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RIVALES DE OFICINA

RIVALES DE OFICINA

Status: En proceso
Genre:Oficina / Equilibrio De Poder / Malentendidos / Traiciones y engaños / Amor-odio / Romance de oficina
Popularitas:6.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Yazz García

Camila tiene una regla: no mezclar negocios con emociones. Pero Gael no es fácil de ignorar. Es arrogante, brillante y está decidido a ganarle. En los proyectos, en las reuniones… y también en el juego de miradas que ninguno de los dos admite estar jugando.

Lo que empezó como una guerra silenciosa de egos pronto se convierte en una batalla más peligrosa: la de resistirse a lo prohibido.

¿Hasta dónde están dispuestos a llegar por ser los mejores… sin perderse el uno al otro?

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Resaca

*⚠️Advertencia de contenido⚠️*:

Este capítulo contiene temáticas sensibles que pueden resultar incómodas para algunos lectores, incluyendo escenas subidas de tono, lenguaje obsceno, salud mental, autolesiones y violencia. Se recomienda discreción. 🔞

...****************...

Gael

Desperté con la sonrisa puesta.

No por costumbre. Bueno, tal vez un poco. Pero esta vez tenía un motivo legítimo para sonreír: Camila Duval estaba en mi cama. Desnuda. Revolviéndose entre las sábanas como si quisiera desaparecer. Lo cual era una lástima. A mí me encantaba verla así: confundida, despeinada, y con la cara de quien se da cuenta que cometió un pecado divino.

—Buenos días, estrella del espectáculo —solté, recostado sobre un codo, disfrutando del show.

Se giró tan rápido que pensé que se iba a desnucar. Pobrecita. Aún no lo asimilaba. Yo, en cambio, lo tenía clarísimo: la noche anterior fue gloriosa. Su boca, sus piernas, su forma de gritar mi nombre como si se lo hubiera estado guardando durante días.

—No. No, no, no —murmuró, tapándose con la sábana como si eso pudiera borrar lo que habíamos hecho.

—Si te tranquiliza, era un Malbec de gama media. Pero lo demás sí pasó. Todo.

No podía evitarlo: verla luchar contra su propia memoria me daba una especie de placer retorcido. Y cuando se tapó la cara, supe que las escenas ya habían empezado a volverle.

—No pongas esa cara —le dije, sentándome a su lado, sin vergüenza, sin prisa—. No me digas que no la pasaste bien. Porque gritaste, gritaste fuerte.

—Gael, no hagas esto más incómodo de lo que ya es. Fue un error.

—¿Un error que repetiste como cuatro veces? Ya en ese momento habías sudado todo el vino.

Me lanzó la almohada. La atrapé de lleno en la cara y me reí. Porque claro, así era Camila: orgullosa, intensa, completamente negada a aceptar que entre tanto odio… había fuego.

—No te preocupes, Duval. Lo de anoche no cambia nada entre nosotros. Seguimos siendo los mismos idiotas que se quieren matar en cada reunión. Solo que ahora… bueno, sabes que también te puedo matar, pero de placer.

—¡Cállate!

Esa reacción me encantaba. Entre furiosa, avergonzada y… tentada. Tenía esa cara de “quiero asesinarte” mezclada con “¿por qué fue tan bueno?”

Se bajó de la cama sin darse cuenta de que seguía completamente desnuda. Me regaló una vista perfecta de su cuerpo antes de acordarse y enrollarse en la sábana como si la pureza le hubiera vuelto de golpe. Pobre. Era tarde para eso.

—¿Tienes algo de dignidad por ahí? ¿La vendiste junto con tu alma?

—No me quedó más dignidad desde que me dejé tratar mal por ti en ese proyecto infernal. Lo de anoche fue solo… compensación emocional.

—¿Equilibrar? ¡Te metiste entre mis piernas, imbécil!

Me reí tan fuerte que me dolió el estómago. Esa mujer era una tormenta con voz y curvas. Caminé hacia el armario sin apuro, sin taparme. Porque sí, estaba desnudo. Y sí, lo sabía. Pero si ella no podía dejar de mirar, no era mi culpa.

—Voy a hacer café —dije, como si no acabáramos de cruzar la línea más borrosa de todas. Saque uno de mis pantalones de algodón y me los puse.

La dejé sola unos minutos. Cuando volvió, la vi sentada en la cocina, envuelta en mi sábana, con una taza entre las manos.

La taza decía: “Soy el jefe (y en la cama también)”. Mi favorita.

—¿En serio, Gael? ¿No tenías una taza más humilde?

—Tengo una que dice “El mejor amante del universo”, pero esa la reservo para ocasiones especiales.

—¿Ah, y esto qué fue? ¿Un jueves cualquiera?

—Una noche gloriosa.

La fulminada de ojos fue exquisita. Y aún así, no dejaba de mirarme de reojo. Sabía que estaba a punto de explotar de nuevo, o de hacer algo mucho peor: caer otra vez.

—¿Y ahora qué? —me preguntó con una frialdad fingida que no le salía nada bien—. ¿Hacemos como si nada pasó? ¿Volvemos a la oficina fingiendo que no nos comimos vivos?

—Podemos intentarlo. Aunque si te sientas en la reunión con esa cara de post-polvo, creo que todos lo van a notar.

—¡Gael!

—¿Qué? Solo digo que esa sonrisa idiota que tienes ahora no la llevabas ayer cuando querías clavarme un bolígrafo en el cuello.

Se levantó con esa pseudo-dignidad suya que se le resbalaba por las piernas. Literalmente. La sábana casi no aguantaba. Y yo tampoco.

—Esto fue una estupidez —dijo, más para convencerse a sí misma que a mí.

—Sí. Una estupidez maravillosa.

No dijo nada más. Bebió café como si así pudiera callar todas las voces en su cabeza. Yo la miraba, sin decirlo, pero pensando lo mismo desde que desperté: quiero repetirlo.

—¿Qué vas a hacer ahora? —pregunté, dándole otro sorbo a mi taza.

—Vestirme, salir de aquí y fingir que sigo siendo una mujer seria y profesional.

—Buena suerte con eso.

—¿Y tú?

—Probablemente me ría durante toda la mañana.

—Eres un imbécil.

—Tú me condenaste a serlo.

—¡Ni siquiera te conozco tanto!

—Sabes perfectamente cómo me gusta el vino, el café y lo que me vuelve loco en la cama. Eso es más que suficiente.

—Voy a asesinarte.

—Solo si después me das otra noche como la de anoche. Valdrá la pena.

Me tiró la mirada más asesina del universo. Pero no lo negó. Solo se metió al baño con la sábana, de un portazo.

Y justo antes de que cerrara, le lancé una última bomba:

—A mí también me encanta cuando tomas el control, Duval.

Su gruñido me hizo sonreír más.

Qué jodidamente divertida se había vuelto mi vida.

Y qué jodidamente complicado iba a ser sacármela de la cabeza.

El sonido de mi celular cortó la atmósfera, justo cuando mi mente comenzaba a darle demasiadas vueltas a lo de Camila. vibró sobre la encimera. Lo vi de reojo mientras saboreaba el último trago de mi café. Lo agarré sin apuro, esperando algún mensaje del trabajo o de mi madre mandándome memes con gatos deprimidos. Pero no. Vi el nombre que brillaba en la pantalla: Bastian Moretti. Mi hermano, la estrella del punk, el jodido vocalista y guitarrista de Dead Beat Nation, con su ego tan grande como la fama que había cosechado.

Contesté con un suspiro, metiéndome en el sofá mientras Camila seguía en el baño, aún con esa actitud de “no puedo creer que haya sucedido esto”. La verdad, me encantaba su desconcierto.

—¿Qué pasa, hermano? —dije sin rodeos, sabiendo que Bastian siempre va al grano.—¿Ya rompiste otra guitarra o solo estás borracho?

—Tío, te interrumpo, ¿o qué? —la voz de Bastian llegó entrecortada, como si estuviera en medio de una fiesta o en el backstage de algún lugar caótico, como siempre.

—Estoy… en casa, hermano. Solo pensando en las consecuencias de mis decisiones —le respondí con sarcasmo—. ¿A qué debo este honor?

—¡Hermanoooo! —exclamó con esa voz rasposa—. ¿Cómo estás, rockstar de los PowerPoints?

—Más cuerdo que tú, lo cual no es difícil. Dime de una vez ¿qué carajos quieres?

—Escucha… en dos semanas voy a caer por tu apartamento.

—¿A caer?

—A quedarme. Unos días nada más. Luego vuelo a Italia para el cumple de mamá.

Casi escupo el café. Mis cejas se alzaron en señal de sorpresa. Eso sí que no me lo esperaba.

—¿Y no podías quedarte en un hotel, como cualquier estrella de rock millonaria?

—Quiero un respiro de la fama, hermano. La productora me dio vacaciones y necesito desaparecer un rato. Nada de fans, nada de fotógrafos, nada de groupies colándose en mi cuarto a las tres de la mañana.

—O sea, todo lo que tú mismo provocas.

—Detalles —rió, como si no le pesara nada—. Tu apartamento es perfecto. Nadie me busca ahí. No hay cámaras. No hay escándalos. Solo tú y tus reglas de adulto funcional.

—Y una que otra mujer gritando mi nombre, pero entiendo tu punto.

—¿Y bien? ¿Me vas a dar posada o tengo que buscarme un convento?

—¿Tú en un convento? El mundo colapsa.

—Entonces dime que sí, Gael. No me hagas suplicar. Tú sabes que cuando lo hago se me baja la credibilidad punk.

Rodé los ojos, pero ya sabía que no tenía escapatoria. Bastián era un torbellino, sí, pero también era mi hermano. El más impredecible. El más intenso. Y, aunque me costara admitirlo, el que más necesitaba un descanso de su propia vida.

—Está bien —dije al fin—. Pero no me llenes el lugar de guitarras y humo raro.

—No prometo nada. —su tono era burlesco, pero lo noté más cansado de lo usual—. Gracias, hermano.

Le di una respuesta rápida, lo suficiente para que no me dijera más sobre su plan de “vacaciones” y para que no me dejara en espera mientras se ponía a hacer ruido por alguna de sus locuras. No es que no lo quisiera en mi vida, es solo que… Bastian siempre traía un caos consigo. A veces, un caos que no estaba dispuesto a manejar.

—Prometo solo una guitarra y nicotina. Te adoro, idiota.

Colgó antes de que pudiera retractarme.

Suspiré y dejé el celular en la mesa, justo cuando Camila salió del baño aún con la sábana puesta y cara de guerra fría. La miré de reojo, mientras pensaba en el huracán que se me venía encima.

1
Hilda
Por fin se puso los pantalones
Yorelis Rengel
excelente
ana maria flores
Me parece muy linda la historia pero aparentemente era la primera que la leía una pena no poder leerla completa
ana maria flores
Está terminando la novela pero solo he leído que todo lo puede el padre mafioso y Gael no sabe cómo enfrentar sus amores ni tomar decisiones que lo salven para vivir una vida mejor
Yazz: Hola!
La novela no está en la recta final, lo siento, si no pudiste comprender el proceso de la historia. Solo ten en cuenta que no es una novela convencional, es tipo Romcom con algunos matices dramáticos. ¿Me gustaría saber cuál seria su inconformidad?
total 1 replies
Mirta Ramirez
yo me mudo y listo... con semejante tipo!!!
ana maria flores
La verdad que yo tampoco 😃
Mirta Ramirez
no se si reirme o llorar con esta "novela"
Yazz: ¡Hola!

Lo siento si está novela no ha sido de su agrado. Entiendo que para todos no es fácil conocer el proceso de algunas historias. Pero ten en cuenta que es una novela no convencional. De género Romcom con matices dramáticos. ¿Quisiera saber cuál sería su inconformidad? para tenerla en cuenta. Gracias por leer mi novela 🤗
total 1 replies
Aylen Dopico
no no porfa no me los separesssss😭😭😭🤧
Cecilia Balmaceda
Muy interesante
Mirta Ramirez
nocamina... vuela!!!! q feo una mujer asi!! arrastrada!!!
Mirta Ramirez
que bruja y p....ta
Aylen Dopico
no, no, no me los separes porfa aaaa que Camila no de aleje porfis que lo perdóneme no me hagas esto autora porfa aaaa😭😭😭
Mirta Ramirez
x ahora nada intetesante
Mirta Ramirez
uh...que capitulo.insignificante
Mirta Ramirez
otro capitulo sin avance!!!
Mirta Ramirez
no se q piensa la sutora!!! que advertwncia rificula!!!! no pasa nada de nada...
x ahora muy lenta y pesada
Mirta Ramirez
no entienfo esas frases de advertencis,al principio....
Emperatriz Reales
La asquerosa se acostó conmigo n el hermano
Emperatriz Reales
Q tipo tan asqueroso, pero más Camila si se vuelve acostar con el
Emperatriz Reales
Zorra de lo peor
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