Tentación Prohibida

Me acerqué hasta la entrada y abrí la puerta despacio, rezando para que ella no estuviera allí, así podría volver a mi habitación y esconderme hasta que Selena regresara.

Asomé mi cabeza primero mientras mis ojos la buscaban y efectivamente allí estaba ella, sentada en una pequeña silla. Esperando pacientemente a que llegara.

Apreté los puños de mis manos conteniéndome de cualquier cosa que pudiera huir en este momento.

Necesito entender que quiere decirme justo ahora.

¿Querrá seducirme de nuevo?

Bueno, igual no puedo culparla porque todo esto lo empecé yo.

Si tan solo me hubiera controlado ese primer día, nada de esto estuviera sucediendo ahora mismo.

Cuando me sintió llegar se levantó.

»Bueno, al menos se cubrió bastante«

—Ehmm... te busqué por qué necesitamos hablar, tenemos que arreglar las cosas—

¿Arreglar? Si tan solo supiera que lo único que pasa por mi mente ahora es hacerla mía en esa silla

Asentí rápidamente tratando de controlarme.

—Sí, tenemos que aclarar esto—

—En primer lugar, no debimos haberlo por segunda vez. La primera fue un error y la siguiente una estupidez— dijo mirándome fijamente. —También es mi culpa por no controlarme, y es que... tú eres tan irresistible—

Aparte la mirada y tragué saliva ante su comentario.

No sabía ni que decir.

Nunca me había quedado sin palabras ni que decir ante algún comentario.

—Yo, creo que deberíamos dejarlo por esta noche— dije al tiempo que me daba la vuelta.

—Espera—

—Lo siento por decir eso. No es que quiera que tú... bueno, solo estaba diciendo cómo me siento para que podamos lidiar con ellos juntos. Y es bueno que te sientas mal por algo así, así podrás ayudarme más fácil—

—Créeme. Es mejor que lo hagamos por separado. Odio que me hagas pensar que... Joder— murmuré apartando la mirada con ira, está a punto de perder mi autocontrol. —Lamento decir groserías, no...—

Ella me levanto la mano en señal para que me callara.

—No te preocupes, no tengo derecho a sentirme mal por eso, después de todo, no soy tu esposa—

—Si, y por eso te digo que mejor que lo hagamos por separado, el estar juntos solo complicará más las cosas—

Me miró por un breve momento mientras se volvía a sentar.

—Está bien, entonces supongo que todo está resuelto—

Asentí y quedándome de pie un momento observándola, ella también me miró fijamente sin cesar, una mirada más extraña. Cómo si quisiera algo, o no sé si fue mi imaginación jugándome una mala pasada.

—¿Estás bien?—

—Si todo es tan bien—

Nos seguimos mirando por un tiempo más y joder con ella.

Me senté en el banquillo de enfrente y pose mi mano en su pierna.

—¿Zeus? Lo acabamos de hablar— me dice mirándome con los ojos bien abiertos y desconcertados.

Lo único que pude hacer fue mirarla y cuando menos quise ver estaba sobre sus labios atacándolos con deseo.

Joder, estos labios los voy a extrañar.

La levanté y la senté sobre mí con una facilidad, ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello, mirándome con sorpresa y respirando con dificultad.

—¿Una última vez?— susurré en sus labios. Nuestros ojos siguieron en una batalla de miradas. —Y para que también lo sepas, te encuentro jodidamente irresistible— dije dejando un beso en su cuello.

Podía sentir la pequeña resistencia en ella.

—Papá, necesito que después me ayudes, porque no puede hacerlo sola— susurró entre mis labios y antes de que pudiera responder o reaccionar mi beso con fuerza y desesperación.

Su búscame atacó con una fiereza como si no lo fuera a ser más.

Sentí su temblor y de inmediato se apartó de mí.

—Lo siento, ya no puedo—dijo entrando a la casa apresurada.

Me quedé viéndola entrar y justo en ese momento cayó en cuenta de lo que acabo de hacer.

Me froté la cara con irritación.

Volví a hacer lo que me dije que no haría, y siempre soy yo el que lo inicia.

Esta vez ella no tiene la culpa, soy consciente de que no me hizo venir aquí con mala intención, yo fui el que arruinó todo, siempre lo arruinó.

POV SÁMARA.

Subí mi habitación apresurada, no entiendo por qué tuvo que pasar esto de nuevo.

Yo no fui con esa mala intención.

Está vez me agradezco a mí misma por haber puesto un alto.

Aún que no fue desde el principio.

Cierro la puerta de mi habitación detrás de mí con llave, no deseo que entre por si se le ocurre.

»¡Cielo santo!«

¿Cómo pude besarlo de esa manera?

Necesito salir de casa, buscar a alguien con quien entretenerme para olvidarme de él.

Y tiene que ser ya.

[•••]

El siguiente día llegó y así llegó la tarde.

Cómo mi madre estuvo aquí, las cosas fueron más fáciles.

Todo en casa estaba preparado para la celebración.

Ya empezaban a llegar los invitados mi madre ya estaba lista y él también.

Ambos se encontraban en la entrada recibiendo a las personas que llegaban a celebrar.

Suspiro al verlo juntos, ambos hacen muy bonita pareja.

Me odio por entrometerme en su felicidad, ellos serían más felices juntos, y yo debía de entenderlo y obligarme a hacerme un lado, porque era mi madre y porque no quería verla sufrir si se llegara a enterar de lo que ha pasado entre su esposo y su hija.

Terminé de arreglarme y me miro al espejo, hoy decidí usar un vestido azul oscuro, es sencillo, pero elegante, este tiene de corazón el que resaltan mis pechos, desajustado hasta un poco más arriba de la rodilla.

Este me queda tan ajustado que marca exageradamente mis curvas y mis atributos, pero no me importa, fue el que mi madre eligió para mí y lo usaré por ella.

Mi cabello lo dejé suelto, este está liso con ondas en las puntas que llegan hasta debajo de mi cintura, me apliqué un pequeño toque de maquillajes, solo un rímel y labial.

Bajé las escaleras y salí al jardín para encontrarme con un montón de gente con la que ni siquiera trataba, miré todo a mi alrededor y la decoración había quedado muy linda.

Realmente mi madre y yo nos esforzamos porque todo estuviera bien.

Me acerqué a la mesa para tomar alguna bebida, Ya que no tenía con quién platicar, mientras me servía un poco de cóctel en mi copa sentí una presencia detrás de mí.

Volteo suavemente y me encuentro con unos ojos verdes penetrantes, está tan guapo hoy.

Sorprendida por su acercamiento lo único que hice fue ofrecerle una mi vida.

—¿Gustas una?—dije tímidamente, puesto que nunca pensé hablarle.

—Si, gracias— su voz es tan gruesa, mucho más de lo que imaginé. —¿Cómo estás?—

Por un momento no supe qué responder, ni siquiera sabía si esto estaba sucediendo realmente, me tomé un momento para regresar a la realidad y saber que sí, que en realidad el chico guapo al que miraba por meses y mucho tiempo en la calle de enfrente estaba aquí parado al lado mío hablandome.

—Bien si, ¿Y tú?—

—Ahora que te veo mucho mejor— ¡Dios! Siento mis mejillas arder. —Estás muy hermosa— dice al tiempo que toma la bebida que le ofrezco rozando mi mano más de lo debido.

Un carraspeo detrás de nosotros nos hace girarnos.

—¿Papá?—

Digo incrédula por la mirada que nos está dando.

¿Que le pasa?