable dormir con ese humo en su cara. Podía soportar el tabaco, le encantaban los cigarrillos, pero los porros eran desagradables para él.

Pasan horas y horas, llega más gente que ni conoce a llorarle al cadáver acostado en el cajón abierto. Richard está desinteresado, sólo quiere que todo esto acabe y firmar los papeles de la herencia donde se afirmaba que todo era suyo. Su vista está en el cielo nubloso, piensa en el clima que habrá en unas horas, y también en cómo estará el clima en Cuba comparado con la Antártida. Exactamente, no sabe ni qué debe de pensar con los lloriqueos de desconocidos de fondo.

Salta en su lugar con sorpresa, una mano lo está empujando hacia adelante. Mira con furia al que lo tocó, y sonríe apretando su mandíbula viendo que era su tía de nuevo. Mira a su alrededor, la gente llorando por un cadáver lo estresa, no puede golpear tan fuerte a su tía hasta partirle su cráneo por la mitad sin que lo denuncien, es triste, el quería hacerlo y descargar su ira.