Brenda Sanches es una mujer de 29 años que después de descubrir a su enamorado con quien pensaba ser madre decidí irse y hacerse madre mediante inseminación artificial lo que no sabe que el donante no es humano por error a ella le llegó su donación y el reclamara a sus hijos que pasara entre ellos ? estarán juntos por amor oh llegarán a un acuerdo por sus hijos ven a leer esta historia facinante
NovelToon tiene autorización de Aye Simbron para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 11
Un cachorro... o una princesa
Tres meses después.
Estoy recostada en la cama, disfrutando del descanso, cuando siento una caricia suave sobre mi piel. Sonrío, me acurruco aún más y decido seguir durmiendo… pero parece que el responsable de las caricias tiene otros planes. Un pequeño pellizco en una de mis pompis me hace abrir los ojos de golpe. Lo miro con mala cara y, por supuesto, él se ríe.
—Perdón, amor. Sé que querés dormir, pero hoy tenemos que ir a conocer el género de mi cachorro —dice Santiago, divertido.
—Mmm… sí, pero cinco minutos más… —susurro, y vuelvo a esconderme bajo las sábanas.
Santiago ríe bajito, se levanta de la cama y me pone de pie con suavidad. Lo miro con fastidio fingido.
—Dale, amor… es solo un rato. Vamos —me anima.
—Está bien… me voy a poner algo decente —respondo, aún adormilada.
—¡Eso! Nada de seguir durmiendo, a cambiarse ya —dice, en tono mandón, pero con una sonrisa.
Una vez lista, bajo a desayunar algo rápido. Luego salimos rumbo al consultorio. Después de un viaje tranquilo, llegamos, nos bajamos del auto y caminamos hacia la entrada.
—Mi cachorro será muy consentido —dice de repente.
—Esperá, ¿cómo que liderará? ¿De qué estás hablando? —pregunto confundida.
Santiago parpadea, sorprendido por su propio comentario.
—Oh… creo que pensé en voz alta. Estaba imaginando cosas y no me di cuenta que lo dije —se ríe.
—Bueno, ya veremos qué es… cuando me llamen, lo sabremos. Amor, creo que será una niña —le digo, acariciando mi vientre.
—No, amor, va a ser varón. Ya verás. Y le voy a enseñar todos mis trucos para enamorar a una mujer —dice riéndose.
Frunzo el ceño. Ese comentario me da celos, aunque intento no demostrarlo.
Me calmo. No tiene sentido reclamarle nada ahora. Estamos bien. Justo cuando sigo tratando de respirar hondo, nos llaman. Es hora de entrar.
Dentro, me recuesto y me alisto para la ecografía. La doctora revisa y sonríe.
—Todo está en orden. Felicitaciones, papás: tendrán una niña.
Miro la pantalla, emocionada. Una niña... ¡mi niña! Santiago frunce el ceño por un segundo, pero enseguida cambia su expresión por una más suave, casi emocionada.
—Yo quería un cachorro para enseñarle todo… —dice en voz baja.
—Bueno, ahora tendrás una bebé —respondo con una sonrisa.
—Igual le enseñaré todo. Pero será administradora. No quiero que la lastimen.
—Eso lo decidirá ella —le digo mientras me limpian el gel y me acomodo para irnos.
Ya afuera, camino a su lado y le pregunto con delicadeza:
—Amor, ¿estás decepcionado porque es niña y no niño?
Santiago me mira, y sin dudar responde:
—No. Jamás estaría decepcionado. Solo quería entrenarlo para que proteja a la manada. Pero… supongo que puedo buscar otro en el futuro.
—Ella también podrá proteger. Que sea mujer no significa que sea débil. Ya verás lo fuerte que va a ser.
—Sí… pero es difícil. Hay muchos enemigos, y ella es mi princesa. No quiero que le hagan daño. Por eso deseaba un niño… pero bueno, eso se puede arreglar más adelante —dice, acariciando mi pancita.
—Cierto, después vendrá tu niño. Pero por ahora, disfrutemos a nuestra princesa —le digo sonriendo.
Ya en casa, se me antoja algo dulce.
—Amor, ¿hay frutillas y nata?
—No lo sé, deberías preguntarle a la cocinera —responde con una sonrisa traviesa.
Voy directo a la cocina, abro la heladera y me siento culpable por revisar sin permiso, pero bueno… si Norma no me ve, no se enojará. Encuentro la nata, las frutillas, y llevo todo a la mesa.
—¿Amor, todo eso vas a comer? —dice riendo al ver la cantidad.
—Puedo convidarte un poco… —le ofrezco, masticando una frutilla—. Tengo hambre.
Se acerca, toma una frutilla de mi mano y la prueba.
—No soy muy fan de esto, pero si es de tu mano… con gusto lo haré —dice, y me roba un beso.
Pasamos un rato agradable, riéndonos, comiendo y disfrutando. Hoy no solo supimos que es una niña… hoy también me di cuenta de que no importa lo que venga: juntos vamos a poder con todo.