Devon (Editando)

~Aria~

Mi cabeza da vueltas pero estoy completamente lúcida, algo tenía ese maldito trago, algo que hace que desee embeberme del hombre que tengo ante mí. Mi sangre ruge deseándole, queriéndole sometido, pero también necesitando que disfrute, y pida por más.

El nudo en sus muñecas es firme, no fui muy delicada cuando lo hice, sé que él desea lo mismo que yo, somos peligrosamente parecidos. Me gusta, pero me asusta lo que quiero, su personalidad dominante es fuerte, y tiene reglas, pero ummm, ¿Acaso no dicen por ahí que las reglas están para romperse? Si tan solo él se dejará llevar...

— Hazlo, no que querías embeberte de mí hasta el hartazgo, ¿qué te detiene? Hazlo, te lo ordeno.

— ¿Me ordenas? –lo enfrento poniéndome derecha, y mirándolo directo a los ojos– ¿qué tal si hacemos un trato?

— ¿De qué hablas? –la confusión es palpable en su voz. Ay esa voz que me vuelve una demente.

— Déjame ser la Jefa una vez esta noche, solo por hoy, si no te gusta, aquí la dejamos. —le propongo, no quiero forzarlo, sería violac*on y yo no quiero eso. Lo veo cerrar los ojos y suspirar, pero luego me mira.

— Solo si después de eso, puedo ser el Jefe yo.–dudo por unos segundos, pero algo en mí no quiere dejar ir este momento, esta propuesta. Aunque después tal vez me arrepienta dejo mis dudas a un lado.

— Me parece justo, ahora, te someterás, y disfrutarás, tu disfrute es el mío...–esa frase la escuché en el club– me dirás Ama. —le sonrió cuando lo veo apretar los dientes, creo que no le gusta mucho la idea.

— No me presiones Aria...—dice entredientes.

— Ama, o me vuelvo al club para aprender con otros o... otras lo que deseo. Ummm ¿Cómo es que se llamaba esa preciosura del club? María... Mar, ¡Sí! ¡Mar! ¿Estaba guapa no? ¿Viste las ganas que me tenía? Yo nunca lo he hecho con una mujer, tal vez en una de esas me gusta más que contigo. —esta enojado, lo veo en su mirada, y sí, me he dado cuenta que me gusta verlo así.

— ¡Tú no vuelves a ese maldito club! Antes te ato de por vida....

— ¡Eeepaaa! ¿Acaso lo que detecto son celos? Recuerda, esto es solo por esta noche, ambos seremos el jefe del otro, solo por esta noche.—lo interrumpo, aclarando y recalcando que es solo por esta noche. Aunque no niego que me gustaría que se pusiera celoso. Awww sería una manera indirecta de saber que siente algo por mí, pero Nah, será mejor aterrizar, porque no creo que esté hombre se llegue a enamorar de mí.

— Está bien, hagamoslo así, solo por esta noche. —su mirada se oscurece y sus palabras parecieran prometer algo que no captó al instante.

— ¿Lo prometes? Solo así te desato, y lo hacemos en común acuerdo. —que no crea que lo dasatare sin una promesa de por medio.

— Lo prometo, y yo cumplo mis promesas. Primero serás la jefa, y luego lo seré yo. Estoy dispuesto a.. A so... Someterme si es así, pero tú, ¿estás realmente de acuerdo con lo de someterte a mí?

— Lo estoy, y lo prometo, también cumplo mis promesas. —me mira retandome a retractarme, pero no lo hago.

— ¿Me desata, Ama? —lo pregunta en tono burlesco.

— Está bien.. Solo quédate quieto.—me subo sobre él, su respiración se acelera mientras yo desato sus muñeca. Y ahh caramba, y es cuando me doy cuenta que...  ¡jodida mierda, se me había olvidado que estoy desnuda. Mis pechos están tocando su cara, y estoy... maldición! ¿Cómo olvidé este pequeño detalle, y su gran problema tocándome, tan íntimamente?

—Te has puesto rígida de pronto Ama, ¿te sucede algo? —su voz melosa me hace estremecer. Oh no, estoy perdida.

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A mí nunca me habían llamado la atención estos temas, sé que no soy una mujer dócil, pero de aquí a que me hubiera imaginado que en realidad alguna vez iba a tener a un hombre a mi merced, atado y sumiso, solo en mis más erótico sueños. Siempre pensé que el sexo era algo de dar y tomar, pero no así, no como lo que quiero hacerle a este condenado hombre.

Quiero castigarlo por retarme, por darme estas ideas que se han reproducido en mi mente desde que supe de sus gustos, las ganas de hacerle lo mismo que él les hace a una de sus quién sabe cuántas sumisas.

Joder tengo ganas de hacerlo bajar la cabeza y ordenarle una infinidad de cosas, cosas que quería que le hiciera a mi cuerpo.

Rayos, y cuántas cosas quiero yo hacerle a su cuerpo.

Lo miro mientras lo tengo atado, esta como vino al mundo sobre su cama, dócil, y aparentemente servicial.

— ¿Te gusta infligir dolor? —doy un azote a la cara interna de su muslo izquierdo, muy cerca de su aparatito— ¿te gusta que te tenga atado, mi sumiso? Respóndeme. –le digo lo que pienso, ya que experiencia en hablarle como Ama no tengo, así es que aquí estoy inventando y otras tomando de lo que he leído o escuchado sobre el tema.

— Ama, ya sabrás cuánto lo disfruto cuando estés en mi posición. —su mirada no es para nada dócil, no, es oscura y salvaje, prometiendo la revancha. Me acerco solo a unos centímetros de su boca y susurro.

— No te he dado permiso para mirarme a los ojos. —el muy cretino disimula una sonrisa mientras agacha la mirada— recuerda nuestro trato, el control es mío ahora. —le aclaro, tratando por momentos parecer sabedora del tema mientras arrastró la fusta desde su pecho siguiendo el caminito de la felicidad. Deteniéndome antes de llegar a su dureza, porque esta muy, muy excitado. Sonrío mientras llevo una de mis manos allí, acaricio con suavidad dejando la fusta a un lado de la cama, para así ocupar mis dos manos en él, desde la punta hasta la raíz. Su respiración se vuelve irregular, sigo acariciando con diligencia. Ay mi precioso, esto será tu perdición. Lo veo apretar los dientes, esta tratando de mantener la calma, de contenerse, yo aceleró las caricias y justo cuando veo que esta por venirse en mis manos, me detengo— no te he concedido el poder liberarte todavía...—desató sus manos— ahora, levántate de la cama y arrodillate a mis pies.

Él sin levantar la mirada, obedece, se arrodilla a mis pies y mi cuerpo tiembla. Sé que el no haberse venido debe tenerlo al límite, o bien no, ya que como él, se supone que es un amo y se sabe controlar; sabe que no puede hacer nada, solo obedecer y mantener su voluntad amarrada. Mi intimidad está casi frente a su cabeza gacha— Tócame y acariciame aquí.

— Como ordene ama. —se acerca sin mirarme a los ojos, pero con sus ojos fijos en el lugar que he señalado. Él todavía esta arrodillado, pero ahora rozandome. Comienza con lentas caricias, por mis piernas, mis muslos, mi vientre, ufff estoy todavía prendida por la culpa de esa droga que bebí.

— Llévame a la cama y dame placer, aquí. —tomo su mano y la coloco justo sobre mi vientre, llevándola más abajo. Y entonces, él obedece.

Soy llevada por sus brazos, luego tocada por sus manos, labios y lengua. Susurro incoherencias que me hacen poner los ojos en blanco por la maestría que tiene en este campo.

Rayos él es muy virtuoso, y estoy tan jodida cuando a mi mente vienen las ganas de sentirlo llenándome hasta el agotamiento.

Ay Dios mío, esto es demasiado bueno... santa madrecita que lo dio a luz..

Por esa maravillosa y sensual lengua estoy que me pongo de rodillas. Y diablos que me abstengo de hacerlo, porque se supone que el sumiso es él, no yo. Me gusta mandar, no me gusta agachar la cabeza, pero él, me hace dudar.

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