Arlo pasó la vida feliz al lado de su esposa, la única mujer con la que estuvo y la única mujer a la que amó. Pero siempre tuvo el deseo secreto de estar con otras mujeres. Tras una complicación respiratoria, muere y reencarna a sus 17 años de edad, una año antes de ponerse de novio con Ema, su esposa. En esta segunda vuelta planea, antes de emparejarse, estar con tantas mujeres como pueda. Pero una simple modificación en la historia provoca que su unión no se concrete.
Arlo deberá mover cielo y tierra antes de que sea demasiado tarde y se vea obligado a pasar el resto de su (segunda) vida sin su alma gemela.
NovelToon tiene autorización de El Narrador Escarlata para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La verdad de Ema
Caía la noche sobre el valle. El lago dejaba de ser ese translúcido cuerpo de agua que dejaba ver las piedras del fondo, y pasaba a ser un charco negro que ni siquiera mostraba sobre él el reflejo de la luna, ausente en esa noche nublada. La oscuridad no era total, de la cabaña de Arlo y Ema salían luces cálidas, casi tanto como lo que se cocinaba en esa casa. Desde afuera, se veía por el ventanal de la cocina a Ema y Arlo cocinando. Él picaba un par de morrones, y ella revolvía el contenido de una gran olla. Al terminar con eso tapó la olla y se fue a besar a Arlo. Lo tomó por la cintura mientras él continuaba con su tarea. Estaban escuchando una radio de clásicos. Se movían levemente al compás de la música, hasta que comenzó a sonar "entre caníbales" de Cerati. Súbitamente el hombre dejó lo que estaba haciendo, giró sobre sí y tomó con fuerza a Ema de la cintura, clavándole una mirada pícara. Ella rió y lo besó en el cuello. Respondiendo al beso, Arlo acercó su boca a la oreja de su esposa para susurrarle algo.
_ ¿Te trae recuerdos esta canción?
_ Y muy buenos...
_ Cómo nos gustaba comernos escuchándola. Horas y horas de hacer el amor.
_ Unos animales. _ dijo Ema riendo _ Era cosa de que empezara a sonar y nos descontrolabamos.
_ Estamos hablando mucho en tiempo pasado, porque no aprovechamos que pusieron nuestra canción y...
Antes de terminar de hablar, Arlo empujó a Ema contra la mesada y le empezó a dar besos por todo el cuerpo.
_ Para, para que se nos va a pasar la salsa._ Dijo mientras escapaba ágilmente para ir a controlar el contenido de la olla.
_ No me hagas esto, quince días tuvimos a la familia dando vueltas por acá. Tenemos que aprovechar que nos quedamos solos.
_ Lo sé, y después más a la nochecita vamos a tener una reunión en el cuarto vos y yo. Pero no digas eso que nos re gusta que vengan los chicos.
_ Sí, por supuesto. Pero bueno, sabes que soy un tipo que necesita su intimidad.
_ Cuando vienen hay que aprovechar. Igual te vi muy pegado con Mati y Carlitos. ¿Se pusieron al día?
Al ver que Ema seguía muy empeñada con la comida, Arlo continuó cortando los morrones.
_ Claro que me pusieron al día. Más pavotes que nunca están esos dos. Piensan con la cabeza de abajo. No paraban de hablar de chicas!
_ Ay no digas eso. Carlitos puede ser que esté un poco rebelde, pero es por la edad. Y mati es un dulce! Me contaba Ana que le esta yendo re bien en la facu y están super contentos con la novia.
_ ¡Contento estará su amiguito! _ Exclamó Arlo mientras se agarraba el bulto de forma obsena.
_ Ay que ordinario. ¿Se puede saber que te dijeron para que andes diciendo que están así de alzados?
_ Y, lo mismo de siempre. En un momento nos pusimos a hablar de minas, Y cuando les dije que nunca había estado con alguien que no seas vos, ¡pusieron una cara de susto! Y me empezaron a contar de todas las pibas con las que estuvieron. Carlitos, según dice, coge más que actor porno.
_ Bah! Si ya te lo dije antes, es por la edad en la que está. A los dieciséis años es común andar diciendo que estas con todas. O vos nunca le dijiste a tus amigos alguna mentira de esas?
_ Nunca exageré tanto. Y por lo que escuché, algo del tema sabía el pibe.
_ Y si, algo va a saber, Están grandes ya. Era de esperarse.
_ Ya sé, si yo no tengo problema con eso, sabes que no soy para nada conservador. Pero...
_ ¿Pero?
_Que me molesta que un chico que vivió un cuarto de lo que yo me mire con lastima, y me quiera enseñar sobre sexo como si no supiera nada. ¡Sé mucho!
Ema, que hasta ese momento había estado pegada a la salsa revolviendo a cada rato, corrió a abrazar a Arlo.
_ Claro que sabes mucho, yo puedo dar fe. _
Y le guiño un ojo mientras se agarraba los pechos. Pero Arlo no reaccionó.
Ante la falta de complicidad con la broma, Ema adoptó un tono más serio, pero dulce. Aunque nunca se lo hubiese dicho directamente, sabía que para su esposo era un tema sensible.
_ Yo se que quizás no es fácil quedar como un inexperto ante los ojos de otros hombres. Pero somos afortunados, ¿no? Pensá que estuvimos codo a codo juntos, acompañándonos durante toda nuestra vida. No muchos hombres tienen eso, ¿verdad?
Arlo soltó un bufido en clave de risa. Y asintió. Se había dado cuenta lo estupido de su enfado. Ante él estaba una hermosa y valiosa mujer que había elegido acompañarlo de por vida, Debía sentirse afortunado.
_ Ay morocha mía, qué sería de mí sin vos? Es verdad, fuimos compañeros siempre. Vivimos todo juntos: nuestro primer noviazgo, nuestro primer viaje con pareja, nuestra primera mudanza, nuestra primera vez. ¿Qué más podría pedir? _
Aunque sus palabras y sonrisa eran sinceras, Ema ahora lo miraba inquieta y se mordía los labios. Arlo la conocía como la palma de su mano y sabía que se estaba guardando algo. |43a
_ ¿Qué te pasa mi amor?
_ Estee, yo siento que hay algo que tengo que contarte. Nunca lo consideré realmente importante, pero a esta altura, capaz ya es mejor que lo sepas, no va a cambiar mucho.
_ ¿Qué pasa? Te noto nerviosa.
_ Yo no te quiero ocultar nada.
_ ¿Me ocultaste algo?
_ No, no es tan así. Simplemente eso, nunca consideré relevante decírtelo...
_ Y bueno, ahora decime, dale. Que si hay algo que nos sobra es confianza.
_ Si es cierto. A ver, esto te lo digo para que no haya secretos entre nosotros, pero no le des demasiada importancia. _
Ema hizo una pausa para ver si su marido quería acotar algo más, pero este permaneció callado, y ya se lo veía un poco nervioso. _
Bueno, la cuestión es que si, fuiste mi primer novio, y prácticamente hasta la primera persona con la que salí en serio. Pero no debuté con vos.
¿En qué no debutaste conmigo?_ La inocencia que desprendía de su voz y su mirada al hacer esa pregunta pusieron vidriosos los ojos de Ema.
_ Me refiero... me refiero a que no fuiste... Mi primera vez. Estuve con alguien antes que vos. Tuve sexo con alguien antes _ concluyó, a fin de ser lo más precisa posible y ya sin guardarse nada.
Del otro lado, al principio no hubo respuesta. El peso de las palabras de Ema era mucho más del que aparentaba. En el interior de Arlo, hubo un derrumbe. Cómo cuando un niño, tras horas y horas de trabajo, observa orgulloso un castillo de arena que repentinamente es tumbado por una ola de mar. Así se sentía. Lo que él había construido junto a Ema, la relación de años y años, la imagen que tenía de su esposa, había colapsado en un segundo. En su cabeza iban apareciendo poco a poco preguntas de las cuales exigiría una respuesta a Ema en cuanto pudiera hablar.
Eventualmente pudo. Recuperó el habla, pero no significó necesariamente algo bueno.
_ ¿Me estás jodiendo no? Decime por favor que es un chiste.
Ema amagó a hablar, pero su boca temblaba mucho y daba la impresión de que si decía una palabra rompería en llanto. Por otra parte, Arlo estaba colérico y tenía muchas cosas que decir.
_ Ema, no me podés estar hablando en serio. Justo ahora me venís a contar. Hace casi setenta años que estamos juntos ¡¿Por qué no me lo dijiste antes? ¡¿Por qué me destrozas de esta forma ahora?!
_ Te dije que no le dieras tanta importancia.
Fue lo único que atino a decir Ema en modo de defensa.
_ Pero cómo no le voy a dar importancia? ¡Una vida entera me mentiste! Muchas veces hablamos de este tema y nunca me contaste. ¡Me viste la cara!
La pobre mujer estaba destrozada, pero por sobre todas las cosas, asustada. Nunca había visto a Arlo ponerse así con ella. Nunca le había gritado, nunca había sido tan brusco.
¿Cuándo fue? ¿Con quién?
No es important
Ah sí que es importante! Ahora decime todo, dale!
Fue con Iñaki, mi compañero. En la fiesta de inicio de curso. Pero fue una sola vez, nada más. Y como más o menos se llevaban bien, preferí no decirte.
Iñaki? Que hijo de puta... Él sabía que me gustabas. Esa noche, una de las chicas del Santa María me dijo de ir a su casa, y yo la rechacé. Cuando Iñaki me preguntó por qué, le dije que no quería que vos te enterases que yo había estado con otra chica. No quería que sufras.
No lo sabía...
Ya no importa. Porque claramente a vos no te importó. No pensaste en mí cuando te cogías a Iñaki.
_ Amor por favor no me digas eso, me estás haciendo mal.
_ ¿Yo te estoy haciendo mal?! ¡Acá la víctima y el engañado soy yo! _ Hasta ese momento, si bien Arlo había sido agresivo e hiriente, mantenía en su discurso la sinceridad. Pero de un momento a otro, y sin pensar en la consecuencias, comenzó a mentir, buscando que Ema sintiera el mismo dolor que el que crecía a cada segundo dentro suyo.
_ ¿Sabes la cantidad de veces que tuve la oportunidad de cagarte? ¿Sabes la cantidad de minas que se me tiraron durante el secundario y la universidad? ¿Sabes la cantidad de amigas, mías y tuyas, que quisieron intentar algo conmigo? Pero yo rechacé a todas y cada una. Toda mi vida me reprimí, desperdicie oportunidades con mujeres hermosas, todo por una mentirosa como vos!
Solo después de terminar con su descargo, entendió lo que había hecho. Solo cuando vio a Ema intentando no desplomarse y con los ojos rojos por el llanto, fue que tomó conciencia de la monstruosidad que había dicho.
Con una profunda tristeza que le había chupado todo rastro expresivo, Ema sentenció esa trágica pelea.
_ Perdoname por haber sido un obstáculo todos estos años. Perdoname por haberte quitado la vida.
Arlo sabía que tenía que pedirle perdón. Porque sabía que muchas de las cosas que había dicho no eran propias de él. Odiaba ver a Ema en ese estado. Pero por otro lado, se sentía traicionado, pisoteado, boludeado. Para evitar seguir haciendo daño, salió de la cocina y empezó a caminar hacia el cuarto. Mientras caminaba, tuvo un ataque de ira y comenzó a respirar bruscamente. De repente, una puntada atacó su vaso izquierdo, y sintió que no podía respirar.
_ Otra vez esto, la puta madre. _
Como si de algo cotidiano se tratara, Arlo tomó con normalidad el hecho de no poder respirar, y siguió caminando hacia el cuarto. En efecto, esos bloqueos respiratorios solían ocurrirle a Arlo cada vez que hacía demasiado esfuerzo físico. Era un problema crónico que lo acompañaba desde su juventud luego de un incidente sufrido a sus dieciocho años.
Sin embargo, esa noche, el episodio fue más intenso, y duró un poco más. Pero Arlo estaba tan ensimismado que no lo notó. Antes de llegar al cuarto, pasó por su estudio, en donde estaba la foto que les había enseñado a sus nietos.
_ Haría tantas cosas de manera diferente..._ Pensó mientras ponía los ojos en su versión más joven. Pero notando que aún no podía respirar bien, soltó nuevamente un insulto y retomó la marcha. Se acostó en la cama e intentó ignorar todo lo que le pasaba por la cabeza para poder dormir. También ignoró su molestia respiratoria. A pesar de que esa vez la notaba un poco diferente.
Lo único que hizo fue esforzarse por dormir con la ilusión de arreglar las cosas al día siguiente. Un día siguiente que, para él, nunca llegaría.