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La Emperatriz Y Sus Concubinos.

La Emperatriz Y Sus Concubinos.

Status: Terminada
Genre:Contratadas / Viaje a un juego / Reencarnación / Completas
Popularitas:2.9M
Nilai: 4.8
nombre de autor: abbylu

PRIMER LIBRO DE LA SAGA.

Luciana reencarna en el cuerpo de Abigail una emperatriz odiada por su esposo y maltratada por sus concubinas.
Orden de la saga
Libro número 1:
No seré la patética villana.

Libro número 2:
La Emperatriz y sus Concubinos.

Libró número 3:
La madre de los villanos.
( Para leer este libro y entender todos los personajes, hay que leer estos dos anteriores y Reencarne en la emperatriz divorciada.
Reencarne en el personaje secundario.)

Libro número 4:
Mis hijos son los villanos.

Libro número 5:
Érase una vez.

Libro número 6:
La villana contraataca.

Libró número 7:
De villana a semi diosa.

Libro extra:
Más allá del tiempo.

Libro extra 2:
La reina del Inframundo.

NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 13

Los días pasaron y en el imperio no se hablaba de otra cosa que de los intentos de asesinato contra la emperatriz. Ante la creciente tensión, ella tomó la decisión de adelantar la ceremonia de unión con sus concubinos.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó su hermano mayor con el ceño fruncido.

—Sí. Me sentiré más segura si ellos están para protegerme. Ustedes ya no pueden quedarse más tiempo, y no quiero ser una carga.

—Yo no me iré. Ya lo hablamos con él. Me quedaré hasta asegurarnos de que estés bien.

—Gracias, hermano.

—Bueno, ve a prepararte. Hoy es el gran día.

La emperatriz asintió en silencio y subió a su habitación. La ceremonia tendría lugar esa misma noche.

Mientras tanto, en su oficina, el emperador caminaba frustrado. Desde el incidente con la emperatriz no había podido verla. Ella se negaba a recibirlo, y sus hermanos no le permitían acercarse. Aquella actitud lo tenía al borde de la locura. No comprendía del todo por qué de pronto se sentía tan interesado en ella, pero deseaba compartir tiempo con su esposa.

El día transcurrió con rapidez, y al anochecer, comenzó la celebración. La emperatriz descendió por las escaleras vistiendo un deslumbrante vestido moderno y atrevido, muy poco común para la época. Quería destacar, y se había vestido para ello.

Sus hermanos, al verla, quedaron en shock.

—¿Qué llevas puesto?

—Estás prácticamente desnuda.

—Te ves hermosa. Yo quiero uno como ese. ¿Dónde lo compraste? —dijo su cuñada con entusiasmo.

—Ah, no, cariño. Tú no te compras uno así. No te dejaré usar algo que lo muestra todo.

—Ve a cambiarte —ordenó el otro hermano.

—No. Así voy a salir. Además, no se ve nada… ¿Verdad? —preguntó con picardía, mirando a los guardias en la habitación. Estos desviaron la mirada al instante, temerosos de las miradas asesinas que recibieron de los hermanos de la emperatriz.

—Tienes razón, querida. Te ves preciosa. Vamos, que se hace tarde.

—Pero…

—Ya escuchaste a tu emperatriz.

—Cariño…

—He dicho.

En la entrada del salón los esperaba el emperador. Según las costumbres, él debía entregar a su esposa a sus futuros consortes. Al verla, casi se le salen los ojos. Tragó en seco.

—Interesante atuendo…

—Quería que mis concubinos se derritieran por mí esta noche. Que no puedan apartar la mirada —respondió con una sonrisa burlona.

Los hermanos, al escucharla, comprendieron el plan y sonrieron con complicidad ante lo malvada que podía ser su pequeña hermana.

—Hmm… pues parece que no llevas nada puesto.

—Cumple su función de cubrir lo más importante. Ahora basta de charlas o llegaré tarde.

Pasó de largo, dejándolo dos pasos atrás, con la vista fija en su espalda completamente descubierta.

Los hermanos decidieron echar más leña al fuego.

—La verdad, se ve como la mismísima diosa Afrodita.

—No te equivocas. No entiendo cómo alguien puede compartir a una mujer como ella.

—Hay personas estúpidas…

—¿Saben que los escucho?

—¡Y tú sabes que no nos importa!

—Chicos, basta. Ya estamos por llegar.

Se lanzaron miradas de advertencia antes de entrar al gran salón, donde todos los nobles esperaban.

Primero fueron anunciados los hermanos y la cuñada de la emperatriz:

—Con ustedes, los emperadores de Barcella: Bastian Stone y su emperatriz Luna Stone.

Seguidos del segundo príncipe y ministro de guerra de Barcella, Gael Stone.

Los nobles observaron con atención. Se había hablado mucho de ellos, pero pocos los habían visto en persona. Muchos buscaban acercarse al emperador para ofrecer a sus hijas como concubinas. También tenían el ojo puesto en el ministro, al enterarse de que era soltero.

El presentador no dio tiempo para más:

—Con ustedes, el emperador y sol de nuestro imperio: Steven III Paige, y su emperatriz y luna del imperio: Abigaíl Stone de Paige.

Las puertas se abrieron y la pareja ingresó. Todas las miradas se dirigieron a ella y a su atrevido vestido, que estaba cumpliendo su objetivo: todos hablaban de su atuendo.

Tomaron asiento en sus respectivos tronos. Las concubinas del emperador no podían ocultar la envidia. Lucía increíble y nadie apartaba la vista de ella.

—Debes estar contenta, ¿no es así? Nadie deja de mirarte.

—Por supuesto que lo estoy, majestad.

—Al principio creí que buscabas mi atención con este cambio, pero ahora veo que es una venganza.

—Ja, ja, ja… Perdón, pero es que me da gracia lo que dice. ¿Y por qué tomaría venganza según usted?

—¿No lo es?

—Puede que sí, puede que no. ¿Quién sabe?

—Le recomiendo que, si esta es su forma de llamar mi atención, se retracte. Una vez casada con todos esos hombres, deberá cumplir con sus deberes conyugales con cada uno.

—Ja, ja, ja… ¿Y cree que no lo sé? Justamente eso quiero. Yo también tengo necesidades, emperador.

Él la miró incrédulo. Su esposa, antes tímida, callada y complaciente, se había convertido en una mujer directa y descarada, sin vergüenza alguna al hablar abiertamente de esos temas. Y además… parecía estar disfrutando su incomodidad.

No tuvo tiempo de responder, pues el anunciador continuó con la ceremonia:

—Con ustedes, los concubinos de la emperatriz:

—El joven Calixto Ferrer, hijo del ministro de guerra.

—El joven Diego Petrov, del Ducado Petrov.

—El joven Damon Salvatierra, del Ducado Salvatierra.

—Sir Sebastián Méndez.

—El conde Gustavo Prieto.

—El heredero del Archiducado Lauren, Bruno Lauren.

—El joven Mateo Gil.

—El joven Stefan Gilbert.

—El joven Fabio Sosa, del marquesado Sosa.

—Y el joven Maximiliano Ballestero, del Ducado Ballestero.

Los diez pasaron al frente, inclinándose ante los emperadores. Al alzar la vista, no pudieron ocultar el deseo. La emperatriz estaba deslumbrante, y ninguno apartaba la mirada.

El juez inició la ceremonia. Tras firmar todos el contrato matrimonial, la emperatriz descendió del trono. Un asistente le entregó los anillos y uno por uno se los colocó a sus nuevos esposos.

—Ahora también son mis esposos. Cuiden de mí, por favor.

La música empezó a sonar y el emperador se levantó de su asiento, ofreciéndole la mano.

—¿Me permite la primera pieza?

Ella lo miró con resignación y asintió.

—Por supuesto.

Pasaron al centro del salón y comenzaron el baile.

—¡Estás contenta!

—Tan contenta como usted lo estuvo al tomar a sus concubinas.

—No entiendo por qué sigues con esa actitud.

—Acostúmbrese, majestad. Este será el único trato que obtendrá de mi parte.

—Me niego. Si te conquisté una vez, puedo volver a hacerlo.

—Ja, ja, ja… cuánta confianza. Pero le diré algo: ya no estoy interesada. ¿No ha visto a mis concubinos? Son… ¿cómo decirlo? Bellos, hermosos, apuestos.

—Al igual que mis concubinas. ¿Y eso qué tiene que ver?

—Puede que sí. Pero ninguna de ellas me llega a los talones. En cambio, ellos… bueno…

—No tienen comparación conmigo. Yo soy el emperador.

—¿Y aparte del título, qué más tiene para ofrecer?

—Creo que me está insultando.

—Solo hice una pregunta. Y creo que hasta usted sabe la respuesta.

Steven reprimía su ira. Iba a responder, pero fue interrumpido por uno de los concubinos.

—Disculpe, majestad. ¿Me permite bailar con la emperatriz?

—No.

—Esta pieza ya terminó. Con gusto bailaré con usted, joven Ballestero.

—Puede decirme Maximiliano, majestad.

Prácticamente arrancándosela de los brazos del emperador, él la alejó para comenzar a bailar con ella.

A Steven no le quedó más remedio que volver a tomar su lugar en el trono para no pasar una vergüenza. Podía ver cómo los hermanos de Abigaíl les regalaban sonrisas burlonas.

Las concubinas, por su parte, hervían de rabia y celos. No podían entender cómo todos esos hombres podían poner sus ojos en la emperatriz. Claramente, se sentían superiores y no comprendían cómo era posible que, siendo hombres que podían conseguir una mujer solo para ellos, se conformaran con ser simples concubinos.

Abigaíl disfrutó de la velada y bailó con cada uno de ellos. Más allá de los propósitos que tenía al elegirlos como sus concubinos, ellos eran agradables y hasta graciosos. En serio, estaba disfrutando de la fiesta hasta que una de las concubinas del emperador esperó a que terminara de bailar y, cuando se dirigía hacia su asiento, corrió en su dirección con la intención de mancharle el vestido con una copa de vino.

Abigaíl, quien de reojo había visto venir el ataque, solamente esperó el momento perfecto para apartarse y evitar que la bebida le cayera a ella, pues justo enfrente estaba el emperador. Y así fue: se corrió a un lado y la concubina pasó de largo, tropezando con el pie de la emperatriz. No le dio tiempo a frenar, y toda la bebida terminó sobre el traje del emperador, que quedó arrodillada en el piso por la caída.

—¿Pero qué...?

—Majestad, lo siento, lo siento tanto. Yo no quería manchar su traje. Perdóneme, por favor.

—¿Será posible que sea tan torpe? —murmuró Steven, mirando el daño en su traje.

Abigaíl se estaba aguantando la risa hasta que uno de sus concubinos se le acercó.

—Humm... sí que eres toda una diablita.

—No sé de qué hablas.

—Emperatriz, yo la vi. Así como también vi sus intenciones —dijo, señalando a la concubina que seguía en el suelo—. Pero tranquila, huyamos de aquí antes de que te delate.

Abigaíl lo miró y le sonrió con complicidad, asintiendo. Salieron corriendo del lugar y fueron hacia el jardín, donde se miraron y empezaron a reír a carcajadas.

—Ja, ja, ja. ¿Viste su cara? Parecía que explotaría de ira.

—Ja, ja, ja. Sí, pobre, creo que el emperador la castigará.

—Pobre, yo que si no me corría, hubiera terminado empapada.

Damon se acercó a Abigaíl y la tomó de la cintura.

—Humm... y con estas telas que traes seguro se vería todo lo que ahora me pertenece.

—Ja, ja, ja. ¿Ah sí? Dejemos algo claro, cielo, tú me perteneces a mí.

—Seré tu esclavo si eso quieres, pero solo pido una cosa.

—¿Sí? Mmm... Tentador. ¿Dime qué quieres? Y si está a mi alcance —dijo acercándose a su rostro.

—Que siempre me permitas estar cerca de ti.

—¿Solamente eso? Creí que me pedirías una noche de sexo desenfrenado donde aman... —no pudo seguir hablando, ya que él tapó su boca con su mano.

—(Sonrojado) Emperatriz, no sea tan indiscreta, podrían escucharnos.

Abigaíl pasó su lengua por la palma de su mano y él la alejó.

—¿Y cuál sería el problema? Eres mi esposo, ahora puedes pedirme esa clase de cosas. Así como yo puedo pedirte que me beses ahora.

Él la miró, sonrió y acercó su rostro para besarla. Fue un beso lento, suave, pero Abigaíl rápidamente tomó el control de la situación y empezó a aumentar la intensidad. Introdujo su lengua en la boca de él, comenzando a masajear la suya. Damon la apretó más contra su cuerpo, disfrutando del exquisito sabor de sus labios hasta que el aire les empezó a faltar. Finalmente, se separaron.

—Creo que debemos volver o no podré controlarme.

—Yo no te pido que lo hagas.

—¿Y los demás?

—Luego les explico, vamos. —Tomó la mano de él y salieron corriendo del lugar.

Creyeron que nadie los había visto, pero...

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Ana Parra
Realmente esta historia estuvo super interesante , muy buena y disfrute su lectura, felicidades👏👏👏👏
Yenia Jj ,🇵🇦💙,
😂a la madre 10 hijos me acordé fue de mi lasy🤣y de verdad que fueron muchas horas de parto y varios de diferentes colores 😂goce este capítulo
Yenia Jj ,🇵🇦💙,
🤣🤣está igual que yo la cosa es que entendió que era el
Heidy Barceló
Después del gusto, el disgusto 🤭🤣🤣🤣
Heidy Barceló
Mientras ellas comparten a su amado, ella tiene a 10 para ella solita 🤭🤣🤣🤣🤣
Heidy Barceló
Y yo lo leo con la voz del audio 🤣🤣🤣
Blanca Montero Angulo
Jajajajaja jajajajaja mujer del infierno, y luego va a andar😅😅😅😅😅🤣🤣🤣🤣🤣🤣 rogando
Blanca Montero Angulo
Jajajajaja jajajajaja que poder tienes Abigail 🤔🤔🤔🤔🤔🤔
Blanca Montero Angulo
Gracias escritora bendiciones 😘 🙏
Blanca Montero Angulo
Sirvientas estúpidas sin corazón 😡😡😡😡😡😡😡😡😡
Blanca Montero Angulo
Que pecado esos pueblos explotados y esclavizados 😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭
Blanca Montero Angulo
Jajajajaja jajajajaja
Blanca Montero Angulo
Lo culpa por un error. 🤔🤔🤔🤔🤔🤔🤔🤔🤔
Blanca Montero Angulo
Cerdo asqueroso 😡 😡, ojalá todo les salga bien a Luciana 💕💕💕💕💕💕🤩
Kira Javan
maravilloso, entretenida, algo chusca pero me encantó para mi gusto la recomiendo.....
Kira Javan
excelente emperatriz Abigail lo vas a lograr y a aplacar a cada 🐔💩
Kira Javan
sacatelas ahora si va a haber baile 😂😂😂
Kira Javan
😂😂 esa abigail se echó al primer concubino, veremos que hace su Maje....😂😂😂 o sea el emperador 🤡
Kira Javan
jajajaja los tres son mecha corta 😂
Kira Javan
😂😂😂😂 Abigail si que le diste unos buenos pupasos ( putazos) así dice mi niño ...a la 🐔 del emperador 😂😂
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