Reencarné En La ¿Villana?

En una posada a las afueras de la ciudad dos hombres se encuentran con el rostro cubierto por una capucha negra.

—Duque Hillson.

Saluda Vicent con un asentimiento y el duque toma asiento mientras inclina la cabeza un poco.

—No es necesario tanta formalidad Vicent, nos conocemos desde la academia.

Dice el duque mientras pide una cerveza para relajar el cuerpo.

—Lo sé Abel, es la costumbre.

Responde mientras comienza a tomar de la raja de cerveza que le han dado.

El duque asiente y con un suspiro mira al hombre junto a él que una vez fueron muy amigos, pero las consecuencias de la vida los hizo tomar caminos por separados al terminar sus estudios.

—Seré claro y directo Vicent, te elegí a ti para ser el esposo de mi hija por qué eres la única persona en la cual puedo confiar plenamente.

El duque hace silencio cuando le entregan su cerveza y cuándo el hombre se retira el continúa

—Eres el único que la puede proteger, en unos meses sus poderes de maga despertarán y vivir en la capital es un peligro en el cual no la puedo exponer.

Vicent toma su cerveza muy tranquilo mientras mira al duque con poco interés.

—Me estás pidiendo que sea su niñero ¿Qué obtendré a cambio?

—Cielos, solo te estoy pidiendo un favor de amigo... Mira cuando tenga la oportunidad me la llevaré del continente y pediré al emperador que anule el matrimonio, solo necesito tiempo para organizarme, no puedo irme así, podría levantar sospechas.

El archiduque entrecierra los ojos cuando escucha divorcio y sonríe.

—¿Tu plan es que me case con tu amada hija y después llevártela dejándome divorciado?

El duque pasa las manos por su cabello frustrado.

—Esto es urgente Vicent, si el emperador o algunos de esos ancianos metiches se enteran de que mi hija tiene magia, van a quitármela y es muy probable que jamás la vuelva a ver.

Dice el desesperado y Vicent lo mira fijamente.

—¿Por qué actuar ahora? ¿Por qué no lo hiciste desde antes Abel? ¿Acaso no te das cuenta en el peligro que estás? Estás traicionando a la corona.

—Lo sé, lo sé... Y todo esto no estuviera ocurriendo si me hubieras hecho caso de formar una rebelión.

—No me interesa ser emperador.

Responde de inmediato y Abel solo suspira.

—Amber explotó su magia hace un mes, su elemento es fuego, casi destruye la mansión.

—Continúa.

Pide Vicent muy atento a las palabras del duque.

—Tuve una discusión con ella... Y ya sabes, desató su ira en contra de mí.

—¿Utilizaste tu magia de protección?

—Tuve que hacerlo, o de lo contrario estuviera muerto, además tuve que mentir en la mansión y decir que una explosión que aún no tiene explicación casi nos asesina a todos.

—Esto es grave... ¿Y tu hija?

—Ella no se acuerda de nada, sellé su poder, pero solo es cuestión de tiempo para que todo salga.

Ambos hombres suspiran.

—Eres un mago Abel ¿Cómo es que nunca sentiste la magia de tu hija?

—Pensé que no había heredado magia... Creí que era igual a su madre, pero me equivoqué.

—Si, eso está perfectamente claro.

—Te he explicado demasiado ¿Qué dices? Sé que estás enojado con su comportamiento por ese estúpido príncipe, pero...

—Acepto.

—¿Qué?

Pregunta el duque sorprendido de que haya aceptado sin poner más trabas.

—Dije que acepto ¿Por qué te sorprendes?

—Es extraño que aceptes tan pronto Vicent.

—Cancela el compromiso.

Dice serio y el duque niega.

—No, no, solo decía... Entonces la boda será lo más pronto posible de eso me encargo yo.

—De acuerdo, una cosa, mantén alejado al principito de mi prometida.

—Dalo por hecho... Y gracias.

El archiduque termina de tomar su cerveza mientras piensa en todo lo que hizo con esa pelinegra la noche anterior...

—¿En qué piensas tanto?

Pregunta el duque y Vicent solo sonríe mientras piensa que si el duque se entera lo decapita.

—Hoy hueles diferente Abel, el olor de esa chica se ha impregnado en ti.

El duque Abel comienza a olerse y Vicent solo lo observa con media sonrisa.

—¿Enserio?

—Si ¿Quién es?

Pregunta mientras pide otra cerveza.

Al duque se le forma una sonrisa tonta.

—Es alguien especial, te lo contaré después.

—Mmm ¿Por fin te vas a divorciar de tu esposa?

El hombre entrecierra los ojos y aprieta los puños al recordar como quería hacerle menos a su hija.

—Ya le envié una carta al emperador, no puedo dejar que nadie se burle de mi hija.

Habla el hombre con evidente enojo en el rostro.

(...)

En el gran palacio de la capital dos hombres se arrodilla frente al emperador.

—Saludo al gran sol del imperio.

Dicen ambos hombres vestidos con túnicas mientras se arrodillan frente a su monarca.

El emperador solo hace una seña con una de sus manos y ambos hombres se levantan.

—¿Alguna novedad?

Pregunta el emperador y uno de ellos habla.

—Aún no señor, pero esas dos fuentes de poder se han registrado cerca del ducado Hillson.

—El ducado Hillson...

—Así es mi señor.

—¿Ya han investigado?

Pregunta con algo de impaciencia.

—Lo hemos hecho mi señor, algunos de los trabajadores informan que hace unas semanas un incendio se formó en la mansión Hillson.

—¿Saben por qué se formó ese incendio?

—Aún no señor.

—¿Aún no? ¿Qué esperan? Traiganme la información necesaria, si el duque está ocultando algo irá a la horca junto a su familia.

—Si mi señor.

Dicen los dos a coro.

—Retirarse.

Le ordena el emperador y ellos hacen una reverencia para luego marcharse.

—!Nicolas!

Llama a su mayordomo.

—¿Mi señor?

—Quiero que investigues todos los pasos de mi hermano, no me conviene que ese inútil bastardo permanezca tanto tiempo en la capital, es una amenaza.

—Como ordene mi señor.