solo confía y todo saldrá bien.
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capitulo #13 paz y tranquilidad mental
El sol de la mañana iluminaba suavemente el dormitorio de Jacob y Sam, llenando la habitación con un cálido resplandor dorado. Jacob despertó sintiéndose inusualmente ligero, como si el peso que había estado cargando en su pecho durante tanto tiempo se hubiera disipado un poco. La terapia y el apoyo constante de Sam estaban empezando a dar frutos.
Sam ya estaba despierto, sentado junto a la ventana con una taza de café en la mano, observando la ciudad que lentamente cobraba vida. Al ver a Jacob despertarse, sonrió y se acercó a la cama.
—Buenos días, dormilón —dijo Sam con suavidad, inclinándose para darle un beso en la frente—. ¿Cómo te sientes hoy?
Jacob se estiró y sonrió.
—Me siento... bien. Mejor que en mucho tiempo.
Sam le pasó una taza de café a Jacob, quien se incorporó para recibirla. Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro y del tranquilo inicio del día.
—Estaba pensando —dijo Sam después de un rato—, podríamos pasar el día haciendo algo relajante. Algo que te ayude a mantener esa paz que sientes ahora. ¿Qué te parece un paseo por el parque?
Jacob asintió, agradecido por la consideración de Sam.
—Me encantaría. Creo que un día en la naturaleza es justo lo que necesito.
Después de desayunar, se dirigieron al parque local. Era un lugar hermoso y vasto, con caminos serpenteantes, árboles altos y flores coloridas. Los sonidos de la ciudad se desvanecían, reemplazados por el canto de los pájaros y el susurro del viento entre las hojas.
Caminaron en silencio, tomados de la mano, disfrutando de la tranquilidad del entorno. Jacob se sentía conectado con la naturaleza de una manera que hacía mucho no experimentaba. Cada paso que daba parecía liberar un poco más de la tensión que había acumulado.
Encontraron un lugar apartado junto a un lago, donde se sentaron en la hierba. Sam sacó un libro que había traído y comenzó a leer en voz alta. La voz de Sam, combinada con el sonido suave del agua y el canto de los pájaros, creó un ambiente de completa serenidad.
Jacob cerró los ojos y dejó que las palabras de Sam lo envolvieran. La historia era fascinante, pero más que la historia en sí, lo que le traía paz era la presencia constante y reconfortante de Sam. Había algo en ese momento, en ese lugar, que hacía que todo pareciera estar en su lugar.
Después de un rato, Sam cerró el libro y se recostó en la hierba junto a Jacob. Miraron el cielo, observando cómo las nubes formaban figuras caprichosas.
—¿Sabes? —dijo Jacob, rompiendo el silencio—. Hace mucho tiempo que no me siento así. Tranquilo, en paz.
Sam se giró hacia él, su expresión llena de amor y apoyo.
—Me alegra mucho escuchar eso, Jacob. Te mereces sentirte así, cada día.
Jacob se quedó mirando a Sam, sintiendo una profunda gratitud por tenerlo en su vida. Sam había sido su ancla, su refugio en los momentos más oscuros.
—Gracias, Sam. No solo por hoy, sino por todo. Por estar aquí, por entenderme y por nunca rendirte conmigo.
Sam le acarició la mejilla con ternura.
—Siempre estaré aquí, Jacob. Pase lo que pase. Juntos podemos con todo.
El resto del día transcurrió con la misma serenidad. Caminaron un poco más, disfrutaron de un almuerzo improvisado con frutas y sándwiches que habían traído, y se recostaron de nuevo en la hierba, simplemente disfrutando del momento.
Al regresar a casa al anochecer, Jacob se sentía renovado. Sabía que la ansiedad y la depresión eran batallas que aún tendría que enfrentar, pero también sabía que había encontrado maneras de encontrar paz y tranquilidad mental. La naturaleza, la lectura, y, sobre todo, la compañía de Sam, eran herramientas poderosas que le ayudaban a mantener el equilibrio.
Antes de dormir, Jacob tomó la mano de Sam y le susurró al oído:
—Hoy ha sido un día perfecto. Gracias por regalarme esta paz.
Sam le sonrió y lo abrazó.
—No tienes que agradecerme, Jacob. Solo quiero verte feliz y en paz. Siempre estaré aquí para ayudarte a encontrar eso.
Jacob cerró los ojos, sintiendo una profunda calma en su interior. Con Sam a su lado, sabía que, aunque el camino fuera difícil, siempre encontraría momentos de paz y tranquilidad mental. Y eso, pensó mientras se dejaba llevar por el sueño, era lo más valioso de todo.