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La Flor Del Imperio Raíces De Obediencia

La Flor Del Imperio Raíces De Obediencia

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Posesivo / Dominación / Amor-odio / Enfermizo / Completas
Popularitas:3k
Nilai: 5
nombre de autor: Anonymous (S.D)

Lo llamaban la flor del imperio. Tan perfecto, tan puro, tan irremediablemente suyo.

No era libre. No lo había sido desde que sus ojos cruzaron con los del emperador. Él lo llamo "La Flor del Imperio" y desde entonces no volvió a caminar solo.

Rodeado de lujos, pero encadenado al deseo de un hombre que confundía amor con poder, belleza con pertenencia.

—Eres mío— susurró —. Mi flor. Mi único tesoro y nadie roba lo que es del Emperador.

NovelToon tiene autorización de Anonymous (S.D) para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El Arte de Fingir

Eirian

Fingir.

Era un verbo que había aprendido a conjugar en todas sus formas, a respirar en su esencia, a vestirlo como una segunda piel que, aunque áspera, me mantenía con vida.

Fingía ser la flor que el Emperador proclamaba ante la corte, la joya perfecta destinada a germinar en su jardín, sometida y hermosa.

Fingía aceptar los gestos de posesión, las miradas que me atravesaban con curiosidad y juicio.

Fingía que los aplausos tímidos de los nobles no eran cuchillas que arañaban mi piel, ni que las voces susurrantes eran dagas envenenadas apuntándome a la espalda.

Fingía hasta que mi reflejo dejó de ser un enemigo y se convirtió en el cómplice más cruel.

Los días se deslizaban lentos y tortuosos, como la savia que gotea desde una rama rota.

El Emperador me observaba con la minuciosidad de un orfebre que examina su obra, pero con la sombra de la sospecha de quien siente que la pieza podría quebrarse. Sus ojos dorados eran un fuego que no me consumía, sino que me moldeaba a su voluntad, midiendo cada gesto, cada palabra, cada silencio.

—Estás más callado —me dijo una mañana, mientras sus dedos se enredaban en mis cabellos con una extraña mezcla de ternura y control—. ¿Te acostumbras, verdad?

Asentí. Sonreí con la ligereza que me quedaba.

Fingí que su presencia no era una prisión, que su control no era un yugo invisible.

En los pasillos del palacio, el aire parecía volverse más denso con cada paso que daba. Cada conversación, cada gesto, cada mirada podía ser un veneno disfrazado de cortesía.

Pero también había ojos que no lanzaban cuchillos, sino señales sutiles de complicidad.

El joven del cesto —Lior, como aprendí a llamarlo— era una sombra entre los sirvientes. Delgado, discreto, con una mirada que parecía saber demasiado. Aparecía sin avisar, dejando en mis manos pequeñas servilletas dobladas, como si fueran cartas selladas con esperanza.

Uno decía:

“Los guardias cambian a la tercera campanada. Camina con cuidado.”

Otro:

“La bodega sur ya no está sellada. Pasa sin ser visto.”

Y uno más:

“La biblioteca guarda secretos que no figuran en ningún mapa.”

La biblioteca imperial era un laberinto de sombras y saber. Allí fingía interés por antiguos tratados, genealogías y leyendas que me parecían distantes.

Una mujer de cabello blanco, cuyos ojos conocían el dolor, se sentó a mi lado sin decir palabra. Su silencio era un escudo y una invitación.

—Buscas una salida —murmuró con voz suave—. Pero los caminos están sellados. Excepto aquellos que nunca quisieron que existieras.

Mi corazón se aceleró.

—¿Quién eres? —pregunté, sin apartar la vista de las páginas.

Ella me sonrió, una sonrisa triste pero firme.

—Alguien que perdió a un hijo por la corona. Y que no tolera ver cómo otro se marchita en sus garras.

Entre sus manos entregó un libro encuadernado en cuero gastado, que parecía contener el eco de mil secretos. Al abrirlo, descubrí un mapa antiguo, con rutas ocultas, y un nombre marcado en rojo:

“Camino del Silencio.”

Pero el Emperador no dormía en la ignorancia. Como si oliera la tormenta que se acercaba, aumentó la vigilancia.

Nuevos sirvientes aparecieron en mis aposentos. Más atentos, más silenciosos, pero con ojos que no perdían detalle.

—Quiero que estés siempre acompañado —me dijo una noche, mientras sus manos reposaban en mi vientre—. Eres un tesoro demasiado valioso para dejarte escapar.

Los guardias redoblaron sus rondas. Cambió mis horarios. Incluso comenzó a dormir a mi lado con más frecuencia, con la intención de ser un muro humano que me encerrara.

Y hablaba del futuro, de ceremonias, de linajes. Su voz se convertía en cadenas que intentaban atar mi alma a su voluntad.

—Habrá una ceremonia —susurró una noche—. La celebración de nuestro linaje. Todo debe ser perfecto.

Asentí, con el peso de la mentira hundiéndose en mi pecho.

Fingir era un acto agotador.

Una obra interminable en la que debía representar papeles imposibles: la flor sumisa, la esposa devota, la heredera orgullosa.

Quería gritar, romper todo, caer en la desesperación.

Pero no podía. No cuando el plan apenas comenzaba a tejerse, cuando Lior arriesgaba su vida para ofrecerme una chispa de esperanza. No cuando aquel ser diminuto que crecía en mí dependía de mi libertad.

Así que me convertí en una maestra del disfraz. Cada sonrisa falsa, cada gesto medido, cada suspiro contenido, era un paso más cerca de la libertad.

La noche antes de la ceremonia, Lior me entregó la última nota.

“Todo está listo. Solo falta tu señal.”

Me encerré en mi habitación, miré la luna y sentí la verdad cruda: había fingido tanto que casi había olvidado quién era.

Pero respiraba.

Y eso bastaba.

Mañana, fingiría una vez más.

Pero sería la última.

Después… solo quedaba correr.

El día comenzó con la fría certeza de que cada movimiento mío era observado, cada palabra escuchada, cada suspiro interpretado. La corte no dormía, y sus ojos no perdonaban. Pero en esa vigilancia implacable encontré una grieta, una pequeña puerta oculta que podría abrirse solo con paciencia y astucia.

Lior apareció esa mañana con la misma discreción de siempre, llevando un pequeño paquete envuelto en tela negra. Lo dejó caer sutilmente junto a mi taza de té.

—Esta noche —susurró—. La salida por la bodega sur estará abierta durante la tercera campanada. He coordinado con dos aliados más: una sombra en las cocinas y otro en los establos. Nadie te seguirá.

Asentí, pero sentí el peso de la duda hundirse en mi estómago. Sabía que un solo error sería fatal.

El Emperador, como un depredador invisible, había aumentado sus precauciones. La guardia no solo había doblado sus rondas, sino que ahora portaban amuletos de vigilancia, runas que detectaban la magia y la mentira.

Había escuchado fragmentos de conversación en los pasillos: planes de reforzar las cerraduras, de implantar más ojos en los techos, de no permitir que “la flor fértil” volviera a desaparecer.

Mi propio cuerpo se había vuelto una prisión. El embarazo, un secreto que debía ocultar con uñas y dientes, aunque cada día fuera más evidente. La mano del Emperador se posaba más seguido, como recordatorio de que era suyo, y que la criatura en mí también lo era.

Las noches eran las más peligrosas y las más propicias.

En la penumbra de mis aposentos, practicaba el arte de fingir el sueño profundo, mientras mi mente tramaba cada paso. Memorizaba el sonido de las pisadas, el ritmo de los guardias, el horario exacto de las campanadas.

Sabía que solo tendría una oportunidad.

--

En la cocina, encontré a la sombra prometida: una mujer pequeña y rápida llamada Selene, quien había servido al palacio desde niña y conocía cada pasadizo oculto.

—Sé que quieres irte —me dijo sin rodeos—. Te ayudaré a cruzar la bodega, pero debes prometerme que no te detendrás. No aquí, no ahora.

Sus ojos tenían el brillo feroz de quien conoce el precio de la traición.

En los establos, me esperaba Corin, un joven robusto con manos de herrero y corazón de lobo. Había sido soldado, ahora estaba a cargo de los caballos imperiales, pero su resentimiento hacia el Emperador lo hacía un aliado invaluable.

—He preparado un caballo rápido y sin marcas —me explicó—. Nadie notará que falta, y si alguien pregunta, diré que escapó la noche anterior.

Sentí un hilo de esperanza crecer en medio de la desesperanza.

La ceremonia se acercaba, y con ella, la vigilancia se intensificaba.

El Emperador me miraba con esa mezcla terrible de orgullo y amenaza. Sus palabras eran cuchillas cubiertas de seda.

—Mañana te mostraré al mundo, Eirian. Mostraré que nadie puede arrebatarnos nuestro legado.

Mi sonrisa fue una máscara perfecta.

Pero en mi interior, un fuego silencioso ardía. No por él, sino por la vida que llevaba dentro. Por la libertad que debía conquistar, no solo por mí, sino por lo que aún estaba por venir.

Esa noche, mientras el palacio dormía, me vestí con ropas oscuras, ligeras, y sentí por última vez el frío metálico de las joyas que el Emperador me había impuesto como símbolo de sumisión.

Respiré profundo.

Lior apareció en mi habitación, sus ojos reflejaban la mezcla de miedo y determinación.

—Este es el momento —dijo en un susurro—. Cuando suenen las campanadas, ve por la bodega sur. Selene estará ahí para guiarte, y Corin te espera más allá de los muros.

Mi corazón latía como un tambor de guerra. Todo dependía de mí, de mi fuerza para fingir hasta el último segundo y luego correr hacia la libertad.

Los primeros sonidos de la campana retumbaron en la noche, mezclándose con el silencio expectante del palacio.

Me levanté lentamente, fingiendo estar dormido, mientras sentía la mirada invisible del Emperador clavada en mi espalda.

Cada paso fue una batalla entre el miedo y la esperanza.

Al llegar a la bodega, Selene apareció como una sombra protectora, susurrándome palabras de aliento.

—Confía en mí. Esto termina hoy.

Abrí la puerta oculta y respiré el aire frío de la noche.

Corin esperaba con el caballo. Sin dudarlo, monté y sentí la fuerza bajo mí, la velocidad que me alejaba de la prisión dorada y sus cadenas.

Corría hacia un futuro incierto, pero libre.

El arte de fingir había sido solo el primer acto. Ahora comenzaba la verdadera lucha.

El viento frío de la noche azotaba mi rostro mientras galopábamos a través de los bosques que rodeaban el palacio. Los cascos del caballo golpeaban la tierra con una urgencia que hacía latir mi corazón hasta el borde del dolor.

Cada sombra parecía un peligro, cada ruido un aviso. Sabía que la guardia pronto descubriría mi ausencia, y que la persecución no tardaría en comenzar.

Sentía el peso del secreto creciendo dentro de mí, la vida que se aferraba con fuerza, una razón más para no fallar.

Corin mantenía un ritmo firme y constante, pero sus ojos reflejaban la misma preocupación que yo sentía.

—Estamos cerca del río —me dijo en voz baja—. Allí cruzaremos, y después podrás desaparecer en el bosque. Nadie te encontrará.

Pero no todo sería tan sencillo.

Al llegar al puente viejo, una barricada improvisada bloqueaba el paso. Soldados armados custodiaban el camino, sus antorchas lanzando sombras largas y amenazantes.

Selene había fallado. Alguien debía haber alertado al Emperador.

No había tiempo para dudas ni para el miedo.

—Retrocedan —ordené con voz firme—. Buscaremos otro camino.

El caballo resopló nervioso mientras girábamos hacia el bosque más denso, donde las sombras eran aún más espesas y la tierra traicionera.

El crujido de ramas secas y el ruido de pisadas detrás de nosotros indicaban que la persecución había comenzado.

Cada latido, cada respiración, era un desafío. No podía permitirme caer. Por mí, por la criatura que crecía en mi interior, por la promesa de un mañana distinto.

La oscuridad me envolvía, pero dentro de mí ardía una llama nueva: la determinación de no ser presa, sino cazador de mi propio destino.

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Flor Romero
la novela no ha sido bonita es cruel y poco creíble, no hay quien resista tanto
Candelaria Melian Garcia
pues me encantaría una segunda parte y sobre todo si la reencarna ya que se merece ser feliz y que el niño ponga en su lugar al emperador gracias por la novela /Heart/
Mily \♥️/
Muy lindoo, aunque llore mientras lo leía, me dejó con una sensación pero aún espero que el hijo se vengeee, ese emperador merecee todo tipo de venganza 😭😡
Mily \♥️/
yo estoy de acuerdo!!! quieroo venganzaaaa 💔😡
Mily \♥️/
😭😭😭😭
Mily \♥️/
aaaaaa 😭😭💔
Guisela Yupanqui Ramirez
a mí igual ae que reencarne y se vengue
Julii ♥️
Si por favor
Julii ♥️
Estas bien demente ya mandenlo a dormir
Angelica Gil
porfabor aslo telo pido 😭
nairoby rodriguez
pues a mí me parece muy bien si haces la segunda temporada..
nairoby rodriguez: la espero con ansias
total 1 replies
Angelica Gil
😐😐 Nooo como que murió yo tenia la fe que ocuriria que rencarnara o que el árbol fuera mágico y lo tegresara a la vida y el pudiera alfin ser libre y feliz
Mily \♥️/: yoo quiero que el hijo se vengeee😡😡 lo vengeeeee
Anonymous: Perdón me gustan los finales trágicos y más novelas con mucho drama y romance oscuro, estoy pensando hacer segudan temporada con la historia del hijo y unas sorpresas más 🫣🫣🫣🫣, pero aún lo estoy pensando
total 2 replies
Julii ♥️
Bienvenido a tu jaula de oro
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