La Gavia una emblemática hacienda llena de historia cerca de la capital del país, la cual solo puede ser heredada por un Sámano. A veces pensamos que es solo casualidad que sucedan los mismos infortunios para el heredero, terminando solo y consagrado a favor de mantenerla en pie. Es la segunda parte de La gavia, aquí conoceremos el destino de Matías Sámano. Sobre todo las decisiones y el cambio de Cecilia. También la traición y el engaño de parte del esposo de Cecilia, creando una enemistad con otra familia importante de la comunidad. En la guerra y el amor todo es posible, es ahí donde nace el amor entre Matías y Paulina. Sin saber el porqué de la rivalidad entre sus familias. Poco a poco quedará al descubierto la causa del conflicto entre ellos.
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Descubiertos
Capítulo 3
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Alejandro estaba en su hacienda, también tenía un contrato con la empacadora de su esposa. Cecilia aún no regresaba de la capital, aún Alejandro recordaba la plática con Heriberto. Aunque quería alejar a Romina, también era inevitable resistirse a ella. Heriberto saldría de viaje a Toluca para comprar material para la huerta, así que llegaría a otro día.
En cuanto se marchó, Romina se puso su mejor vestido para pasar el día con Alejandro. Natalia entró a su habitación para preguntarle qué quería para la comida.
—Romina.—hizo una pausa al verla tan arreglada.—¿a dónde vas?—preguntaba su hermana
—A dónde no te importa.—respondió
—Entonces es verdad, tienes un amante. Cómo te atreves a engañar a tu esposo.—le reclamaba
—No puedes juzgarme, me equivoqué al casarme con un mediocre.—respondía
—No hables así de tu esposo, Heriberto es un buen hombre que se esfuerza en darte todo.—decía Natalia indignada
—Tu siempre defendiéndolo, y no me extraña siempre estuviste enamorada de él. Pero yo me merezco algo mejor, un hombre que me hace feliz en todo aspecto, Alejandro Barbosa me ha hecho sentir una verdadera mujer.—se confesó
—Que dices el esposo de Cecilia Sámano, como te atreviste, si se entera terminará su contrato con tu esposo y no será fácil recuperar lo que ya ha invertido. Eres una tonta crees que él abandonaría a su familia por ti, es el esposo de la dueña de la gavia. Su esposa es millonaria, y tu sinceramente no tienes en qué caerte muerta. Así que no saldrás de aquí no permitiré que sigas enlodando a Heriberto, además no vuelvas a decir que estoy enamorada de él. Lo que siento por él es admiración, sé reconocer un buen hombre.—decía Natalia
—Quítate.—le dijo Romina empujándola para poder salir
—Romina! Vuelve.—gritaba Natalia mientras ella se iba a reunir con su amante.
Más tarde llegó hasta la hacienda, Alejandro ya la esperaba con ansias. sin esperar más Alejandro la besaba con mucha pasión, de pronto se detuvo, Romina se levantó de sus piernas para estar frente a él, ella dejó su cuerpo totalmente desnudo para que pudiera admirarla, él se levantó y quitó su camisa también su pantalón. Ambos estaban desnudos, sus cuerpos estaban realmente excitados.
Alejandro se acercó para besarla, sus besos le robaban el aliento, la acercaba a su cuerpo para sentirla, después la acostó en la cama. Mientras que la piel de Romina vibraba y los gemidos no se detenían, sentía la ansiedad en ella por unirse a él
Se poso entre sus piernas, mientras la besaba en la boca, poco a poco se introdujo dentro de ella, sintió el suspiro que ella había dejado escapar. Comenzó a embestirla lentamente, sentía como el cuerpo de Romina se contraía, era excitante. Alejandro entrelazó sus manos con las de ella, mientras estaban unidos. Ella no dejaba de gemir de placer, Alejandro la hacía suya con cada embestida. No se detuvo hasta que juntos llegaron al clímax. Mientras se oscurecía y estaba en sus brazos Romina rompió el silencio.
—Te amo, dejaría todo por ti.—expresaba ella
—También lo he pensado, si te hubiera conocido antes me hubiera casado contigo. Pero no dejaré nunca a Cecilia es la madre de mis hijos y mi esposa. Esto es lo único que puedo ofrecerte.—
—Pero yo quiero vivir contigo, amanecer entre tus brazos, sobre todo que me hagas el amor día y noche.—decía ella mientras lo besaba para provocarlo de nuevo a que la hiciera suya
Mientras en casa de Romina y sin esperarlo Heriberto regresó de su viaje, Natalia estaba muy nerviosa, no pudo fingir su cara de espanto al verlo llegar.
—¿Qué te pasa Natalia?—
—Nada, es que no podía dormir. Pensé que volverías mañana.—respondió
—Si ese era el plan pero todo lo conseguí rápido, pero ¿qué haces despierta?—
—Paulina se acaba de dormir, y bajé por una taza de té.—respondió
—Romina ya se durmió supongo.—expresó, sin embargo Natalia se veía aún más preocupada con lo que le acababa de decirle.—Natalia responde.—insistía
—No está, salió y no ha regresado.—
—Está con su amante verdad, eres una alcahueta. ¿Dime quién es su amante? Dime!—gritaba
—No yo no sé nada.—respondió llorando, Heriberto la sujetó de los brazos para sacarle la verdad
—Habla Natalia, no me hagas perder mi confianza en ti. Dime!—insistía mientras la sujetaba de ambos brazos
—Su amante es Alejandro Barbosa, quise evitar que saliera. No pude detenerla.—la soltó Heriberto y fue por su escopeta
—No que vas hacer, Heriberto espera que ella regrese. No arruines tu vida.—trató de detenerlo
—Mataré a ese perro, y a la prostituta de tu hermana.—dijo y empujó a Natalia
Natalia trató de detenerlo, pero fue en vano. Alejandro llevaba a Romina a su casa en su caballo. Mientras él caminaba jalándolo. Ella iba montándolo, eso le encantaba a Romina que la trataba como una dama. En eso fueron interceptados por Heriberto.
—Eres un cobarde, porque no me dijiste que eras el amante de mi mujer. Y ni lo nieguen, tú Alejandro te vas a morir, teniendo una mujer como Cecilia la vas a perder por esta ramera.—lo confrontaba Heriberto
Romina se bajó del caballo para evitar que Heriberto asesinara a Alejandro.
—No le hagas nada, yo fui quien lo seduje. Si quieres mátame a mi, con él he sido la mujer más feliz. No me importa si acabas conmigo, lo amo.—intentó que bajara su arma, pero él la empujó
—Te dije que vendieras y te fueras con tu mujer lejos, es una mujer divina. Pero se lo dije nunca voy a dejar a Cecilia o a mis hijos.—respondió
Heriberto estaba a punto de dispararle cuando Romina se lanzó sobre él para detenerlo. En eso se le salió un disparo hiriendo a Alejandro en la pierna. Después se intentó acercar para acabar de una vez con su vida, Romina lo golpeó con un palo en la nuca para defender a Alejandro, tomó la escopeta y le disparó al padre de su hija.
—¿Qué hiciste?—preguntaba Alejandro sorprendido
—Tenía que salvarte la vida, no puedo vivir sin ti.—respondió Romina después arrastró el cuerpo de Heriberto hasta su camioneta
Después ayudó a que la herida de su amado no siguiera perdiendo sangre, cargó a Alejandro para que subiera al caballo y acercarlo a la gavia llevando la escopeta con ella. Antes de llegar a la entrada principal, dejó que se fuera solo para que los vigilantes de la entrada no la vieran llegar con el.
Romina después regresaba a su casa, estaba bañada de sangre de su esposo y de Alejandro. Busco un lugar para sepultar la escopeta, para que no fuera acusada de nada. Después siguió su andar a su casa, al verla entrar Natalia se sorprendió cuando la vio llena de sangre.
—Romina ¿que es lo que sucedió? ¿Donde está Heriberto?—
—No sé, intento matar a Alejandro y yo lo defendí.—
—¿Qué le hiciste? Te has vuelto loca Heriberto era tu marido.—en eso llamaron a la puerta, era uno de los empleados de Ojo de Agua
—Si dígame.—respondió Natalia
—Lo siento, es que andaba haciendo rondín cuando vi al señor Heriberto en su camioneta, pensé que estaba tomado. Lo lamento mucho al parecer alguien le disparó. Llame a la policía para que se llevaran su cuerpo.—
—No, no por favor.—comenzó a llorar Natalia, el trabajador se retiró. Romina salió de la habitación
—¿Ya se fue?—
—¿Qué le hicieron tu maldito amante y tu?—pregunto Natalia mientras sentía mucho coraje
—Heriberto iba a matar a Alejandro, lo hirió en la pierna y si no hubiera hecho nada hubiera acabado con su vida.—respondía Romina preocupada por Alejandro
—No hables de ese animal frente a mí, era tu marido el padre de tu hija y él te adoraba. Pero no seré tu cómplice iré a denunciarte a ti y a tu amante de su muerte.—le advertía
—Eres mi hermana, piensa en Paulina se va a quedar sola.—
—Eso lo hubieras pesado antes, de convertirte en una prostituta y asesina.—
Salió Natalia directo a la comisaría, mientras tanto en la gavia Cecilia había llegado antes, cuando entraron con Alejandro herido, se angustió demasiado. El médico que vivía en la gavia lo atendió, extrayendo la bala y cerrando la herida. Pero aún así pidió que lo llevaran al hospital porque necesitaba una transfusión de sangre.
—Cecilia, me alegra que estés aquí.—expresó Alejandro
—Mi amor como sucedió esto, el doctor dice que vas a estar bien. Tenía tanto miedo de perderte.—decía Cecilia mientras no dejaba de llorar.
—Perdóname Cecilia, te amo mucho.—
—También yo, eso no lo dudes.—respondía
Natalia reconoció el cuerpo de su cuñado, Álvaro se encargaba del trámite. La policía pensaba que había sufrido un asalto, era una tragedia, lo ocurrido recorría todo el pueblo. Mientras que a Romina solo le importaba saber cómo estaba su amado Alejandro.