Soy huérfana desde los 6 años, y ahora que estoy apunto de cumplir los 18 años, las cuidadoras me vendieron en matrimonio. Mi nombre es Rouse y fui obligada a casarme con el único hijo de Mrs Hassan... Pero hay algo que no saben... Tengo cáncer en etapa terminal.
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No voy a ser controlada
Rouse
-Lo sé padre-, y es lo último que escucho antes de salir a la sala.
-Ya estoy lista-, le digo a Cristian.
-Bueno, los dejo que se vayan entonces-, dice el señor Hassan. -Que pasen un buen día-, termina de decir y se va.
-Vamos-, me dice Cristian y yo lo sigo al auto.
-¿De qué hablaban tú y tu padre?-, le pregunto cuando ya vamos en el auto, noto que quien conduce es un guardia y Cristian va sentado en la parte de atrás conmigo.
-De cosas del trabajo-, y sé de una que es mentira, ¿Por qué me ha mentido así en la cara? ¿qué me ocultan estos dos?
-¿Seguro?-, última oportunidad, Cristian.
-Mi padre me decía que Clara le dijo que te había visto llorar y me llamó la atención por eso-, y es sólo parte de la verdad, pero me basta para llenar mi mente.
-Tu padre es muy bueno-, le digo. Y él sólo asiente.
El resto del camino al laboratorio fue en silencio y estaba bien para mí, cuando llegue estaba por bajarme del auto pero él fue más rápido y me abrió la puerta, me dio un abrazo y susurró en mi oído:
-Ten un buen día.
-Igual para ti, Cristian- le respondí.
Después de eso fui directo al laboratorio, marqué mi entrada justo a tiempo y pasé a recepción, saludé a Linda y tomé mi cupcake y mi café con leche de siempre.
Fui al espacio de la señora Ana, la saludé y empecé con el registro, terminé eso temprano y empecé a limpiar todo lo que había allí y a clasificar los envases, limpié las máquinas y realmente ya no había más que hacer.
Terminé todo a las 2 y media de la tarde y le dije a la señora Ana que ya había hecho todo y que si necesitaba alguna cosa, ella me dijo que no y que podía tomar el resto mi día libre, yo se lo agradecí y salí.
Decidí ir a comer algo diferente hoy, la verdad me sentía tranquila con la noche y la mañana que había pasado, Hay cierta faceta de Cristian que adoro y definitivamente es cuando se vuelve como un niño pequeño, quién diría que ese egocéntrico hombre de 26 años podría tener una faceta como eso, sonrío para mí misma.
Fui a un restaurante que está en un centro comercial por aquí cerca y me pedí una pizza con gaseosa, disfruté toda mi pizza y me distraje mirando a los niños jugando en los juegos de esos que tienes que poner una moneda para andar.
Cuando salí, quise comer un helado así que fui a una heladería que me gustaba mucho y compré helado de Oreo, adoraba ese helado así que me senté a comer en el sitio.
Recuerdo que mis padres siempre me compraban helados de Oreo cuando estaba triste, pero hoy lo estoy comprando porque me siento feliz. Al terminar decido ir a la parada de bus y hacer mi camino a la casa de los Hassan.
Al llegar me abre Silvia y yo paso directamente al cuarto, me doy un baño con agua caliente y me cambio, pero quizás Cristian llegue a casa cansado porque había mencionado que tenía mucho trabajo hoy, así que busco todo para hacer un chocolate caliente para él y para mí.
Al cabo de una hora el chocolate caliente está listo, y yo decido esperarlo en la sala con ambas tazas de chocolate, y para mi sorpresa cuando escucho la puerta, es él.
-Buenas tardes, Cristian. ¿Te gus…?- pero fui interrumpida de una forma muy marcada.
-¡Quiero que me expliques ¿Dónde mierdas estabas?! ¡Estuve buscándote por casi toda la maldita ciudad! Fui a tu estúpido trabajo y me dijeron que saliste temprano, ¡ASÍ QUE QUIERO QUE ME EXPLIQUES DÓNDE ESTABAS!- termina gritando en mi cara.
Y yo quedo en shock completamente. Y no digo nada porque mi cerebro no hace más que mirar con ojos expectantes.
-¡Qué me digas dónde estabas!- vuelve a levantar la voz y esta vez llega su padre.
-Pero Cristian, ¿Qué son esos gritos?-, y mira a su alrededor. -Sea lo que sea que esté pasando, esta no es la solución, gritar no es la solución- dice firmemente el señor Hassan.
Por fin mi cerebro reacciona y lo único que hace es decirle a mis pies que se muevan, así que sólo me levanto y voy a mi habitación.
-¡Rouse, ¿A dónde vas?!- me llama Cristian, pero no le hago caso.
-Hijo, primero te recomiendo que te calmes y luego intentes hablar con ella-, es lo último que escucho antes de cerrar la puerta de mi habitación.
Las lagrimas empiezan a salir solas por mis ojos y no puedo creer que fui tan tonta, fui una completa tonta, pensaba que las cosas iban mejor, en serio pensaba que todo iba bien, ¡Incluso le preparé una taza de chocolate caliente! Una maldita taza de chocolate porque pensé que llegaría cansado y con ganas de relajarse.
Estoy llorando como una completa tonta, ¿Cómo pudo gritarme de esa forma? ¿cómo pudo tratarme así? Y lo que es pero ¿Cómo puedo quererlo después de todo lo que hace? ¿Cómo mi corazón sigue queriéndolo?
¿Por qué espero que entre por esa puerta y que me diga que las cosas serán diferentes? Y pasan los minutos y las horas y claro que él nunca toca la puerta, y toda la magia que había pasado se esfuma.
Veo la hora y ya son pasadas las 8 de la noche, así que busco mis medicinas y las tomo de golpe, y me obligo a dormir, todavía con la esperanza de que Cristian venga y me pida perdón. ¿Quizás estuvo muy preocupado? ¿Quizás se angustió porque pensó que me había pasado algo?
¡No intentes justificar su comportamiento, Rouse! Me regaña mi fuero interno. Nada podría justificar esos gritos, esa actitud demandante, seré su esposa pero no quiere decir que puede controlarme de esa forma. Me acurruco en la tela suave de la cobija y vuelvo a llorar hasta quedarme dormida.