El Demonio De Altamar

narrado por Isabella

Debo reconocer que a pesar de todo lo ocurrido en los últimos días, nada de esto que estoy viviendo ahora, estaba en mis planes. Creí que con la muerte de mis padres, quedaría totalmente en la nada y sola, pero aquí estoy siendo la Lady de una hermosa mansión y con el esposo que siempre ame desde pequeña.

Mis pensamientos a veces me juegan en contra, la orden del rey de casarlo a la fuerza con alguien cuyo nombre está manchado por una supuesta infidelidad que jamás pasó, pesa mucho en mi mente. aunque sus palabras fueron sinceras, no puedo dejar de torturarme con que ahora será conocido como el Lord que fue obligado a desposar a la mancillada Lewis.

Mi pasado me persigue aún siendo que soy inocente de todo aquello, pero el desprecio de la gente de White Horse fue una cachetada que si bien esperaba, no creí que me doliera tanto.

La vida con mi tía fue tranquila, por suerte en su pueblo nadie sabía de mí y ella tampoco dijo mucho. El regreso al pueblo, luego del ataque fue peor, más allá de que nadie hablaba conmigo, ni siquiera aquella que había considerado amiga, el único que me dio lugar fue el médico que siempre sintió que estaba en deuda con mi padre y gracias a eso conseguí trabajo y conocí a Lady y lord York y fui madrina de mi hermosa princesa Ana.

En mi corazón solamente hay un nombre grabado y es el de aquel hombre que hoy por hoy es mi esposo, el solo pensar en él me hace sonrojar. Su voz, sus ojos, todo en él es perfecto y me siento a veces mucho menos.

Los golpes de Rina en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

Señora vengo a avisarle que la cena se servirá pronto ¿necesita que la ayude con algo?- me dijo haciéndome una reverencia.

Por favor Rina, mientras estemos solas dime Isabella, no soy muy amena a los títulos. Me gustaría poder bañarme, no tengo mucha ropa, pero seguro no habrá problema si uso nuevamente lo mismo- dije apenada.

Señora, perdón digo Isabella, Lord Black le compró muchos vestidos, pensé que ya había revisado todo en esta habitación- me dijo mientras iba al armario y me quedé sorprendida mientras ella lo abría, no podía creerlo, ahí había más de 20 vestidos, de fiestas, de entre casa, de paseo. En el suelo había diversos calzados, desde sandalias de fiesta hasta zapatillas de paseo, inclusive había botas de montar -En los alhajeros hay joyas que fueron compradas para usted, espero que el gusto del Lord sea de su agrado-

Esto es demasiado, creo que ni cuando era pequeña tenía tanta ropa. debería agradecerle al Lord ¿cuándo compró todo esto?- pregunte curiosa.

Pues, verá señora, el Lord fue personalmente con el sastre al llegar a reclamar su título luego de la muerte de su padre- me dijo con cierto miedo.

¿Acaso él sabía que aceptaría ser su esposa?- pregunte pecando de inocente.

Si me deja expresarme con libertad, yo creo que el Lord jamás se olvidó de usted y creyó que yéndola a buscar, entendería lo mucho que la amaba, se que a veces es un poco frío y que no suele demostrar sus sentimientos, pero tanto Damián como Maria y yo sabemos que solamente una mujer sería su Lady- dijo sonriendo. Ellos habían sido siempre su familia por eso lo conocían tanto.

Gracias, en serio, gracias Rina, no te das una idea de lo feliz que me hace el saber que el siempre pensaba en mi, aunque las cosas no se dieran como ambos queríamos desde un principio- dije agachando la mirada y dejando caer un par de lágrimas.

Isabella por favor no llores- dijo acercándose a mí y abrazándome -su baño ya está listo, no haga esperar al lord- me soltó y me dio una sonrisa muy sincera.

Me ayudo a bañarme y a ponerme un sutil vestido de color rosa, combinado con unas sandalias de taco bajo de color blancas y ella insistió en peinar mi cabello y hacerle pequeñas ondas al final y poniéndome un sutil maquillaje. Me sentía una princesa en un cuento de hadas, esos que muchas veces mi hermana me había contado.

Baje las escaleras con Rina detrás y nos dirigimos al comedor, Eric se encontraba parado detrás de la silla que me tocaba a mí y al llegar con mucha sutileza la corrió para darme espacio a sentarme. Luego se sentó y nos dispusimos a comer en un silencio por demás acogedor.

Me gustaría mañana ir a cabalgar un rato ¿le gustaría acompañarme?- me dijo posando esos intensos ojos negros en mí.

sí, sería un placer- le dije dándole mi mejor sonrisa, habíamos empezado con el pie izquierdo, pero este hombre era el único capaz de derretir cualquier clase de coraza que pudiese poner en mi corazón.

Entonces será nuestra cita- me dijo sonriendo y me ruboricé. Admito que me alegra que no pueda escuchar mi corazón latir como un caballo desbocado, aunque sé que sabe que me siento acalorada, ya que mis mejillas no me ayudan.

Al finalizar la cena me pidió si podía tocar el pianoforte para él y me sentí tan complacida de poder satisfacerlo, aunque siendo sinceros espera que no fuésemos a la habitación, ya que, nunca había estado con un hombre y temía no cumplir con sus expectativas y que al final me engañara con alguna mujer exuberante como Lady Gisel.

Se sentó en un sillón cerca de mí y empezó la lectura de un libro mientras yo tocaba una melodía tranquila. la escena me recordaba a cuando Anabella se sentaba a leer mientras yo tocaba. Así que disfrute de ese momento de compañía, éramos solamente nosotros. María había entrado con dos tazas de té en algún momento de la noche aunque yo no me percate de eso.

Deberías venir a tomar el té, se te va a enfriar- su voz profunda hizo que mis manos dejaran de tocar las teclas, voltee a verlo y ahí estaba él, mirándome con una sonrisa relajada en su rostro mientras que con una mano me señalaba la mesita que estaba a su lado con ambas tazas.

Me pare del banco donde estaba sentada tocando y fui a sentarme a su lado, esperaba que realmente este no fuese un sueño porque no soportaría tener que despertar.