- No eres más que una pobre omega - le dice con desdén la novia de su amigo de infancia...
Amelie lleva años soportando malos tratos y burlas indiscriminadas de parte del grupo de amigos de Armand.
Su abuela Selene lo pondrá en jaque cuando casi la pierda.
¿Podrá demostrar su valía, pese a ser una omega?
¿O el destino le tendrá preparado algo más?
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Lástima
Amelie se sintió un poco mal por la situación, por su naturaleza bondadosa, se sintió mal por esas dos lobas tontas, mira que dejarse echar de la manada, solo por no aceptar los designios de la Diosa.
Por otro lado, el par de lobas habían andado bastante en su forma lobuna, hasta llegar a una cabaña aparentemente solitaria. Lineth tocó dos veces y la puerta fue abierta, dejando ver a un hombre alto con apariencia fortachona.
- ¿Qué deseas Lineth? - pregunta el tipo con tono aburrido.
- Me han expulsado de la manada por culpa de una sarnosa omega. - comenta ella con desdén.
- ¿Sabes que las omegas son igual o más importantes que un beta?, ellas dan equilibrio y amor, una manada no es solo fuerza bruta, también debe ser amor y armonía. - explica el gran hombre.
- ¿Desde cuándo tienes esas ideas? - pregunta la beta con ironía.
- Desde que por mi culpa, perdí a quien se supone, debía proteger. - la tristeza en la mirada del lobo, causó algo en el interior de Marion. Ella no había encontrado a su mate, pero en su afán de tener un lugar entre los Dumont, olvidó todas las enseñanzas que sus padres le dieron con respecto a las almas gemelas. Sin embargo, ahora ya es tarde, o eso cree ella.
Las lobas se quedaron en la cabaña por algunos días. Marion aprendió muchas cosas de Ben, a sus ojos, él era un lobo muy sabio que merecía una segunda oportunidad sin lugar a dudas. Después se marcharon rumbo a la frontera, allí Lineth se contactó con otros lobos pícaros, cosa que asustó a la insolente loba que días atrás se creía inalcanzable. Una noche los escuchó hablar sobre la manada Lune de Sang, sobre un ataque que se daría para derrocar a la familia Dumont, entonces, por primera vez tuvo miedo, debía regresar y advertir así muriera en el intento, allí estaban sus padres y ese fue el lugar que la vio crecer. Espero a que todos estén dormidos, me transformo y oculto mi olor, salgo lo más silenciosa que puedo, de algo ha de servir el hecho de haber entrenado como guerrera de la manada. Solo espero poder llegar y que se me permita hablar con los alfas reales.
La loba gris corrió durante horas sin descanso, cuando un delicioso olor a invierno y pinos llegó a sus fosas, provocando que ésta se detuviera de golpe. En medio del camino, había un hombre humano encima de una motocicleta, no tan alto como los hombres lobos, pero si con buena estatura y porte. El humano alzó su mirada y vio al impresionante animal frente a él.
- ¡Wow! Que inmenso eres. - se fue acercando al lobo plateado que bajo su cabeza, demostrando así que es inofensivo. - Eres demasiado precioso. - Yira gruñó bajito - Creo que eres niña. - Yira esta vez ronroneó - Así que eres una nena, demasiado hermosa. - acarició su lomo, sin signos de temor, algo en esa bella loba lo enternecía.
Por impulso, corrió hacia al bosque con la intención de que él la siguiera. Tal vez, por instinto o inocencia, siguió un poco adentro del bosque a la loba, cuando se hubieron internado un poco, la loba gris se detuvo y delante de él, hizo su transformación, mostrando a una hermosa rubia con cuerpo divino.
- ¡Mierda! Debo estar en uno de mis locos sueños. ¿Eres real? - estaba anonadado con la mujer frente a él.
- Soy demasiado real. - dice Marion con rostro serio.
''Reclamémoslo, es nuestro y es muy lindo.'' - le dice Yira a su humana.
''Sí que lo es, creo que algo bueno salió de todo.'' - acotó la rubia, mirando fijo al rubio frente a ella.
- ¿Podrías llevarme? - le preguntó Marion.
- Por supuesto que sí, solo dime a dónde. - algo lo hacía confiar en esa chica sobrenatural.
- ¿No te doy miedo? - pregunto ella con temor.
- No, al contrario, siento que algo me empuja a protegerte.
Ella aún desnuda, se acercó a él, quitándole la capacidad de respirar adecuadamente. Colocó su mano en la mejilla del rubio, tan parecido a ella, lo miró a los ojos de manera fija y con posesión, lo besó de manera salvaje. Él colocó sus manos para tomarla por la cintura y sentir más su piel, el calor que de ella emanaba.
- Debemos irnos, necesito advertir a mi gente. - le dijo ella.
Él rápidamente se sacó la camiseta que tenía, se la colocó, cubriendo su desnudez, su instinto posesivo estaba activo con esa linda rubia.
Ambos subieron a la motocicleta y emprendieron el viaje rumbo a la manada, de haber demorado una hora más allí, los pícaros los hubieran alcanzado.
- La maldita traidora va rumbo a la manada, no debí confiar en ella. - habló enojada Lineth.
Marion tenía ahora un objetivo, y era salvar a su antigua manada, aunque hubiera sido una odiosa, allí tuvo los mejores años de su vida, y están sus seres más amados.