Reviví de entre los muertos, eso suena descabellado pero es prácticamente lo que sucedio.
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Capitulo: 13
MORGAN.
—No hagas esto, no tiene por qué ser así, podemos solucionarlo de otra manera —intenté hacerlo entrar en razón, pero su mirada estaba perdida.
—¡Claro que sí! Y a mí se me ocurre una que nos beneficiará a ambos.
Justo en ese momento, Caleb salió de su ensimismamiento y observó curioso a su padre.
—¿De qué hablas? Creí que esta era la única solución —le recriminó, mientras soltaba el arma.
—Hablo, querido hijo, de que se pueden casar. Así, ambas mafias se unirán y se harán una sola, mucho más poderosa.
—Sí, podemos casarnos y hacer un tratado de paz para poder llevar la fiesta en paz y al fin dejar de temer por lo que pueda pasar.
—¿En serio te casarías conmigo para solucionar esto? —pregunte.
—Sí, claro que sí. Yo te amo.
—Está bien, hagámoslo.
—¿Pero cuándo? —preguntó Caleb, mirándome interrogante.
—¡Ya! —dijo su padre, y ambos lo miramos asustados. Él rodó los ojos.
—Está bien, cuando estén listos. Por lo pronto, me quedaré con la chica. Cuando estén casados, la soltaré —hizo una pausa y se agachó para tomar el arma que Caleb traía—. Pueden tomarse todo el tiempo que quieran, solo no me den problemas y todo estará bien.
Y sin decir más, salió de la habitación, dejando un incómodo silencio entre su hijo y yo.
¿Un trato de paz?
MORGAN.
Horas después, Elijah me miraba atónito.
—¿Entonces te casarás con Caleb? —me preguntó.
—Sí.
—¿Eres estúpida?
Le di una mala mirada, y él me la devolvió con un resoplido.
—¿Por qué aceptaste casarte con él después de que estaba más que dispuesto a matarte?
—Porque esa chica no tiene la culpa de nada, así que no pienso morir para darles el gusto a Caleb y a su padre. Pero tampoco me voy a casar por amor, es por supervivencia y nada más. Pese a que sí siento amor por él y no lo merece.
—No te entiendo. ¿Lo amas o no?
—preguntó, entrecerrando los ojos.
—Solo cállate, estoy tratando de concentrarme.
—¿Y dime para qué diablos buscas a Lorenzo?
—Haces muchas preguntas, y no te las voy a responder todas. Así que solo limítate a guardar silencio y dejarme trabajar.
—¡Deja de callarme!
—¡Deja de molestar!
—Yo… —lo interrumpí cuando di un salto.
—¡Sí, lo tengo! —dije mientras cerraba la laptop y caminaba a la puerta—. Vamos, lo encontré.
Tenemos que ir a buscarlo lo
más pronto posible antes de que se mueva de ubicación.
Caminé al elevador con Elijah detrás de mí y presioné el último botón, el que me llevaría al estacionamiento subterráneo para poder ir en busca de Lorenzo.
—¿Dónde está? —preguntó.
—No lo sé —confesé, quitándole importancia.
—¿Cómo lo piensas buscar si no sabes dónde está?
—Tengo su ubicación, genio. Solo que no conozco el lugar, así que pondré su ubicación en el GPS y daremos con él.
—No sé si soy demasiado idiota por seguirte sabiendo que puedes llevarme a mi muerte, o en realidad me gustas mucho.
Rodé los ojos, divertida por su estúpido comentario, y nos subimos al auto. Antes de arrancar, introduje la ubicación en el GPS y emprendí camino.
—¿Qué planeas hacer, Morgan? —me preguntó Elijah, dándome una mirada desconfiada.
—¿No es obvio? —le respondí con otra pregunta.
—Por algo te pregunto, linda.
—Lo buscaré, le diré que me entregue la mafia lo antes posible y después lo mataré —dije de la manera más casual posible.
—¿Planeas ensuciarte las manos matándolo solo por una venganza? —me preguntó, incrédulo.
Me reí para mis adentros y le di una rápida mirada antes de volver a fijar mi vista en el camino.
—No, querido, no es por una simple venganza. Es para poder tener la paz y la felicidad que tanto me han estado arrebatando.
—La felicidad no se consigue a costa de la desgracia de los demás, ¿sí lo sabes, no?
Solté un bufido de fastidio. Elijah es demasiado bueno para su propio bien. Él ha matado, pero lo hizo cuando era obligado por el padre de Caleb, quien lo amenazaba con su familia. Pero siempre tiene pesadillas por las personas que mató. Y sí, sé que tengo mucho que agradecerle, ya que estuvo al tanto de mi bienestar desde el primer momento en que supo toda mi trágica historia. Me gustaría decir que está conmigo por lástima, pero no. Él está conmigo porque me quiere, y me da remordimiento no sentirme igual. Lo quiero, sí, pero solo como a un amigo. Él, en cambio, espera mucho más de mí, aunque no me lo diga. Noto en su mirada que espera que algún día yo pueda dejar ir a mis fantasmas del pasado para poder ser feliz, y estoy sumamente segura de que él estaría más que dispuesto a ayudarme.
—Exacto, la felicidad no es a costa de la desgracia ajena, pero díselo al padre de Caleb, a Lorenzo, a Samantha y al mismísimo Caleb.
—¿Entonces planeas matar a todos y cada uno de ellos para poder ser feliz?
—No, no planeo lastimar a Caleb. Lo amo demasiado como para siquiera pensar en hacerle daño.
—A veces, te juro que no te entiendo. Parece que hablas en un idioma muy diferente al mío, y créeme que sé hablar más de uno, pero el tuyo no lo entiendo.
—Si sigues, te dejaré tirado en cualquier lugar —lo amenacé mientras observaba que, según el GPS, estaba cerca de Lorenzo.
—No lo harías —me retó de manera descarada.
Frené el auto en seco y él se cubrió para no golpearse.
—¡Bájate! —ordené mientras apuntaba a la puerta del auto.
—Vamos, Morgan, solo bromeaba.
—¡Bájate! —volví a ordenar, pero él solo se cruzó de brazos y me dio una mirada burlona—. Eres un jodido caso —gruñí entre dientes mientras ponía el auto en marcha de nuevo.
—Ya somos dos, linda.
Rodé los ojos por milésima vez y lo ignoré el resto del camino.
Cuando llegué a la ubicación marcada por el GPS, me di cuenta de que era un descampado.
—Bien, aquí es —dije mientras apagaba el auto y le daba una rápida mirada—. ¿Piensas bajar o te quedarás en el auto hecho un ovillo mientras yo me encargo de Lorenzo? —pregunté de manera burlona.
—Ja, ja, muy graciosa.
Quité las llaves del contacto y tomé un arma de la guantera para proceder a bajar.
—¿No te da mala espina el lugar? —me preguntó, algo temeroso, mientras observaba a su alrededor.
—Cállate. No sabemos quién pueda estar en el lugar, y si hablas, nos encontrarán antes de que nosotros los podamos encontrar a ellos.
Él solo levantó los brazos en señal de inocencia. Y antes de que diera un paso más, lo detuve al notar la presencia de tres personas frente a nosotros.
—¿Estás segura, Raquel? —era la voz de mi padre.
—Sí, más que segura. Él me contó que planea hacer que Morgan y su hijo se casen para juntar ambas mafias y cuando estas sean una sola, grande y poderosa, los matará a ambos para tomarla él —le respondió la voz de Raquel.
Miré a Elijah, y él también estaba como yo, con los ojos abiertos de par en par.
—Tenemos que alejar a tu hija de Caleb lo más pronto posible. Está en un gran peligro —ahora habló la voz de quien reconocí enseguida como Dante.
—Tenemos que hacerlo de la manera más sutil posible. No podemos arriesgarnos a que sepan que Raquel está de infiltrada en la mafia del padre de Caleb —dijo Lorenzo, y parecía estar frustrado.
—¿Qué planeas hacer para alejarla? —preguntaron al unísono Raquel y Dante.
—No lo sé, algo se me tendrá que ocurrir. No pienso permitir que la lastimen. No dejaré que le toquen ni siquiera un mechón de cabello —sentenció mi padre, y sentí la furia correr por mis venas. Es increíble que diga esto justo después de que dejó que abusaran de mí solo porque me culpaba de la muerte de Samantha.
—Es irónico que lo digas, Lorenzo —hablé, haciendo notar nuestra presencia, y lo vi saltar del susto—. Es totalmente irónico, ya que el primero en tocarme y hacerme daño fuiste tú, quien se suponía no debería de hacerlo.
—¿Qué haces aquí, Morgan? —preguntó, entre nervioso y asombrado.
—Vine a buscarte. Quiero que me entregues la mafia lo más pronto posible. Ahora mismo para ser más específica.
—No puedo hacerlo. Te matarán
en cuanto termines de firmar el acta de matrimonio.
—Créeme, querido padre, eso no pasará. Antes era una indefensa víctima a la que lastimaban sin que se pudiera defender. Pero ahora, quien se atreva a tocarme, aunque sea por error, lo pagará, y lo pagará muy caro.
—¿A qué te refieres? —me preguntó, agitado.
—Que mataré a quien me lastime si es necesario —aseguré, mientras le daba una cínica sonrisa.