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Las Sombras Del Rey

Las Sombras Del Rey

Status: En proceso
Genre:Romance / Maestro-estudiante / Apoyo mutuo / Batalla por el trono / Grumpyxsunshine
Popularitas:769
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Uno asesina, otro espía, otro envenena y otro golpea y pregunta después. Son solo sombras. Eliminan lo que estorba, limpian el camino para quien gobierna con trampas y artimañas.

No se involucran. No se quiebran.

Pero esta vez, los cazadores serán cazados.

Porque hay personas que no preguntan, no piden permiso, no se detienen.

Simplemente invaden… y lo cambian todo.

NovelToon tiene autorización de IdyHistorias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¡Rayos! ¿Ahora soy la damisela en peligro ?

Al día siguiente, dejamos la posada y nos dirigimos al siguiente pueblo. Teníamos planeado acampar en las afueras, lejos de las miradas curiosas. Clover sonreía mientras se despedía de la señorita de la posada, entregándole el otro pendiente que le había prometido. Ya todo estaba en marcha, y la parte final de la misión se acercaba.

Pasamos el día y la noche tranquilos en nuestro campamento. Era algo incómodo, como siempre lo es acampar, pero Clover, aún en su papel de esposa, se había acostado cerca de mí, sin dejar de fingir esa cercanía que empezaba a sentirse demasiado real. Sabíamos que al día siguiente todo acabaría. La misión estaba planeada: al anochecer, cuando el dueño regresara de ese "lugar especial", sería el momento de actuar.

Antes de entrar en Berlith esa noche, discutimos en las sombras. Clover insistía en ir conmigo, pero yo no quería ponerla en peligro.

—No, Clover. Esto lo hago yo solo —dije, frustrado. Odiaba la idea de que estuviera cerca cuando todo se desmoronara.

Ella me miró, firme y con esa sonrisa burlona que tanto conocía.

—Ve solo si quieres, Ezran, pero nunca sabrás si te seguí o no —respondió, con esa confianza que siempre me sacaba de quicio. Sabía que, cuando se lo proponía, se escondía mejor que yo. Era cierto. Me había superado en el arte de desaparecer entre las sombras, y eso me molestaba, aunque no lo admitiría en voz alta.

Finalmente, cedí. Sabía que no ganaría esa discusión.

—Está bien. Pero mantente lejos —le dije, sin dejar de mirarla con preocupación.

Todo iba según lo planeado. El dueño de la posada estaba a pocos metros de mí, completamente ajeno a lo que le esperaba. Mi espada atravesó su cuerpo sin titubear. Le había prometido a Clover que lo haría sufrir al menos un minuto, y así lo hice. Retorcí la espada lentamente mientras él intentaba gritar, pero el trapo que le había metido en la boca lo silenciaba. Lo miré mientras su vida se apagaba, y cuando sentí que había sido suficiente, corté su yugular. Adiós, persona horrible.

El problema llegó cuando regresaba sobre mis pasos. Estaba bien, todo había salido perfecto, hasta que un cliente del dueño me vio. No lo había reconocido antes, no estaba en la lista, pero sabía que si este tipo informaba lo que había visto, toda la misión se arruinaría.

El hombre sacó un artefacto y me lo lanzó. Rayos, eso me va a doler, pensé. Sabía bien lo que era. Era uno de esos artefactos que, al activarse, se rompían en múltiples dagas afiladas que se clavaban en todas direcciones. No habría forma de evitarlo.

Pero antes de que pudiera moverme, otro artefacto cayó a mis pies. Era un escudo mágico, y las dagas se quedaron incrustadas en él, salvándome.

Clover. Ella lo había hecho. Había lanzado el escudo para protegerme.

Maldición. Yo era el que tenía que protegerla, no al revés.

El cliente del dueño intentó escapar, pero no iba a llegar lejos. Corrí tras él, alcanzándolo rápidamente, y vi cómo caía de dolor al suelo. Reconocí la daga que le había regalado a Clover, clavada en su muslo. Ella lo había alcanzado antes que yo.

Sin titubear, acabé con él. Lo miré caer, su cuerpo sin vida derrumbándose sobre el suelo empapado de sangre. Recogí la daga y el artefacto del escudo, observando los objetos que habían evitado que esa noche fuera mi final.

Saliendo de las sombras, caminé rápidamente hacia el lugar donde sabía que encontraría a Clover. No tardé mucho en verla. Ella me daba el alcance, con esa mirada tranquila que siempre llevaba, pero yo no podía dejar de sentirme molesto, y algo más... humillado.

¿Cómo había sucedido esto? ¿Por qué había sido ella quien me protegiera? Ahora me veía como un inútil, como alguien que no podía cumplir con la promesa de mantenerla a salvo. No quería que me viera así, no quería que pensara que yo no era capaz de cuidarla. Pero ahí estaba la verdad. Había sido ella quien había salvado la noche.

Nos encontramos en silencio, mirándonos a los ojos. Intenté decir algo, pero las palabras no salían.

—¿Estás bien? —preguntó ella, con ese tono ligero que siempre usaba, como si nada hubiera pasado.

—Sí, gracias a ti —murmuré, casi a regañadientes, entregándole la daga que había usado.

Íbamos de regreso en la carreta, ambos vestidos de manera más casual, sin las ropas de la misión. Yo estaba malhumorado, incapaz de sacarme la frustración de encima. Sentado a su lado, la cercanía que normalmente me calmaba ahora me ponía tenso. Me sentía como si hubiera fallado, y no solo en la misión. Había fallado con ella.

No dejaba de darle vueltas a lo que había sucedido. ¿Qué habría pasado si Clover no hubiera estado ahí? Nada, o al menos eso quería decirme a mí mismo. Habría terminado la misión como siempre lo hacía, incluso si el artefacto me hubiera alcanzado. Con mucho dolor, sí, porque esas malditas dagas no eran fáciles de esquivar, pero ninguna me habría matado. Eso lo sabía. Me habrían dejado malherido, tal vez al borde de la inconsciencia, pero habría sobrevivido.

Pero no era eso lo que más me molestaba.

Lo que realmente me envenenaba era que ese artefacto lo había hecho para ella, para que lo usara para protegerse. Y ahí estaba, usándolo para salvarme a mí. Ella se había quedado sin protección. No solo eso, sino que había usado la daga que le regalé para ayudarme, exponiéndose al peligro. Podría haberse quedado vulnerable si había más enemigos cerca. Si alguien más la hubiera seguido, se habría delatado al lanzar el escudo y atacar.

Maldije internamente, sintiendo que mi responsabilidad de cuidarla se había invertido de una forma que me hacía sentir... pequeño. Mi mente iba a mil por hora, cada pensamiento más frustrante que el anterior. ¿Cómo pude dejar que esto pasara?

Intenté calmarme. Cerré los ojos, apoyándome en el respaldo de la carreta, diciéndome que si hubiera sido Rowen quien me hubiera ayudado, no me habría molestado tanto. Rowen no me habría hecho sentir tan inútil.

—Con Rowen hubiera sido diferente...

—Entonces solo me quieres cerca porque te recuerdo a Rowen, ¿verdad?— soltó ella de pronto pero voz fue seca, vacía. Un tono que nunca había oído en ella.

El golpe que sentí al escuchar esas palabras fue inmediato, como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago. No lo había pensado, no me había dado cuenta de lo que acababa de decir en voz alta. Quise corregirlo, decir algo para deshacer lo que había provocado, pero las palabras se quedaron atascadas en mi garganta.

Clover me miraba con una mezcla de furia y dolor que nunca había visto en sus ojos. Estaba dolida, profundamente. Antes de que pudiera explicarme, ella soltó, entre furiosa y dolida:

—¡Para!

No entendía lo que estaba pasando. ¿Por qué estaba reaccionando así? ¿Qué había dicho exactamente que la había lastimado tanto? Antes de que pudiera pensar en qué hacer, Clover jaló las riendas y detuvo la carreta con un movimiento brusco. Saltó de la carreta, sin mirarme, y comenzó a caminar rápidamente hacia el bosque que bordeaba el camino.

Me quedé un segundo paralizado, sin saber qué hacer. ¿Por qué se había ido así? ¿Estaba tan enfadada conmigo que ni siquiera quería estar a mi lado? ¿O es que ya no se sentía segura conmigo?

No podía dejarla ir así.

Bajé de la carreta y comencé a seguirla. La vi desaparecer entre los árboles, caminando rápidamente, su silueta moviéndose entre las sombras del bosque. La seguí con cuidado, inseguro de qué decir o cómo abordarla. No quería empeorar las cosas, pero no podía quedarme sin hacer nada.

Finalmente, la encontré detrás de un árbol grande, detenida, con la cabeza apoyada en el tronco. Parecía derrotada. Podía escuchar sus sollozos suaves, algo que jamás había visto en ella. Clover no lloraba. Ni cuando estaba asustada, ni cuando había vivido cosas terribles. Nunca.

¿Qué había hecho? ¿Por qué estaba así? Me acerqué más, inseguro de cómo manejar esto, y le pregunté suavemente:

—¿Estás bien?

Ella se giró de golpe para enfrentarse a mí, con los ojos llenos de lágrimas y rabia. Dolida, furiosa, vulnerable.

—¿Si estoy bien? —repitió, con la voz temblorosa de la rabia contenida—. Estoy cansada, Ezran. Cansada de ser la sombra de Rowen. ¡Rowen nunca existió! —me gritó, su voz cargada de frustración—. Lamento no ser Rowen de verdad. Lo he intentado todo este tiempo, siendo como soy, pero está claro que te desagrado. Siempre me rehuyes, siempre actúas como si no supieras qué hacer conmigo.

Sus palabras me atravesaron como una flecha.

—Clover... no es eso... —intenté decir algo, cualquier cosa, pero ella me interrumpió.

—¡No! Ya basta. —Su voz era firme, cargada de un dolor profundo—. Me he cansado de competir con Rowen por ti. No lo haré más. Ya no.

Eso me golpeó más fuerte de lo que esperaba. ¿Competir con Rowen? ¿Eso pensaba ella? Que había estado compitiendo contra alguien que ni siquiera existía... El dolor en sus palabras era insoportable. No era justo. Pero antes de poder detenerme, también empecé a gritarle, la frustración y el dolor que había contenido por tanto tiempo finalmente salieron a la luz.

—¡Sé que no son lo mismo! —grité, sintiendo cómo mi voz también temblaba—. Sé que son diferentes, maldita sea. Rowen era mi amigo, mi compañero. Era fácil tratar con él. No había complicaciones, no tenía que pensar en cada cosa que decía o hacía. Con él podía ser yo mismo, bruto como soy. ¡No tenía que preocuparme!

Clover me miraba, dolida, esperando más. Ya había abierto la puerta, no había vuelta atrás.

Y entonces, solté lo que había guardado tanto tiempo, sin siquiera pensarlo, con la furia aún controlando mis palabras:

—¡Pero cómo diablos quieres que te vea igual! —grité, frustrado—. ¿Cómo esperas que te trate igual que a Rowen? Con Rowen no tenía problemas en mostrarme como soy, sin filtros. ¡Pero cómo puedo hacer lo mismo delante de la persona de la que estoy enamorado, eh?

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Liliana Barros
Clover es la pareja perfecta para Ezran. Y más vale que el Rey no se olvide de su amigo o Clover va a hacer que lo lamente 😱😂😂😂
IdyHistorias: Siiii Clover es de temer… incluso Ezran le teme …
total 1 replies
Liliana Barros
Así que sus vidas estuvieron cruzándose desde el inicio. Y Clover en lugar de ser Reina, eligió a Ezra 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Amé la personalidad de Cloe y como trató al Rey, que se merece el mote de imbécil jajaja. Y el pobre Ezra viendo como se peleaban los dos por él 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Me encanta la historia. Aquí esperando más capítulos 😍😍😍
Liliana Barros
Me gustó que se decidieran a hablar y aclarar su relación. Son perfectos el uno para el otro
Liliana Barros
Creo que Rowen es mujer, por la descripción de delicadeza. Quizás por eso la quieren los prestamistas
Liliana Barros
Ezran acaba de cambiar su destino. Aunque todavía no lo sabe. Será un chico o una chica, el testigo? 🤔
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