Mi nombre es Rosalie Montana, fui comprometida con el hombre que creí sería mi gran amor, pero todo ha sido un gran error, después de la muerte de mi padre todo mi mundo se vino a bajo hasta el punto de tener que desaparecer.
ahora tres años más tardes he regresado para reclamar lo que por derecho me pertenece y hacer sufrir al asesino de mi padre.
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CAPITULO 13
ANDRÉS
regrese por la señorita Lascuráin, quien se encontraba perdida en sus pensamientos, y aún temblaba por la adrenalina del salto en paracaídas, o quizás era por él beso del señor Villasmil, la verdad que no sabía, pero luego de la advertencia que me había dado mi jefe, prefería en lo posible mantenerme al margen.
No porque la señorita fuera fea, no porque debía de obedecer a mi jefe, era solo cuestión de honor, jamás había visto a Axel, tan decidido a lo que fuera por una mujer, hasta ahora, y lo segundo era, que el tenía razón, había algo en mi,, que me impulsaba a querer cuidar y proteger a la señorita Rousse, quizás solo era porque se veía tan frágil e indefensa, o tal vez si, estaba desarrollando sentimientos hacia ella.
Sea cuál sea el motivo, no podía hacerle esa traición a Axel, lo único que podía pedir era que él no la hiciera sufrir.
-señorita, se encuentra bien?- le dije ayudándola a levantarse del suelo.
-oh, si Andrés, gracias, estoy... Un poco abrumada aún por lo que pasó.- le tendí mi mano para ayudarla a levantarse.
Sus manos eran pequeñas, delicadas, no parecía haber venido de una familia pobre, tampoco de una medianamente estable, sus manos eran iguales a las de chicas de la alta sociedad, que jamás han tenido que preocuparse por nada, pero la señorita Lascuráin, no parecía ser de la alta sociedad, estaba trabajando por necesidad. O quizás eso era lo que quería que creamos, tendría que investigar un poco más sobre ella.
Pude notar que sus manos aún temblaban, ella al notar que las miraba mucho, las quito de mi vista en segundos
-te he dicho que estoy bien, nada que no se pueda pasar en unos minutos.- me dijo y comenzó a avanzar hacia donde se había ido Axel.
Seguí detrás de ella en completo silencio, Rousse iba sumergida en sus propios pensamientos, y yo seguí pensando en sus manos.
-debo de investigar más a fondo, ese informe que le dieron a Axel, no creo que esté completo, no sé por qué, pero me temo que la señorita Lascuráin es una caja de sorpresas.- me decía mentalmente.
Llegamos a dónde estaba un pequeño auto esperándonos, dentro de él, iba Axel, quien ya se notaba más calmado que hace un instante.
Conduje hacia el hotel donde había indicado Rousse, se veía que era muy lujoso, supongo que también quería impresionar al jefe.
-Andrés vienes?- pregunto Axel al ver que no me bajaba del auto.
-enseguida los alcanzo- le dije, mientras seguía pensando quién era esa mujer realmente y si quería hacerle daño o andaba detrás de Axel por algún interés, sabía que no podía mencionarle nada de mis sospechas, pero algo si podía asegurar y era que costará lo que me costará, averiguaría quien era Rousse Lascuráin.
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ROSALIE
el muy idiota de Axel, fingió que nada había sucedido y realmente prefería que hubiese Sido de esa manera, sería incómodo tratar con el luego de ese pequeño percance.
entramos juntos al lobby del hotel, como en transcurridas veces había venido con mi padre de viaje, ya conocía sus habitaciones elegantes y su servicio de primera, si queria impresionar y dejar una buena expectativa, no me había equivocado al elegir este hotel, había hecho dos reservaciones para las suites imperiales.
-buenas tardes,señorita, una reservación para dos suites imperiales a nombre del señor Axel Villasmil.- había usado el nombre de Axel, ya que si lo hacía a mi nombre tendría que dar el primer apellido de mi madre.
-me da un momento por favor.- dijo la chica con mucha amabilidad, el edificio no había cambiado para nada en estos años, y la atención al público seguía tan excepcional como siempre.
-señora Villasmil - dijo la empleada confundiendo como la prometida o la esposa de Axel- cuando hizo la reserva solo indico que se reservará una sola suite imperial; como ha llegado en un momento donde el hotel tiene una alta demanda, no podemos ofrecerle la segunda suite; sin embargo, podemos brindarle una habitación empresarial, es un poco más pequeña, pero de resto es igual a una de nuestras suites de categoría 5.
Mire a Axel apenada, no me había percatado, estaba habiendo la reservación en un estado grave de somnolencia, luego lo del avión, no pude confirmar la reserva antes.
-yo me quedaré con la habitación empresarial señor, usted puede descansar en la suite con Andrés; ya que son dos habitaciones.
-no veo el porque debes de quedarte en una simple habitación, puedes quedarte con el otro compartimiento que hay en la suite Rousse.- me dijo él con suavidad.
-señor no creo que sea propio que compartamos una habitación.- le dije recordando el beso de un momento.
-no encuentro el problema, son dos habitaciones, una es inmensa y la otra más pequeña, y a su vez, están divididas, tú puedes tomar una y yo la otra, y Andrés puede quedarse en la habitación empresarial.- dijo él sonriendo con picardía.
-señor pero...
-está bien señorita, me da las dos habitaciones, y me permite otra llave para la suite.- la chica se derretía por los encantos de Axel, no puedo negar que me dio algo de celos, ver cómo le coqueteaba, pero preferí ignorarlos.
Hay algo que deba llenar adicional?- pregunto con caballerosidad.
-no señor Villasmil, yo me encargo del resto- dijo la recepcionista mientras se lo comía con la mirada.
Axel le entrego la llave a Andrés, y me dio la otra a mi.
-puedes quedarte con la habitación más grande, igual no suelo dormir mucho.- dijo susurrándome al oído.- por cierto mi apellido con tu nombre no suena tan mal- dijo con picardía mientras me guiñaba un ojo y seguía su camino al elevador.
Rosalie en qué demonios te has metido- me reprendi mentalmente.- aunque si este es el infierno, no me culpo si soy arrastrada a quemarme en él.
-te vas a quedar ahí o le digo a Andrés que te cargue y te meta en el elevador.- me dijo perdiendo la paciencia.
sabía que Andrés era capaz de hacer lo que el le pidiera, así que me puse en marcha apenas terminó de hablar.
-no tienes porque temer, nunca pasará nada que jamás quisieras que pase.- me dijo suavecito mientras se cerraban las puertas del elevador llevandonos a nuestro piso.
-y si quisiera que pase, a caso tu me complacerias- le respondí mentalmente.