Construyendo Un Imperio

Lady Arévalo

Marina nos ha tenido en constante movimiento porque desea casarse cuanto antes con su querido amor...

—¿Por qué tanto apuro?— Preguntó Bella por décima vez — Debemos descansar

— Es que no nos dará tiempo de nada —Exclamó Mar

— Sí, llegaremos justo a la fecha estipulada, pero hay que descansar —Pedí

— ¿Será que sí?— Preguntó Mar

— Sí, ¿Qué te tiene tan preocupada?— Mi cuñada indagó mientras la vio removerse en la silla

— Es que... — Mar tomó un trago de jugo y nos miró — Bueno, tengo algo que decirles... — Hizo una pausa dramática y volvió a hablar — ¡Estoy embarazada! —Dijo sonriente.

—¿Otra vez?— Preguntó Bella. —¿Ustedes no paran?

— No, y tú tampoco —Se defendió Mar

— Pero...

— No hay excusas, ya podrían empezar la búsqueda de mini chefcito— Reí mirando a Bella. — Quisiera ser madrina

— Llegará en su momento, aunque trabajamos duro para eso — Aseguró

— Bueno, me parece bien, ¿Antonio ya sabe?— Pregunté viendo a Marina

— Sí, está muy feliz y me obligó a elegir una fecha.

—¿Cómo sería eso?— Preguntó Bella

— Ya teníamos nuestras sospechas, pero al confirmarlo dijo que no dejaría que otro bebé naciera fuera del matrimonio, ya es suficiente que yo no aceptara una boda con Mara en mi vientre, pero que he pospuesto este tema por demasiado tiempo

—¿No te querías casar?—Pregunté

— Sí, pero no deseaba ningún tipo de estrés y pensé que en el embarazo de Mara sucedería eso, luego lo pospuse porque el estrés podía cortar la producción de leche materna y ahora estoy siendo obligada a organizar todo, sino Antonio querrá separarse.

—¿Ha llegado a ese extremo?— Preguntó Bella

— Él cree que quiero ser la eterna prometida, pero para su sorpresa, le dije una fecha que no será

—¿Mar, estás loca? ¿Planeas matar al hombre de tristeza? — Pregunté preocupada

— No, no malinterpreten mis palabras... Quiero la boda para dentro de un mes, cuanto antes mejor y será una sorpresa.

Con Bella teníamos literalmente, la mandíbula en el suelo. Un mes es poco tiempo para todo lo que ella desea y es casi imposible que solamente un par mujeres realicen todo, encima, cambiando de país.

— Desde ya renuncio. No lo lograremos — dije

— Es una locura — secundó Bella

— Sé que sí, pero quiero usar un vestido muy sexy — excusó Mar

—¿Sabes cómo debe ser?— Suspiré

— Sí; corte sirena, con pedrería y encaje o diseño

— Bien, tenemos una base. Desde ahí buscaremos

— Iremos hoy, cuanto antes mejor — Aseguró Mar

Bella asintió y pocas horas después ya estábamos en una tienda de vestidos de novia.

Marina se probó una cantidad exorbitante de diferentes diseños y luego suspiró cansada.

— A todos les falta algo—Mencionó

—Todos son perfectos, pero les has metido defectos donde no los hay. — Aclaró Bella.

— ¡Mamá, ¿Qué opinas?!—Preguntó Mar

— A mí me gusta. — Señaló el vestido que su hija traía puesto.— Pero tú decides.

Hace tres horas nosotras somos las que corremos para todo, pero hace 20 minutos, las mujeres llegaron por pedido de la futura novia.

Marina cambio su idea de vestidos sexys por corte en A, algo más suelto, luego por estilo princesa, strapples, con o sin mangas, etc. pero nada la dejaba cien por ciento feliz.

—¿Qué te parece si dejamos tu vestido de lado y buscamos algo para nosotras?— Preguntó Ariam para distraerla y desestresarla.

— Gran idea — Respondió Mar— ¡Gracias!

— Es un placer.

— Elijan colores pasteles — pidió y asentimos.

Claramente, cada una de nosotras buscábamos vestidos lindos y del color deseado, mientras Mar esperaba sentada con su abuela, quien ya es de una edad avanzada.

Fátima es la única de su generación que sigue con nosotros, porque según ella, hizo un trato con Dios de que si sus nietos no eran pervertidos, ella no podía dejarlos así. En pocas palabras la señora quiere enseñarles para descansar en paz.