Una historia sobre un adolescente Riko que se enamora de una ramera
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**Capítulo 12: Dudas de Fabiola**
**Capítulo 12: Dudas de Fabiola**
La vida había tomado un giro emocionante para Fabiola. Con cada día que pasaba, su carrera en el diseño de moda parecía ganar impulso, y su relación con Fernando se había fortalecido. Sin embargo, a pesar de las sonrisas y el éxito, había una sombra de duda que comenzaba a cernirse sobre ella. En las noches silenciosas, cuando se retiraba a su estudio para trabajar, las inseguridades emergían como fantasmas que no la dejaban en paz.
Una tarde, mientras revisaba las telas para su próxima colección, Fabiola se sintió abrumada. Había estado recibiendo elogios por su trabajo, pero en el fondo, una pequeña voz en su mente la cuestionaba constantemente. "¿Realmente eres buena en esto? ¿Qué pasa si solo fue suerte?", se preguntaba. Las dudas comenzaron a carcomer su confianza, y aunque intentaba ignorarlas, se sentía más vulnerable que nunca.
Decidió dar un paseo por el parque para despejar su mente. La brisa fresca y la luz del sol eran reconfortantes, pero incluso en ese entorno tranquilo, las preocupaciones se aferraban a su corazón. Mientras caminaba, recordó la última conversación con Fernando, en la que él había expresado su orgullo por sus logros. Pero, ¿y si no era suficiente? ¿Y si no podía mantener ese nivel de éxito?
Al regresar a casa, Fabiola se sintió exhausta. A pesar de sus esfuerzos por ser positiva, la inseguridad se había apoderado de ella. Se sentó en el sofá, rodeada de bocetos y muestras de tela, y sintió que las lágrimas comenzaban a brotar. "¿Por qué estoy sintiendo esto?", se preguntó, frustrada. "He trabajado tanto para llegar hasta aquí".
Fernando llegó a casa poco después, y al verla así, su rostro se llenó de preocupación. "Fabiola, ¿qué sucede? Te noto inquieta", dijo, apoyándose en el marco de la puerta.
Fabiola trató de sonreír, pero no pudo ocultar la tristeza en sus ojos. "Es solo que… me siento abrumada. A veces dudo de mí misma y de mi trabajo", confesó, sintiendo que su vulnerabilidad se hacía evidente.
Fernando se acercó y se sentó a su lado. "Es normal tener dudas, especialmente cuando estás creciendo y enfrentando nuevos desafíos. Pero tienes que recordar lo lejos que has llegado. Tu talento es innegable".
"Lo sé, pero a veces siento que no soy lo suficientemente buena", respondió ella, sintiendo que la angustia la invadía. "Las críticas a veces me afectan más de lo que debería".
Fernando tomó su mano con ternura. "¿Sabes qué? Todos enfrentamos críticas, incluso los más grandes diseñadores. Lo importante es cómo respondes a ellas. Si dejas que las dudas te controlen, perderás de vista lo que realmente importa: tu pasión y tu visión".
Fabiola asintió, pero las palabras de Fernando no lograron disipar completamente sus inquietudes. "Es más fácil decirlo que hacerlo. A veces me pregunto si estoy haciendo lo correcto. Si estoy destinada a esto".
La expresión de Fernando se tornó seria. "Fabiola, nunca dudes de tu destino. Has encontrado algo que amas y que te apasiona. Eso es lo que cuenta. No permitas que los miedos te frenen".
A pesar del apoyo de Fernando, Fabiola se sintió atrapada en un ciclo de dudas. Durante los días siguientes, las inseguridades continuaron asediándola. Se pasaba horas revisando sus diseños, preguntándose si realmente estaban a la altura. La presión de mantenerse relevante en la industria de la moda parecía insuperable.
Un día, mientras asistía a un evento de moda local, se encontró con un grupo de diseñadores emergentes. Todos parecían tan seguros de sí mismos, hablando con entusiasmo sobre sus trabajos y proyectos. Fabiola, por otro lado, se sentía como una impostora, como si no perteneciera a ese grupo. La comparación la abrumó, y en un momento de debilidad, se retiró al baño, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar.
Al mirarse en el espejo, Fabiola se dio cuenta de que la persona que veía reflejada no era la misma que había sido hace meses. Había crecido y cambiado, pero las dudas seguían atormentándola. "¿Por qué no puedo disfrutar de esto?", se preguntó, sintiendo que la presión la asfixiaba.
Decidida a no dejar que las inseguridades la controlaran, Fabiola decidió hablar con Fernando sobre sus sentimientos. Sabía que su apoyo era fundamental, y era hora de abrirse por completo. Esa noche, cuando regresó a casa, se encontró con él en la cocina.
"Fernando, necesito hablar contigo", dijo, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
"Por supuesto, ¿qué sucede?", respondió él, mirándola con atención.
"Me siento perdida. A veces dudo de mi talento y de si realmente estoy en el camino correcto. No quiero que esto afecte nuestra relación, pero siento que las inseguridades me están consumiendo", confesó Fabiola, sintiendo que la vulnerabilidad la envolvía.
Fernando se acercó y la abrazó con fuerza. "Fabiola, es normal tener dudas, especialmente en un campo tan competitivo. Pero tienes que recordar que has trabajado duro para llegar aquí. No dejes que el miedo te haga dudar de ti misma. Eres una diseñadora talentosa, y lo que importa es que sigas creando desde tu corazón".
Las palabras de Fernando la reconfortaron, pero también la hicieron reflexionar. "A veces me siento como una impostora. Como si no mereciera estar aquí", admitió, sintiendo que la angustia comenzaba a disiparse.
"No estás sola en esto. Todos enfrentamos momentos de inseguridad, incluso los más exitosos. Lo importante es que sigas adelante y te aferres a tu pasión. Eso es lo que te define como artista", dijo Fernando, acariciando su cabello con ternura.
Fabiola sintió que su corazón se llenaba de gratitud hacia él. "Gracias por tu apoyo. Realmente lo aprecio. No sé qué haría sin ti".
Con el paso de los días, Fabiola continuó trabajando en su colección, pero las dudas seguían acechando. A pesar de los elogios que recibía, a menudo se encontraba cuestionando la validez de su trabajo. Cuando veía a otros diseñadores, la inseguridad se apoderaba de ella, y la comparación se convertía en su mayor enemigo.
Una tarde, mientras estaba en su estudio, recibió un mensaje de un colega que le ofrecía la oportunidad de colaborar en un proyecto. La idea de trabajar con alguien más la emocionó, pero al mismo tiempo, la llenó de ansiedad. "¿Y si no puedo cumplir con sus expectativas?", pensó.
Decidió hablar con Fernando sobre la oferta. "Me han propuesto colaborar en un proyecto, pero tengo miedo de no estar a la altura", confesó, sintiendo que la incertidumbre la invadía.
Fernando la miró con seriedad. "Es una gran oportunidad, Fabiola. ¿Por qué no le das una oportunidad? No tienes nada que perder. Si te sientes insegura, trabaja en ello. Pero no dejes que el miedo te detenga".
"Pero si no funciono, sería un desastre", respondió Fabiola, sintiéndose atrapada entre el deseo de avanzar y el miedo al fracaso.
"Fabiola, el fracaso es parte del proceso. Lo importante es que aprendas de él. No dejes que las dudas te roben la oportunidad de crecer", dijo Fernando, su voz llena de confianza.
Las palabras de Fernando resonaron en su mente, pero la lucha interna continuaba. Finalmente, decidió aceptar la oferta de colaboración, sintiendo que era un paso necesario para enfrentar sus inseguridades. Sin embargo, la ansiedad no desapareció. Cada día, se despertaba con la sensación de que debía demostrar su valía.
A medida que avanzaba el proyecto, Fabiola se enfrentó a momentos de incertidumbre. Trabajar junto a otros diseñadores la hizo sentir tanto emoción como presión. Había días en los que se sentía inspirada y creativa, pero había otros en los que las dudas la asediaban. "¿Estoy aportando algo valioso? ¿Realmente pertenezco aquí?", se preguntaba.
Durante una sesión de trabajo, un comentario de uno de los diseñadores la hizo tambalear. "Tal vez deberías considerar un enfoque diferente. No estoy seguro de que eso funcione", dijo, y Fabiola sintió que su corazón se hundía. La crítica resonó en su mente, y durante días no pudo dejar de pensar en ello.
Esa noche, se sentó en el sofá junto a Fernando, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar. "No sé si puedo hacerlo, Fernando. Cada vez que intento avanzar, siento que retrocedo", admitió, sintiendo la frustración brotar.
Fernando la miró con preocupación. "Fabiola, la crítica es parte del proceso. No todos entenderán tu visión, y eso está bien. Lo importante es que te mantengas fiel a ti misma y a tu estilo. No permitas que las opiniones de los demás te desanimen".
"Pero es difícil", respondió Fabiola, sintiendo que la carga de las expectativas era abrumadora. "Quiero que mi trabajo sea reconocido, pero a veces siento que no estoy a la altura".
"Recuerda por qué comenzaste este viaje. No se trata solo de reconocimiento, se trata de crear algo que resuene contigo. Si te mantienes auténtica, eventualmente serás reconocida por ello", dijo Fernando, su voz llena de cariño.
Las palabras de Fernando la llenaron de esperanza, pero la lucha interna continuaba. A medida que avanzaba en el proyecto, las dudas seguían asediándola. A menudo se encontraba revisando sus diseños, preguntándose si eran lo suficientemente buenos. La comparación con sus compañeros la dejaba sintiéndose menospreciada, como si no fuera digna de estar en la misma sala.
Un día, después de una larga jornada de trabajo, Fabiola tomó una decisión. Se sentó en su estudio y comenzó a escribir un diario. Quería plasmar sus pensamientos y sentimientos, desde sus inseguridades hasta sus logros. La escritura se convirtió en una forma de liberar la presión que había estado acumulando, y poco a poco, comenzó a ver las cosas desde una nueva perspectiva.
Al escribir, se dio cuenta de que las dudas eran solo una parte del proceso creativo. Había momentos en los que la inseguridad la invadía, pero también había momentos de claridad y confianza. "No puedo permitir que el miedo defina mi camino", se dijo a sí misma, sintiendo que la determinación comenzaba a surgir.
Con el tiempo, Fabiola comenzó a ver cambios en su actitud. Aunque las dudas no desaparecieron por completo, aprendió a manejarlas de una manera más saludable. Se centró en su pasión por el diseño y en lo que lo hacía único. En lugar de dejar que las críticas la afectaran, decidió utilizarlas como una oportunidad para crecer.
Cuando llegó el día de la presentación del proyecto colaborativo, Fabiola se sintió nerviosa pero emocionada. Había trabajado arduamente y había aprendido tanto de la experiencia. Al subir al escenario, miró a la audiencia y se recordó a sí misma que estaba allí para compartir su visión, no para complacer a los demás.
Al terminar la presentación, recibió una ovación y comentarios positivos. Fabiola sintió que una oleada de alivio y orgullo la envolvía. Había enfrentado sus dudas y había salido victoriosa. En ese momento, supo que el camino sería desafiante, pero estaba dispuesta a seguir adelante, con Fernando a su lado.
Esa noche, cuando regresó a casa, Fabiola se sintió más fuerte que nunca. Había aprendido que las dudas eran una parte natural del proceso creativo, y que lo más importante era mantenerse fiel a sí misma. Con el apoyo de Fernando y su propia determinación, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.