Lo que empezó como una noche de copas y diversión termina por unir los destinos de dos personas con vidas completamente opuestas.
Marcos Ashford es un hombre frió, arrogante y calculador, acostumbrado a tener todo a sus pies.
Miranda Gonzales es una chica amable y extrovertida que no tiene miedo a divertirse.
¿Podrán ambos sobrellevar las adversidades y abrirse paso al amor?
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Su secretaria
—¡Tu prometido!— Gritaron tanto mi madre como mi padre bastante sorprendidos.
—Así es. Marcos y yo vamos a casarnos— La reacción de mi madre me la espere completamente pero la de mi padre, esa expresión fría y descontenta, no es la reacción que esperaba de alguien al que no le importaba su hija.
—¿Cómo es que vas a casarte con un hombre al que ni siquiera conocemos?
—Es por eso que estamos aquí hoy, para que lo conozcan e informarles de nuestra decisión, no para que nos den permiso.
—Esto es completamente absurdo. Sabes muy bien que tu matrimonio es algo serio, no debes tomártelo a la ligera.
—Federico, por favor. Nuestra hija acaba de darnos una excelente noticia. Tan solo mira lo guapo que es este muchacho.
—Eso es lo de menos, Vanesa. No te olvides de quienes somos, no podemos dejar que nuestra hija sea engañada por cualquiera.
—Tienes razón, a ver Marcos, ¿Estás con mi hija por dinero?— Marcos se hecho a reír sin notar lo serio que era la pregunta que mi madre le estaba haciendo.
—¿Lo dicen en serio?
—Muy en serio, querido. Podrás ser muy guapo y todo pero mi hija merece a alguien de su categoría.
—Señores, ¿cómo creen que podría estar con su hija por dinero? Ella era mi secretaria.
—¡Secretaria!...¿Él es tu jefe, Miranda?
—Así es, lo era.
—¿Cómo que lo eras?
—Vamos a casarnos, no es apropiado que sigamos como jefe y empleada.
—¿Entonces quieres decir que tu eres dueño de una empresa?— ¿Es que acaso en la cabeza de mi madre solo circula la palabra dinero?
—Así es, señora. Soy el presidente de una empresa que exporta materias primas.
—Lo ves, papá. Ya puedes estar tranquilo— Le dije a este para que pararan ya su interrogatorio.
—Claro que si. Ya podemos seguir hablando de la boda, ¿Verdad Federico?— Mi padre se cruzó de brazos y asintió aunque no parecía muy convencido aún. —Bueno, entonces vayamos a la sala de estar para hablar más cómodos.
—Esperen...Aún hay algo más que deben saber.
—Puedes hablarlo de camino, hija. Vamos— Mamá tomó del brazo a Marcos y lo guió hasta la sala de estar. Una vez allí todos tomamos asiento. Mamá no paraba de hablar de todo lo que quería en la boda, mi padre pareció entender la situación y le hizo guardar silencio un momento.
—¿Y bien, Miranda? ¿Qué es eso otro que tienes para decirnos?— Dar una noticia como esta no siempre es fácil.
—Es que, Marcos y yo...Seremos padres— Mamá se quedó completamente inmóvil al igual que mi padre.
—Embarazada...¿Mi hija está embarazada?— Y rápidamente mamá volvió a ser la misma de siempre y se lanzó prácticamente sobre mí. —Seré abuela. No lo puedo creer.
—¿Es esta la razón de tan apresurado matrimonio?
—No, señor. Me casaré con su hija porque la amo, su embarazo no tiene nada que ver— Marcos acarició mi mejilla delicadamente provocando que imágenes de aquella noche llegarán a mi mente y para mi mala suerte creo que se dio cuenta porque me guiño rápidamente un ojo antes de volver a dirigirse a mi padre. —Estoy muy enamorado de esta maravillosa mujer, no podría imaginar casándome con alguien que no sea ella.
—¿Lo ves Frederico? Se aman, déjalos en paz— Bueno, creo que ya tuve suficiente de esto por hoy.
—Ya debemos irnos, ¿No es así, Marcos? — Tomé a Marcos de la chaqueta y lo hice levantarse junto conmigo.
—Si...es verdad, deberíamos irnos.
—Pero acaban de llegar.
—Solo vinimos para decirles esto en persona, mamá.
—Pero hicieron un viaje algo largo. No deberías estar haciendo ese tipo de viaje en tu condición, Miranda.
—Tu madre tiene razón, Miranda.
—¿Qué dices, Marcos? Tu me dijiste que debíamos volver hoy mismo.
—No, no recuerdo haberte dicho esto. Tengo todo el día libre, incluso podría pasar la noche aquí.
—¡Gran idea! Deberían quedarse a dormir esta noche— Voy a matar a Marcos. Lo juro, voy a hacerlo y me encargaré de decirle a nuestro hijo que se fue a vivir a la luna.