Alexandra nuestra protagonista tenía una vida tranquila al lado de su hermana y su mamá, pero el dia de la graduación de su hermana aparece después de tanto tiempo el ex novio de su ex mejor amiga, con una noticia inesperada, diciendole que su ex mejor amiga estaba desaparecida, esté le pide que le ayude a buscarla, pero lo que ella no sabe es que él guarda un secreto detrás.
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CAPÍTULO 12: HUÍDA
Salí librada de la fría señora Lina, gracias a Noah quien se inventó la escusa perfecta. Ahora estoy con él de nuevo, después de haberle huido por su extraña actitud. Al final, él se encargó de mostrarme la salida principal. Pero había un problema; no podía seguir adelanté con mi plan, ya que había hombres de traje, altos, robustos vigilando el lugar, estaban esparcidos de dos en cada esquina y en el centro.
Me llamo la atención una reja negra a lo lejos, parecía separar a casi tres kilómetros la puerta de la mansión, prácticamente esa reja es un impedimento para mí escapé. Solo sé que quiero ver a mamá y a Payton de nuevo.
—Gracias —dije, en un susurro.
—¿Qué dijiste? —preguntó.
—Dije que gracias —respondí, mi voz firme.
Noah sonrió, se acercó a mí y sentí el peso de su brazo sobre mis pequeños hombros.
—Relájate ¿quieres? —dijo, la sonrisa seguía en su rostro.
—Quiero caminar un rato —pronuncié, mientras me zafaba de Noah—. Tu brazo es insoportable.
—Tengo una pregunta —comentó, mientras empezábamos a caminar— ¿por qué querías encontrar la entrada principal?.
—Quería salir, pero no creo que los vigilantes me lo permitan —respondí.
—Tienes razón. Hasta la señora Lina está pendiente de ti —Noah me miró a los ojos y luego sonrió—. ¿Has intentado escapar antes?.
—Sí —respondí, con sinceridad—. Pero ahora es imposible —pronuncié, sin ánimos.
—¿Quieres que te ayude? —preguntó.
Me reí.
—Hablo en serio —dijo, su seño se frunció un poco.
—¿Y como lo harías? —dije, en un tono retador.
Noah miró al rededor.
—Mi auto está en el parqueadero —dijo—. La verdad soy de entera confianza nunca revisan mi maletero.
—¿Quieres que entré en tu maletero? —dije, un poco disgustada.
—No hay de otra —respondió—. Las ventanas de mi auto no son de color negro. Podrían verte ¿lo entiendes?.
Este tipo tiene razón, pero estará bien si confió en él. ¿Puedo confiar en él?. Apenas lo conocí no dejaba de coquetear conmigo y no quisiera estar a solas con él. Sé que intenta llevarme a su cama, no soy tonta.
—No confió en ti —pronuncié—. Apenas te conocí ayer.
—No me pasaré contigo si eso crees —dijo, levantó su mano en forma de juramento—. Lo prometo.
—¿No me estás engañando? — dudé.
—No —dijo, su expresión seria.
Seguí a Noah tranquilamente hasta el parqueadero, un parqueadero iluminado y sencillo. Noah, dijo que me quedará en un punto ciego de las cámaras porque no quería enfrentar consecuencias después. En unos minutos detuvo su auto en frente de mí; salió, abrió el maletero y me invito a entrar.
—¿Estás seguro? —pregunté dudosa.
—Sí —dijo, su voz suave acompañada de una risa.
Él parecía seguro. Por su expresión puedo deducir que estás cosas le divierten.
—¿Y si tienes problemas después? —pregunté, indecisa.
—No te retrates. Solo entra —dijo, con afán—. Te sacaré apenas hallamos salido.
Con todo y la duda que tenía entre en el maletero, Noah cerro el portón y me acurruque en el pequeño espacio, realmente estaba asustada. Escuché el sonido de la puerta delantera cerrarse y el sonido del motor del auto. Supe que arrancó cuando sentí un pequeño jalón.
Estaba nerviosa, tan nerviosa como para arrancar todas las uñas de los dedos de mis manos. Después de unos minutos se detuvo, en esas alcancé a escuchar voces; eran Noah y uno de los hombres, Noah se escuchaba muy tranquilo como si no pasara nada. Luego de un momento las voces cesaron y el sonido del motor del auto volvió a sonar. Arrancó de nuevo.
Me sentí un poco aliviada al darme cuenta de que si logramos salir.
El auto se detuvo.
Noah abrió el maletero.
—Puedes salir y sentarte adelante —dijo, una sonrisa se reflejaba en su rostro—. Lo logramos.
Salí del maletero y sentí que mis piernas se alcanzaron a entumir un poco.
—¿Estás bien? —preguntó, al mismo tiempo que cerro el portón—. ¿Tus piernas se entumecieron?.
—Sí, un poco —dije, mi voz temblorosa.
—Déjame ayudarte —se apresuró a cargarme en sus brazos—. Te llevaré al asiento. No te preocupes.
—Gracias —susurré tranquila y al mismo tiempo nerviosa.
Noah me cargo hasta el asiento delantero del copiloto, luego se apresuró al asiento del piloto. Después de encender el auto, me dedico una suave sonrisa y empezó a conducir a una velocidad considerable.
En el trayecto pude ver que estabamos muy lejos de mi ciudad. Le pregunté a Noah y dijo que estábamos a tres horas si íbamos a cierta velocidad, pero me negué diciendo que quería llegar bien, que mejor continuaramos a una velocidad suave. Me desespere un poco, pero supe que tenía que ser paciente, ya era suficiente su ayuda.
—¿Tienes hambre? —comentó—. Ninguno de los dos a almorzado. ¿Qué tal si nos detenemos por un momento? Te invitaré un buen almuerzo
Asentí para afirmar que estaba de acuerdo. Cuando salimos de la mansión eran las diez y media, y ya habían pasado un poco más de las once. Era la hora justa.
Nos detuvimos en un restaurante al aire libre; Noah pidió un plato sencillo y yo uno aun más sencillo.
—Cuéntame un poco sobre ti. Hemos estado hablando de lo mal que me he portado, pero ¿tú qué? ¿Nunca desobedeciste a tu madre? —preguntó Noah.
—Me arrepiento de haberla desobedecido —respondí—. Justo el día en que hice eso, me llevaron a la mansión.
—Pero ¿cómo fue que te atraparon? —preguntó, su mirada curiosa—. Pareces inteligente a simple vista, pero creo que no lo eres tanto.
—Fui engañada —grité, enojada.
La gente volvió su mirada a nosotros.
—Cálmate, no llames la atención —pronunció Noah, en un susurro para tranquilizarme
—Un idiota me engaño, me dijo que Rosa estaba desaparecida y me citó en la cancha de basket. Mi mamá me pidió que no lo viera, pero salí con la excusa de ir a la tienda para escaparme —dije, en un tono bajo—. Entonces al poco tiempo de haber llegado a él, recibí una llamada de Rosa diciendo que era una trampa y que huyera, pero cuándo lo intente unos hombres me atraparon, me encerraron en un auto y desperté en una habitación de manicomio en la mansión.
Noah me miraba, prestando atención a cada una de mis palabras.
—Entonces tú no sabías nada de tu padre el señor Gardner, por lo que me cuentas —opinó.
—No, no sabía —dije, mientras metía una cucharada de arroz a mi boca.
—Pero tienes su apellido, señorita Blaire Gardner —dijo, un tanto exagerado.
—Mi nombre es Alexandra Flynn, es el nombre que me dio mamá —dije, con una mirada seria.
—Ya se está haciendo tarde —dijo, para zafarse de mi mirada—. Vámonos antes de que se esconda el sol.
—Buscaré primero un baño —dije—. Ya regresó.
Me levanté y me dirigí al baño. Al terminar mis necesidades, me quede fija mirándome al espejo junto al lavamanos. Mi rostro estaba bien, pero me sentía cansada así que me lave la cara un poco y me seque con las toallas de papel.
Salí del baño al tiempo en que una chica de pelo castaño entro. Noté que le sonreía a alguien y dirigí mi mirada a esa persona, y para mi sorpresa, me encontré con la figura del chico de pelo cobrizo, Richard. No sé si me vio, pero cubri mi rostro enseguida y salí lo más rápido posible para buscar a Noah.
¿Dónde estaba Noah? Pues no lo encontré en la mesa dónde habíamos estado. Lo busqué y para otra sorpresa, estaba hablando con dos chicas de la manera más coqueta que haya visto. Este tipo es un completo descarado.
Me dirigí hasta el, lo tomé del brazo, y lo arrastre lejos de las dos chicas.
—Oye ¿puedes decirme que sucede? —dijo—. Casi cumplo mi objetivo.
—Tenemos que irnos —dije, apresurada— Richard, está aquí.
—¿Qué? —dijo, un tanto sorprendido.
—Entonces vámonos —dijo, pero la expresión en su cara no me gustó para nada.
De repente, Noah estaba mirando a alguien con una expresión de burla.
—¿Qué ves? —le grité.
—Creó que si corremos será más emocionante —dijo, entonces levanto su mano y saludo.
Miré a aquel lugar y una sensación de ingenuidad me invadió. ¿Cómo no había notado antes la tensión palpable entre Noah y Richard? La mirada de Richard era una daga afilada, dispuesta a clavarse en su objetivo, mientras que la de Noah se erigía como un escudo impenetrable, listo para defenderse contra el ataque silencioso. El aire parecía vibrar con la electricidad de su rivalidad, y yo, me encontraba en el centro del torbellino.
Continuará...
Por cierto, escribe muy bien.