Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Catorce
Cuatro meses habían pasado de la muerte de la madre de Denisse, ella había ido a una entrevista de trabajo, a una empresa muy prestigiosa para ser la secretaria del vicepresidente, habían quedado en avisarle si era la elegida pero dada su condición ella no guardaba muchas esperanzas y ahora esperaba a su hermano Lucas que salía de la universidad sentada en aquel pequeño parque mientras miraba a unos niños jugar y acariciaba su crecido vientre de cinco meses.
No muy lejos de ella había un auto aparcado, y desde su interior un hombre con una cámara fotográfica de alta definición, le sacaba fotos a la chica, una tras otra con una secuencia impresionante, incluido el momento en el que un joven moreno y muy alto llegó hasta ella y se sentó a su lado abrazándola, y un rato después la ayudó a levantar y salieron caminando tomados de la mano.
Dos días después un sobre amarillo con las fotos dentro estaba sobre el escritorio de Óscar, una hora hacía ya que el detective privado que había contratado para encontrar a Denisse se las había llevado y él aún no tenía valor para verlas.
No esperó más, rompió el sello y viró el contenido del sobre arriba del lujoso escritorio de caoba tallada, y allí estaba ella, estaba hermosa y no pudo aguantar el impulso de pasar su dedo sobre la cara de la mujer que reflejaba la fotográfica, pero su vista se movió rápidamente a su vientre abultado, allí seguía el maldito niño que los había separado, el error que ella había cometido y que no se había deshecho de él como le había ordenado.
Lanzó la impresión fotográfica lejos y siguió viendo una tras otra la misma imagen, solamente tenía pequeños cambios, hasta que en una de ellas apareció aquel hombre, el mismo con el que la había visto abrazada aquel día y al parecer no era suficiente con aquel recuerdo que tenía clavado en su mente que debía verla otra vez plasmada en una fotografía.
Óscar tomó todo el contenido del sobre, incluido el informe de lo que había averiguado el detective sobre ella o su familia sin saber que estaba cometiendo un gran error y lo lanzó a la papelera y seguido de eso tomó una botella de whisky y la vertió poco a poco sobre las fotografías y los otros documentos, viendo como estas iban perdiendo su color y las imágenes desaparecían del papel.
Tomó otra de sus botellas y sin poner el contenido en un vaso comenzó a beber como un loco desesperado de ella, y lo único que venia a su mente era un pensamiento, Denisse había preferido un hijo y no le importó dejarlo.
Aquella botella se terminó y después vino otra y mientras estaba bebiendo, ahogando sus miserias en alcohol entró en su oficina Kate.
La mujer no había dejado de perseguir al castaño en todo ese tiempo y para ella fue muy conveniente que la secretaria se hubiera ido por propia voluntad y ver a Óscar en aquella situación no le dejó duda de que era la oportunidad que debía aprovechar.
Se acercó a él fingiendo querer ayudarlo y nada más que vio el momento se pegó a la boca de Óscar como si de algo inocente se tratara, y el despechado hombre se abalanzó sobre la mujer buscando lo que hacía unos meses había perdido cuando su amada se fue.
Aquello no debía estar pasando, él estaba borracho, pero no era tanto como para no darse cuenta que la mujer que tenía en sus brazos desnuda en la alfombra mientras la embestía con desespero no era su pelirroja, sin embargo no podía dejar de repetir Denisse una y otra vez llamando amor a la mujer equivocada, mientras ella hacía como que no le importaba escuchar ser llamada por el nombre de otra.
El alcohol y darse cuenta de lo que estaba haciendo no lo dejaron terminar y un momento después de parar sus movimientos cayó al lado de la mujer sin querer siquiera mirarla.
- Lo siento- le dijo y sintió las manos de ella sobre su pecho para tratar de acariciarlo.
- Óscar, no te preocupes, podemos intentarlo en otro momento- le dijo bajando la mano hasta el miembro del hombre pensando que se disculpaba por no llegar hasta el final.
- No, no habrá otro momento nunca más, esto no debió pasar.- le dijo con fuerza separando la mano de la mujer, reaccionar a la situación lo había hecho perder todo el efecto del alcohol en su organismo.
- ¿Me estás diciendo que solamente usaste mi cuerpo como si yo no te importara?- le dijo la mujer tratando de apelar a la culpa del hombre como último recurso, pero lo que escuchó de la boca de él le hizo darse cuenta que por la vía del sexo con Óscar no conseguiría nada.
- Sí, y te pido perdón.- le respondió mientras se sentaba, con la sinceridad más grande del mundo.
- Óscar, podemos intentarlo, darnos una oportunidad y ver que pasa, ver hasta dónde nos lleva esta locura de hoy.- volvió a insistir la mujer tratando de no perder el terreno que había ganado gracias al alcohol.
- Kate, entre nosotros nunca habrá una oportunidad de este tipo, te pido perdón y si después de esto quieres seguir siendo mi amiga te estaré agradecido, pero si no lo deseas, no voy a culparte de nada, fui yo el que se equivocó.- el hombre se puso de pie delante de ella, completamente desnudo- Lo siento pero tú y yo no podemos ser otra cosa que no sea amigos, en mi corazón no hay lugar para nada más y no tengo deseos de cambiar nada.- y se fue hacia el baño que tenía dentro del despacho, dejando una muy enfadada Kate pegando puñetazos sobre la alfombra al ver que la manera que tenía prevista para lograr sus planes se había ido como arena en el viento, ella conocía muy bien a Óscar y si él le había dicho que nunca se iba a acostar con ella, es porque cumpliría con su palabra.
Cuando Óscar salió del baño ya la mujer no estaba allí, le daba mucha pena hablarle de esa manera, pero habían temas que debían ser resueltos así si quería evitar problemas posteriores y la insistencia de Kate le había dejado claro que ella buscaba algo que él no podía darle, algo que incluso siendo adolescente y con las hormonas que hervían, no había pensado hacer, ella era de las mujeres que él nunca había querido en su vida para nada más que no fuera una amistad, cualquiera podría decir que ella no era su tipo, pero no se trataba de tipos, se trataba de que ella no lograba despertar nada más en él que no fuera el cariño de un buen amigo.
El hombre miró a su alrededor y vio el destrozo en que se había convertido su oficina, tomó su ropa del suelo y se la puso y comenzó a recoger poco a poco todo lo que estaba a su alrededor, era momento de centrar su vida en algo más que en Denisse, era momento de trabajar sin descanso para poder seguir adelante.