En las calles grises de Londres, Jannia, una joven y ambiciosa empresaria, se encuentra sumida en un abismo de dolor y odio después de ser víctima de un brutal abuso por parte de desconocidos. Con su mundo derrumbado, Jannia jura vengarse de aquellos que la han destruido. Sin embargo, a medida que se adentra en su búsqueda de justicia, se encuentra con un camino inesperado: el amor. ¿Podrá Jannia encontrar la paz y el amor en medio de su sed de venganza, o las sombras de su pasado la consumirán por completo?
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Capítulo 22: Entre Grabaciones Pasadas por Alto y Confidencias Familiares
Jannia se quedó sentada en el borde de su cama, el eco de la conversación con Yulian resonando en su mente. La inquietante mención de Andrés y las cámaras de la tienda al lado del bar de Liam la mantenía en constante alerta. La idea de que Andrés pudiera tener un papel crucial en todo esto le resultaba inquietante. ¿Por qué nadie había revisado las cámaras del bar? ¿Por qué la policía no había investigado más a fondo? La frustración y la confusión se apoderaban de ella.
La noche se arrastró sin que pudiera dormir, la angustia de no tener respuestas claras y la creciente duda sobre la verdadera naturaleza de Andrés eran abrumadoras. La mente de Jannia estaba en constante actividad, intentando unir los fragmentos de información para entender la magnitud de lo que había sucedido.
Al amanecer, Jannia se levantó de su cama con la resolución de enfrentar el día. El sol apenas comenzaba a iluminar la ciudad, y ella sabía que debía mantenerse en forma y enfocada, especialmente con la apertura del nuevo hotel en la parte más icónica de Londres a solo quince días de distancia. La Fortuna Sinclair seguía en expansión, y cada detalle de la apertura debía ser perfecto.
Salió a correr para despejar su mente y mantenerse en forma. La brisa fresca de la mañana era un breve respiro del peso que llevaba. Sin embargo, la sensación incómoda de ser observada persistía. Cada vez que miraba por encima de su hombro, su percepción le jugaba trucos. Se preguntaba si su paranoia era el resultado del estrés o si realmente había alguien siguiéndola.
En uno de los senderos rodeados de árboles, un reflejo inusual llamó su atención. Detuvo su carrera y miró con desconfianza hacia el área oscura detrás de los árboles. Aunque el reflejo fue fugaz, su instinto le dijo que no debía ignorarlo. Se acercó con cautela, pero al llegar al lugar, no encontró nada ni nadie. La sensación de incomodidad se intensificó, y el pensamiento de que algo estaba acechando en las sombras la hizo volver rápidamente a casa. Su mente seguía agitada, y necesitaba un enfoque claro para el día que tenía por delante.
De regreso en su casa, Jannia se duchó rápidamente, intentando despejar su mente para poder concentrarse en el trabajo. La apertura del nuevo hotel estaba a solo quince días de distancia, y cada detalle debía ser perfecto. La Fortuna Sinclair estaba en auge, y su esfuerzo estaba dando frutos, pero también traía consigo una presión abrumadora. Sabía que necesitaba tener todo en orden, especialmente con la importante lista de invitados que asistirían al evento.
Antes de salir de la empresa, Jannia hizo una llamada a Hanna, quien respondió al primer timbre.
—Hanna, necesito que hoy vayas a casa temprano —dijo Jannia con un tono de voz cargado de una seriedad que no pasaba desapercibida—. Tengo algo importante que decirte.
—Claro, hermana allí nos vemos, ¡Cuídate!
Colgó la llamada y se preparó para su siguiente tarea. En la oficina, Jannia continuó manejando las tareas con la habilidad y eficiencia que siempre la habían caracterizado. La lista de cosas por hacer era larga, pero no podía permitirse ningún error. El evento de apertura se estaba acercando y necesitaba que todo estuviera en perfecto orden.
Luego, hizo una llamada a Liam para invitarlo a comer. Aunque su relación había cambiado considerablemente desde el incidente, el aspecto profesional seguía siendo crucial. La invitación a comer no era una mera cortesía; tenía un objetivo específico en mente.
—Liam —dijo Jannia al teléfono—. Quisiera invitarte a comer hoy. Hay algo importante que necesito comentarte. ¿Te vendría bien ahora a medio día?
Liam, aunque sorprendido por la invitación, aceptó sin dudarlo. —Claro, Jannia. Estaré encantado de ir. Nos vemos entonces.
Aunque la relación entre Jannia y Liam se había vuelto principalmente profesional, Hablar acerca de este asunto con Liam era importante para acceder a información valiosa seguía siendo prioridad. La invitación a la comida tenía un propósito específico: obtener acceso a las grabaciones de las cámaras.
Al mediodía, Jannia se reunió con Liam en un restaurante tranquilo. Aunque la relación entre ellos se había vuelto principalmente profesional tras el incidente, Jannia estaba decidida a aprovechar su relación de trabajo para obtener la información que necesitaba.
La conversación se mantuvo en un tono formal y centrado en temas de negocio. Jannia, con un aire profesional, no mencionó sus inquietudes personales sobre lo que Yulian había comentado. Sin embargo, no perdió de vista el propósito de la reunión.
—Liam —comenzó Jannia—, aunque el caso fue archivado, no entiendo por qué nunca revisaron el bar o las cámaras. Creo que podría haber información importante allí que no se tuvo en cuenta. Me parece que no hicieron lo suficiente antes de dar el caso por perdido.
Liam se sorprendió ante la mención del bar y las cámaras. La idea de que un detalle tan crucial hubiera sido pasado por alto le pareció alarmante.
—Tienes razón, Jannia —dijo Liam con una expresión preocupada—. Eso realmente se pasó por alto. Haré todo lo posible para conseguir la información que necesitas. Hablaré con el administrador del bar para obtener acceso a las cámaras. Te buscaré tan pronto como tenga acceso a esa información.
Jannia asintió, agradecida por la disposición de Liam para ayudarle. La conversación concluyó con un acuerdo claro: Liam se encargaría de investigar las cámaras del bar y proporcionaría cualquier información relevante que pudiera aclarar el caso.
Con la reunión terminada, Jannia sintió una ligera sensación de alivio por saber que Liam estaba dispuesto a ayudar.
Cuando terminó la comida, Jannia se despidió de Liam, agradeciéndole por su tiempo y esperando que pudiera ayudarla a obtener las grabaciones.
Regresó a casa, donde la espera de Hanna se convirtió en un ritual de tranquilidad y reflexión. Decidió tomarse un momento para sí misma, sirviéndose una copa de vino y relajándose en el sofá. El tiempo pasaba lentamente, y la sensación de estar sola con sus pensamientos se hizo más intensa. La incertidumbre seguía pesando sobre ella, pero sabía que debía mantenerse fuerte.
Al ver que Hanna aún no llegaba, Jannia decidió hacer algo para ocupar su mente. Se dirigió a la cocina y comenzó a preparar una tanda de galletas. Mientras mezclaba los ingredientes y las colocaba en el horno, el acto de hornear le proporcionó un pequeño consuelo y una distracción temporal de sus preocupaciones.
Finalmente, después de un tiempo que pareció interminable, Hanna llegó a la casa. Jannia la recibió en la entrada con una sonrisa cansada pero decidida. El aroma de las galletas recién horneadas llenaba la casa, creando un ambiente cálido y acogedor.
—Ponte cómoda, Hanna —dijo Jannia mientras guiaba a su hermana hacia la sala. La invitación tenía un tono informal, pero la seriedad de la situación no pasaba desapercibida—. Hay algo importante de lo que debemos hablar.
Hanna, con el rostro aún lleno de preocupación, asintió y se acomodó en el sofá. Jannia se sentó junto a ella, el silencio entre las dos cargado de anticipación. Mientras esperaban a que las galletas se enfriaran, Jannia sabía que la conversación que se avecinaba sería crucial.
La tensión en el aire era palpable, y Jannia se preparaba para revelar lo que había estado pensando acerca de su futuro y el de Hanna.
Con una copa de vino en la mano y el sonido de las galletas en el fondo, Jannia se preparaba para hablar lo que venía. La determinación y la necesidad de claridad guiaban sus pensamientos, y razonaba con la mente y no con el corazón si se trataba de su hermana y el legado que le dejaron sus padres.
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