No soy una mujer que siga reglas o estereotipos, odio que pretendan gobernarme.
A mis cuarenta y tres años soy la soltera más feliz que existe, no tuve hijos por elección propia. No consideré que para sentirme mujer debería ser madre.
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Jugando Uno
Gaby Anderson
—Papi —dije mientras bajaba, sin fijarme que él y la Dama de hierro se estaban besando. No fue mi intención interrumpir el momento, pero ni modo ya lo había hecho.
—¿Dime princesa, qué necesitas? — pregunta papá restándole importancia a lo que había visto. Mientras ella trata de ocultarse detrás de él. Por primera vez en mucho tiempo lo veo sonreír, por alguien que no sea yo.
—¿Qué le estabas haciendo a mi papá? —le pregunto acercándome y mirándola fijamente.
—Lo estaba besando —responde directo, sin filtros y sosteniéndome la mirada.
—¿Por qué? ¿No me digas qué buscas volverlo a ilusionar para luego desecharlo? — interrogo sin rodeos. Ella se sorprende y observa a mi padre tratando de entender por qué lo sé. —Entre papá y yo jamás han existido secretos, conozco los detalles de su separación. Concluyo.
—Entiendo. Lo del beso fue algo que paso sin darme cuenta. Sinceramente, me dejé llevar por el instante —pronuncia. Cada vez confirmo que la reina del hielo me agrada, no busca excusas ante sus actos. —Prometo que no volverá a suceder —manifiesta.
—Papá es un hombre adulto que sabe lo que hace. Lo único que te digo es que no lo quiero ver sufrir por tu culpa —expreso. —No seré la causante de la infelicidad de la persona que más amo, pero a la más mínima tristeza de él, te juró que no lo volverás a ver —le hablo dejando las cosas claras. Ella asiente.
—Papi, como nos vamos a quedar aquí, planeamos con los chicos jugar Uno, ¡queremos que ustedes nos acompañen!
—Claro mi amor. ¿Y las cartas? —pregunta papá. Mientras, la dama de hierro está pérdida.
—"Mateo, trajo". Vino preparado —Respondo.
—¿Puedo saber qué es eso? —interroga Flor.
—Claro, tiíta yo te explico— dice Mateo, quien llegó en ese momento junto a Simón. —La mejor forma de enseñarte, es jugando una ronda para que te des cuenta. Pronuncia mientras la toma de la mano.
Nos dirigimos a la sala y nos ubicamos, Mateo se hace al lado derecho de Flor, luego está Simón, papá y yo.
He quedado en medio de los dos, quiero evitar que mi padre le ayude.
Mateo baraja las cartas y las reparte.
—Tiíta, este es un más de concentración, repartimos siete cartas, como yo las di, inicia Simón, él debe tirar una carta de las que tiene y tomar otra de la baraja, esa carta que él lanza solo la puede tomar. El tiíto sí le sirve, pero antes debe lanzar una de las que tiene. La cual debe ser del mismo color. Si él no tiene debe robar de la baraja hasta que le salga —va explicándole Mateo.
—Recuerda tía, no debes dejar ver tu juego, además hay cuatro cartas especiales. Las cartas especiales Cambio de Sentido se pueden tirar cuando son del color que se está jugando. Estas traen unas flechas que indican el cambio. Supongamos que viene rojo, tiramos un Cambio de Sentido color rojo, y juega de nuevo el jugador que había jugado antes nuestro. O también se puede tirar una carta de retorno ante otra carta de retorno que nos han tirado... — Así Simón termina por explicarle el juego.
Realizamos una ronda de ensayo donde le aclaramos todas las dudas. No hay duda, es muy inteligente, capta todo aunque esté nerviosa.
Comenzamos a jugar, Mateo le va ayudando para que gane confianza.
—¿Qué tal si lo hacemos más interesante y apostamos algo? — pregunto.
—Me gusta la idea, porque ya me estaba aburriendo. ¿Cierto tiíta qué estás de acuerdo? —indaga Mateo.
—¿Qué quieren apostar? Pregunta Flor.
—¡Qué no sea dinero, por qué soy un chico pobre! —exclama Simón.
—Lo tengo, verdad o reto. ¿Quiénes están de acuerdo? —pregunto. Mateo, Simón y yo levantamos la mano. —Bien, como somos mayoría. Será verdad o reto.
Me toca repartir. En la nueva ronda dejamos que la Reina de hielo gané, para brindarle confianza.
Establecimos que quien hace las preguntas o coloca el reto es quien ganó la partida.
Perdí y quien ganó fue Mateo.
—¿Verdad o reto? —pregunta Mateo con una sonrisa pícara.
—Verdad — respondo mirándolo fijamente, para que no se vaya a pasar, lo conozco.
—¿Has tenido novio o tienes? —curiosea,
—No y no—declaro.
Con preguntas simples le brindamos la confianza a Flor. Sí ellos están jugando para mí. Tenemos señas con Mateo y Simón, para saber qué cartas debemos lanzar. Protegemos que papá no pierda y Flor no gane en la misma partida.
La Hitler perdió y yo gané
—¿Verdad o reto? —Le pregunto, ella lo piensa por un segundo, sabe que sin importar cuál elija está en mis manos.
—Verdad
—¿Alguna vez amaste a mi papá? ¿Y por qué lo abandonaste?
—Si lo amé y mucho. La segunda respuesta es algo complicada y es cosa de adultos —contesta, esperando que yo acepte sus argumentos
—Sabes que tienes que responder con la verdad, por más "que sean cosas de adultos" — Exclamó irritada, haciendo con mis manos el ademán de las comillas.
—Porque él quería un hijo y yo no me sentía con la capacidad de ser madre —confiesa Flor Inés, mientras observa con total frialdad.
—¿Alguna razón en especial? — Pregunto. Detrás de una razón, siempre hay algo más.
—Era una pregunta y la respondí. Ya no quiero jugar, continúen ustedes —indica levantándose de la mesa.
—Chicos, para mí también fue suficiente por hoy —dice papá levantándose para ir en busca de la reina del hielo.
—Toda la estrategia para qué te mandarás con una pregunta así de una, ¡sí, serás mensa! —me recrimina Mateo, a quien. "Le devuelvo una mirada triste porque tiene razón". Me ganaron las ansias y perdí mi oportunidad.
—Gaby no le hagas caso, él es más tonto, cuando tuvo la oportunidad de preguntar solo pregunto bobadas, buscando quedar bien con la tía —dice Simón abrazándome.
—¿Qué querían que me colocara al descubierto? —Nos cuestiona Mateo, un poco alterado. —Saben que con la tiíta se consigue más estando de su lado. Además, hablar sobre tu padre siempre fue un tema tabú. Concluye dejando ver su frustración.
—No vamos a discutir. Sí, me deje llevar, pero no había otra forma. Analizando las palabras de Flor, ¿se dieron cuenta de que hay algo más detrás de su decisión? Ellos asienten.
—Mamá no lo sabe, pero quizás la respuesta la tengan los abuelos —dice Mateo.
—Quiero conocerlos —manifiesto.
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