A 10 Pasos De Tu Puerta

Tenía a Kay frente a mi puerta y sosteniéndome. Con ese intento de imponer su presencia lo único que conseguía era que mis sentidos perdieran el control.

—No te vas a ir así. Necesito hablar de esto ahora.

Había sujetado mi brazo con firmeza, su mano me tenía con tanta fuerza que casi no me podía soltar del agarre. Era una fuerza que no me esperaba de él, aunque si en verdad quisiera liberarme lo haría, y así fue. Me quité y le hice una señal para que entrara. Caminé hasta el sofá, dejando que él se encargara de cerrar la puerta.

—Jodie, no puedes seguir así, me está agotando. Quiero entender tus intenciones.

Su sinceridad y el hecho de que funcionara y acabara por seguirme hasta acá, me hicieron sonreír de manera involuntaria, aunque no era exactamente lo que esperaba.

—Dime —me dejé caer en el respaldo, relajando mis músculos como si ya no tuviera nada que perder, y con la intención de no mostrar ni un atisbo de vulnerabilidad

—¿Qué significa todo este juego para ti? ¿Qué es lo que en verdad quieres de mí? Porque cada vez que intento comprender, me das vueltas la cabeza. No puedo seguir con esto, me estás llevando a un límite. ¿Te sirvo como una forma de entretenimiento? —Me estaba mirando las uñas cuando terminó de hablar, luego lo miré. Él no era precisamente mi entretenimiento, pero sí me estaba divirtiendo con esto—. Tienes que ser sincera conmigo.

Estaba de pie frente a mí, me levanté sin responder nada y lo tiré hacia el sofá que tenía detrás, quedando arriba de él. No pude evitar reír al ver su reacción al notar que él había perdido todo el control sobre la situación.

—No es justo —dijo, sin hacer el mínimo esfuerzo por quitarse.

—¿Qué cosa no es justa?

—Todo esto. La forma en la que estás jugando y burlándote de mí, eres demasiado impulsiva.

Me acerqué a su rostro, sentí el aroma de su perfume entremezclado con el calor que emanaba su piel. Sus ojos no dejaban de mirarme, como si intentara leerme, y me di cuenta de que empezaba a oír su respiración aumentando.

—¿Cuál era la pregunta que me habías hecho? —musité.

—No entiendo… por qué disfrutas tanto de hacerme enfadar —sus palabras salieron con una voz ligeramente entrecortada. Trataba de moderarse, pero su cuerpo lo traicionaba.

Tenté sus labios con los míos, despacio, deleitándome con cada segundo de su deliciosa tortura, luego le di un beso. El tipo estaba embelesado intentando procesar mis movimientos y su cara estaba elevándose en temperatura. Cada segundo que pasaba sin que él se apartara me hacía más consciente de su deseo oculto.

—Deja de hacer eso —murmuró. Quería mantener su dignidad intacta, pero estaba claro que le costaba.

—No puedo.

—¿Disfrutas esto? —frunció el ceño, le ignoré y volví a tomar sus labios unos segundos, apartándome para ver su reacción—. Suficiente —dijo, como una orden que sonó más como una súplica. Sus palabras ya no tenían la misma fuerza que antes.

—¿Quieres saber por qué hago esto?

Tenía el brazo derecho descansando en el respaldo del sillón, donde su cabeza reposaba, me daba la sensación de dominio completo sobre su posición, y era embriagante.

—Sí, dime por qué crees que puedes manipularme a tu conveniencia.

Mi deseo por tener a Kay de ese modo, bajo control, se intensificó, sé que intentaba resistirse por dentro pero estaba peleando consigo mismo. Además, no vi que se quejara mucho en ningún minuto.

—Porque me excita verte así —confesé.

Lo besé una vez más, pero esta vez no me detuve, mi lengua estaba invadiendo su boca. Sé que tenía razón con respecto a lo que pensaba hace un momento de él porque sentí cómo su determinación se disolvía a medida que se dejaba llevar. La desesperación y la necesidad le sometieron, causando que ni siquiera supiera cómo llevar sus manos, estaba desesperado.

Presionaba mi cuerpo para aferrarlo al suyo, dejando que subieran por mis piernas, respondía instintivamente.

Dejé que la lujuria me sofocara y empecé a frotar mis piernas por encima de su pantalón, él amplió la fricción con sus manos empujando con fuerza. Sus dedos se clavaron en mi cabello, dando leves tirones. Jadeos y gritos ahogados se escapaban de su garganta al sentir mi cuerpo contra su erecci*n, hasta que ya no se pudo contener más.

Se apresuró a quitarme la blusa, deslizándose por mis hombros, luego desabrochó mi short con manos frenéticas y temblorosas, ansioso por tocarme, para luego hacer conmigo lo mismo que yo había hecho con él antes, sin decir palabra, me levantó y me lanzó hacia el mismo mueble con impaciencia, montándome y presionando contra mí con urgencia mientras mis piernas rodeaban su cintura.

Yo me perdí totalmente en el calor del momento y los movimientos rudos e intensos que ejercía sobre mí, sus gritos hacían eco en mi oído a la vez que yo apretaba mis muslos contra él, dejé de escucharlos cuando me tomó de las mejillas para besarme con fuerza y morder mi labio, el placer era tan intenso que no me importó si dolía. El calor llenaba la habitación y mis músculos se estaban tensando.

No supe cuánto tiempo estuvimos en ese mueble, pero me era indiferente, lo único que me importaba era hacerle sentir bien mientras gemía mi nombre.