La vida es la esencia misma, la esencia son los artes manipulables.
El arte de la vida, realidad y muerte; y el arte de los elementos.
Unos nacen con gran Voluntad, otros con una mediocre. Otros deciden luchar con garras y dientes, otros quedarse a esperar.
Unos nacen en la gloria, otros deben pelear por esa gloria. Otros yacen en la ruina, y otros crean su ruina.
La vida es injusta, sin embargo, es justa para quienes deciden enfrentarla. Pocos lo logran, y cuando lo logran, el mundo se doblega ante su voluntad.
Solo aquel con una Voluntad insondable y vasta, es capaz de subyugar y manipular la voluntad de otro, sin embargo esto es tabú.
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Cap 11: Calentamiento
La comida estaba deliciosa, el aroma que desprendían eran simplemente exquisitos. Solo con mirar el plato sabía que iba a ser una buena comida. No esperé más, agradecí por los alimentos y comí con voracidad. Pero manteniendo el decoro.
Hasta ahora he dicho lo que tenía que decir sin llegar a desmantelar todo mi plan. Solo debo cuidarme la lengua, a veces se eme suelen escapar palabras que me pondrían en serios aprietos.
Estella comía con delicadeza, sin mancharse mucho sus labios rojos, sus ojos veían con codicia la comida. Al parecer también le gustó mucho.
Richard comía sin mirar a nadie, solo mantenía sus ojos pegados al plato, mientras masticaba y tragaba la comida.
La comida no duró mucho más de veinte minutos. Una vez todos hubieron vaciados sus platos se levantaron e hicieron una venía al dios del sol, en agradecimiento por la comida.
Luego, nos dirigimos a la arena personal de Richard.
Cuando salíamos por la puerta trasera, una bella mujer de al menos unos veinte años, entraba vestida con un vestido blanco pulcro, que solo llegaba hasta los muslos, en su cintura se ceñía una cinta roja carmín. Sus cabellos dorados por la luz del sol que entraba por las ventanas, estaba recogido en un moño carmín. El vestido estaba hecho a medida enmarcando su delgada cintura, su escote prominente y su cadera ancha. Todo en ella se resumía en belleza y realeza. La hermana de Richard, Laura Solaris.
Nos dirigió una mirada rápida, sus ojos del mismo color que los de Richard, parecían denudarnos bajo su fiera y apasionada mirada. Inclino la cabeza, luego vio a su hermano lo saludo: – Buenas tardes Richard y compañía –.Su voz casi etérea se quedó impregnada en el aire, su voz era melodiosa y suave, digna de una princesa.
Dándose la vuelta llamó a una de las criadas llamada Bethany, que era la sirvienta de mediana edad y volvió por donde vino.
– ¿Acaso te vas a quedar mirándola como un idiota? –. Preguntó Estella, mientras me lanzaba una mirada indiferente.
– Mira te digo de primera, ni te ilusiones con mis hermanas, sé que son bellas y todo, pero son unas diablas, te arrancarían los ojos solo por diversión y además son consentida de mis padres –.Dijo Richard con un tono de mofa.
– En serio crees que vine aquí a ver a tus hermanas, obvio no Richard. No me interesan tus hermanas –.
Una risa moderada escapo de Richard, me hizo señas para que lo siga y mandó a que nadie moleste en el entrenamiento.
Volví en mis sentidos, espabile y camine hacia Richard, siguiéndolo hacia su área personal de entrenamiento.
La cámara de entrenamiento personal de Richard era tan opulenta como lo era su grandiosa casa. Parecía estar blindada, el sol entraba por los vidrios que hacían de techo, tenían una forma de cúpula, la arena era cuadrada con grandes adoquines cuadrados. Un área para cambiarse de ropa, un área para ducharse, y por supuesto espadas colgadas en la pared, unas eran reales y otras solo eran de madera. Y lo que no podía faltar era soles tallados en las paredes blancas, soles dorados por todos lados, unos grandes otros pequeños.
Richard camino donde estaban colgadas las espadas de doble filo, agarro una de madera, agarró otra y me la lanzó.
Lo mire con confusión "¿será que se olvidó a lo que venía? No lo creo, no es tan estúpido".
– ¿A qué viene esto Richard? No vine a practicar la espada contigo –.
–Parece que no escuchas las clases Valian, se debe calentar el cuerpo para que las voluntades fluyan como un riachuelo. Y es mejor al conocer la fuerza a quien se supone que debo infundir mi voluntad –.
Richard tenía rezón, sin embargo, no era necesario el calentamiento para poder infundir la voluntad en otro. Este tipo solo buscaba una excusa para pelear.
– Más vale que te prepares Valian porque, aunque sea un calentamiento, no tendré piedad ¿oíste? –.
Estella que puso cara de niña decepcionada, se fue sentar en los asientos.
– Yo solo los miraré, no me interesa mucho el combate –. Dijo ella, mientras se pasaba su mano por su cabello.
Solo asentí, fruncí el ceño y escupí en el suelo.
Levante la espada a la altura de mi abdomen, y tome posición defensiva.
Richard no se dio a esperar, se lanzó en un rápido movimiento de piernas, se acercó en zigzag a una velocidad considerable.
Desplazó su espada hacía atrás, y con un movimiento casi inaudito, se coló justo en mi flanco izquierdo, y luego atrás de mí.
Tardé un segundo en reaccionar cuando su espada se lanzó en estocada a mis costillas, no pudiendo esquivar, solo me giré en mi propio eje. La espada rozo mis costillas derechas rasgando mi ropa y raspando mi piel. Una minúscula cantidad de sangre broto del pequeño corte.
Maldiciendo en mis adentros, salté hacía la izquierda con el objetivo de poner distancia, sin embargo, mi plan fue despedazado en el instante.
Richard cortó la distancia en un abrir y cerrar de ojos.
Levantó su espada y lanzó un tajo hacia abajo, con la intención de asestar un fuerte golpe, moví mi brazo derecho lo más rápido que pude y bloqueé el ataque descendente, sin embargo, la embestida no se detuvo por lo que perdí el equilibrio de mi cuerpo, tardé en poner mi pie atrás para dar soporte a mi cuerpo, por lo que Richard aprovecho dicho descuido, soltó la mano derecha del mango de la espada y asesto un potente golpe en todo mi tórax.
Salí despedido hacia atrás rodando en el suelo adoquinado, mis manos habían soltado la espada, y las junté en mi pecho.
El aire me faltaba.
Sin aminorar la marcha, Richard embistió de nuevo, pero esta vez lanzó una patada ascendente a mi estómago. La patada acertó y la comida de recién salió por donde entró. Rodé de nuevo y esta vez estaba empapado en mi propio vómito.
"Acaso piensa matarme en serio".
El dolor era segador. Pero no podía simplemente dejarme dar una paliza como si nada, debía reaccionar.
Justo cuando ordenaba mis pensamientos y despejaba el dolor, Richard acortó la distancia de nuevo dispuesto a noquearme con la punta de su espada. Reaccionando rápido giré todo mi cuerpo, y con mis piernas quería patear sus pies para que cayera.
Hecho, el desgraciado parecía que esperaba un movimiento así, así que saltó, alzó la espada y tajó hacía abajo, entonces levanté las manos y agarré la espada por sus lados evitando el filo de madera, luego levanté la pierna derecha y lancé una patada en todo su abdomen. Richard no se esperaba un ataque así, por lo que, la patada acertó.
Richard se dobló como muñeca de trapo y salió volando hacia atrás. Rodó por el suelo y luego se levantó de golpe, mostrando los dientes escupió lo que parece era comida, mostro los dientes y se lanzó de nuevo al encuentro.
Hasta eso yo me había puesto de pie.
Mi espada estaba del otro lado de la arena, y mi mayor obstáculo era Richard. En vez de esquivar a Richard, lo enfrente, esquivé la espada lanzando mi espalda hacia atrás, el ataque paso silbando cerca de mi rostro, giré sobre mi propio eje y lanzé una patada al costado izquierdo de Richard, lo bloqueó agarrando mi pierna con mucha fuerza.
Aprovechando que agarró con fuerza mi pierna me levanté de un salto con la otra, y con mi brazo izquierdo tomando impulso, utilicé el peso de mi cuerpo y estrelle mi puño en todo su rostro. Su agarre se soltó y él se tambaleo.
No desaproveche el momento de aturdimiento, y volví a conectar un golpe en todo su tórax y luego otro en su abdomen, y otro en su costilla derecha.
Un sonido de dolor se escapó de sus labios, su cuerpo se retorció de dolor, pero no cayo.
Viendo que no caía; lanzé una patada a sus piernas, pero jamás las toque. Richard había retrocedido de un salto hacia atrás, poniendo una distancia considerable.
– Valian… déjame decirte… que eres fuerte, pareces débil, pero solo es una maldita fachada. Cierto… después de todo eres hijo… de la quinta familia real –. Su voz era entre cortada y sonaba agobiada por el dolor. Su mirada era sombría y con muecas de dolor, pero por lo demás estaba bien.
Es más, parecía que ya se estaba recomponiendo del dolor.
– Mírate el rostro, tienes saliva por la cara, ahora tu honorable rostro parece una pocilga –. Richard sonrío con su habitual sonrisa orgullosa, se peinó su cabello rubio, se miró el cuerpo y volvió a tomar la espada con sus dos manos.
– Gracias por tu preocupación, sigamos con el duelo… idiota – me lanzo una mirada feroz con esa sonrisa pegada en su rostro – no dejaré que toques esa espada de nuevo –.
– Se supone que solo era calentamiento ¿por qué lucharía hasta el agotamiento? Yo viene para otra cosa, no para esto –. Sin embargo, se lanzó de nuevo al taque.