Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
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Sé mi novia
Era una tarde soleada cuando Joon-Ho decidió finalmente hacer lo que había estado postergando. Después de semanas de pensamientos y dudas, reunió el valor necesario para hablar con Han Soo-Yeon, la mujer que había transformado sus días.
Soo-Yeon era maestra de literatura en otra universidad, y aunque sus encuentros habían comenzado por motivos estrictamente académicos, sus charlas habían evolucionado hacia algo más personal, más íntimo. Ella era realmente la mujer por la que su corazón late. Habían quedado en verse en una cafetería tranquila del centro, un lugar donde podían hablar sin las distracciones de sus rutinas laborales.
Cuando Joon-Ho llegó, vio a Soo-Yeon sentada junto a la ventana, hojeando un libro con una taza de café frente a ella. La luz del sol acariciaba suavemente su rostro, y cuando levantó la vista para verlo, le dedicó una sonrisa que hizo que su corazón se acelerara.
—Hola, Soo-Yeon —saludó él, tomando asiento frente a ella.
—Hola, Joon-Ho. ¿Cómo estás? —respondió ella, dejando el libro a un lado mientras lo miraba con atención.
Él le devolvió la sonrisa, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y determinación.
—Estoy bien, gracias. Pero en realidad hay algo importante de lo que quiero hablar contigo —dijo, su tono más serio de lo habitual.
Soo-Yeon inclinó ligeramente la cabeza, intrigada. Aunque su relación siempre había sido cordial, había algo en su mirada ese día que indicaba que estaba a punto de decir algo significativo.
—Claro, dime, ¿qué pasa? —le animó, manteniendo la calma mientras jugaba con la cuchara de su café.
Joon-Ho respiró hondo, buscando las palabras correctas. Durante días había ensayado mentalmente lo que quería decirle, pero ahora, frente a ella, todo se sentía más real, más intenso.
—Soo-Yeon... desde que te conocí, algo cambió en mí. Al principio, pensé que era solo admiración por tu trabajo, por la pasión con la que enseñas. Pero con el tiempo, me di cuenta de que es mucho más que eso. No solo te admiro como colega... sino como mujer. —Su voz era baja, casi temblorosa, pero su mirada permaneció fija en ella—. Me importas más de lo que puedo explicar, y no quería dejar que esto quedara sin decirse.
Soo-Yeon lo miró fijamente, sorprendida pero profundamente conmovida. Nunca había esperado que Joon-Ho, siempre tan profesional y reservado, confesara algo así. Durante semanas, había sentido una conexión entre ellos, algo sutil pero innegable. Ahora, al escuchar sus palabras, supo que no estaba sola en esos sentimientos.
—Joon-Ho... —murmuró, su voz suave mientras buscaba las palabras adecuadas—. No esperaba que dijeras algo así, pero no puedo negar que siento lo mismo. Desde nuestras primeras conversaciones, algo en ti captó mi atención. Y con el tiempo... me di cuenta de que no era solo amistad. —Una pequeña sonrisa apareció en sus labios mientras lo miraba con ternura—. Tú también me importas, más de lo que imaginaba.
El alivio y la felicidad se reflejaron en el rostro de Joon-Ho. Por un momento, el ruido de la cafetería pareció desvanecerse, dejando solo el sonido de sus corazones latiendo al unísono.
—Entonces, Soo-Yeon... —dijo Joon-Ho, tomando valor y sacando la cajita con un anillo de su bolsillo—, no quiero postergarlo más ¿te gustaría que intentemos algo más? Que este vínculo que tenemos sea algo real, algo... nuestro.
Soo-Yeon lo observó detenidamente, con su sonrisa ensanchándose mientras asentía.
—Sí, Joon-Ho, me encantaría— responde ella mientras deja que él le ponga el anillo en su dedo anular.
El rodea la mesa y ella se pone de pie, el la besa y ella luego lo abraza muy feliz.
En ese momento, todo cambió entre ellos. Ya no eran solo dos colegas compartiendo un café; ahora eran dos almas que habían encontrado algo especial. Mientras el sol se ponía fuera de la ventana, iluminaron un futuro que prometía ser tan profundo y significativo como las historias que ambos amaban enseñar.
La tarde transcurrió entre risas y confesiones que habían estado guardando durante semanas. Hablaron sobre lo que significaba dar este paso, los posibles desafíos y cómo enfrentarían las complicaciones de ser dos profesionales en universidades distintas. Pero, por encima de todo, compartieron su ilusión por lo que estaban construyendo.
Al terminar el café, Joon-Ho sugirió dar un paseo. La ciudad, bañada en los tonos dorados del atardecer, parecía el escenario perfecto para continuar aquella conversación que ambos habían esperado tanto tiempo. Caminaban lado a lado, sus manos rozándose de vez en cuando, hasta que finalmente él se atrevió a tomarla de la mano. Su carro estaba en perfectas condiciones, remodeló su casa, ayudó a su hermano a estudiar y poner una barbería. Todo era perfecto.
Soo-Yeon lo miró sorprendida al principio, pero luego su rostro se iluminó con una sonrisa cálida.
—¿Sabes? No pensé que tuvieras ese lado valiente, Joon-Ho —dijo con una ligera risa.
Él se detuvo un momento y la miró directamente a los ojos, el tono de su voz tornándose más serio.
—Quizá no soy valiente en muchas cosas, pero contigo... no quiero dejar pasar esta oportunidad. Eres diferente, Soo-Yeon. Contigo siento que puedo ser yo mismo.
Esas palabras resonaron en ella, desarmando por completo. Era extraño cómo alguien que hasta hace poco parecía solo un conocido se había convertido en alguien tan esencial.
—Y yo contigo —respondió, apretando suavemente su mano—. Es curioso cómo, a veces, las cosas más inesperadas se convierten en las más importantes.
Siguieron caminando, perdiéndose en los callejones empedrados del centro, hasta llegar a un pequeño parque. Había un banco bajo un árbol de cerezos, cuyas hojas comenzaban a caer con el viento otoñal. Joon-Ho la invitó a sentarse, y durante un momento solo se quedaron ahí, en silencio, observando cómo las hojas danzaban en el aire.
De repente, Joon-Ho rompió el silencio.
—Hay algo que siempre he admirado de ti, y nunca te lo dije —dijo, volviendo a mirarla—. La manera en que hablas de la literatura, de las historias, como si estuvieras viviendo cada una de ellas. Me inspiras, Soo-Yeon.
Ella rió suavemente, con un leve rubor en sus mejillas.
—Gracias, Joon-Ho. Pero tú también me inspiras. Tu dedicación, tu compromiso con tus estudiantes, y ahora, tu valentía al abrirte conmigo. No cualquiera se atreve a dar el paso que tú diste hoy.
Él sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella.
—Supongo que los libros nos enseñan algo, ¿no? A tomar riesgos cuando vale la pena.
En ese instante, sus miradas se cruzaron, y el mundo pareció detenerse. Sin pensarlo más, Joon-Ho se inclinó un poco más, y Soo-Yeon cerró los ojos. Sus labios se encontraron en un beso suave, lleno de la ternura y la emoción de ese paso hacia algo nuevo.
Cuando se separaron, sus rostros aún estaban cerca, y ambos sonrieron, como si acabaran de confirmar algo que sus corazones ya sabían.
—Creo que acabamos de escribir el primer capítulo de nuestra historia —susurró Joon-Ho, acariciando suavemente la mejilla de Soo-Yeon.
—Y estoy segura de que será un libro que quiero leer una y otra vez —respondió ella, apoyando su frente contra la de él.
El sol terminó de ponerse, cubriendo la ciudad con los colores cálidos del crepúsculo, mientras dos almas encontraban un refugio en el amor recién descubierto.