Claret es una chica con deudas hasta el cuello que intenta superarse, no descansará hasta encontrar un trabajo y dejar su vida de penurias atrás, en su camino se topará con Cillian un hombre millonario que oculta su vida de mafioso detrás de su apariencia de CEO. ¿Qué sucederá cuando sus mundos se entremezclen? Descúbrelo ya. (+18)
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Capítulo 12
...CLARET:...
Otro día en el palacio solitario, me levanté cuando el sol me dió al rostro, fui al baño a cepillarme los dientes y a limpiar mi rostro con agua.
Me cambié la pijama por unos jeans rasgados y una camiseta.
La puerta se abrió cuando estaba peinando mi cabello.
Una mujer de madura de cabellos negros y con uniforme gris entró.
— Oh, señorita ¿Cómo está?
— ¿Quién es usted?
— Soy la señora del servicio, Miriam, un gusto conocerla.
— Yo soy Claret — Le tendí la mano y ella la tomó — Encantada.
— Un gusto conocer a la prometida del señor, estoy para lo que necesite.
Sonreí con timidez.
Me incomodé cuando Dante y otros dos hombres entraron al armario con cajas y bolsas.
— ¿Dónde dejamos esto? — Preguntó Dante, con varias pilas de cajas blancas.
— Junten eso allí, yo me encargo de organizarlo — Dijo Miriam, señalando en el suelo, los hombres las colocaron allí — ¿Son todas las cajas?
— No, faltan otras más.
Salieron y alcé mis cejas.
— Yo iré organizando — Dijo, abriendo las cajas, era la ropa que compró Cillian, pero al parecer se multiplicó, no recordaba que fuese tanta, si era mucho, pero no para tener que dar varios viajes.
— Me gustaría ayudarla...
— Nada de ayudar, tiene un compromiso — Gruñó una voz desde la entrada del armario.
Era Cillian, con un traje gris, camisa blanca de botones, sin corbata y con el cabello despeinado.
— Buenos días — Dije, un poco tensa.
Anoche fue incómodo, esas preguntas personales y esa forma de observarme, de una manera que no podía comprender pero que me hizo acelerar el corazón.
No lo había visto en camiseta, era aún más atractivo mostrando los brazos musculosos y esos monos caían en sus estrechas caderas aumentando su sensualidad.
Definitivamente, cuando crearon a ese hombre no le negaron nada.
Pero, lo que realmente me incomodaba eran esas preguntas sobre si tenía novio o si tuve experiencias con algún hombre.
No creo que necesitara de esa información para mi papel de prometida.
— Venga conmigo, ya llegaron.
— ¿El estilista y la modelo?
— Así es — Dijo, girando su cuerpo y lo seguí hacia la sala, un poco nerviosa.
— ¿Por qué llegaron tan temprano?
— Esto tomará todo el día.
¿Me pregunto qué quiso decir con eso?
Ni siquiera me observó demasiado, era tan serio, no lo había visto sonreír ni la primera vez y tenía un dientes perfectos y alineados, así que sus dientes no eran la razón.
— Dijo que sería fácil.
— Yo lo pienso, pero los estilistas tienen otra opinión.
— No quiero que se burlen de mí — Me detuve en medio del pasillo y observó por encima de su hombro.
— Puede que la critiquen de una manera profesional, pero no habrá burlas, no si quieren su pago.
— Necesitaré un café — Suspiré.
— Tranquila, mandaré a Dante a que lo compre un café bien cargado y unos beignets.
— Si, me encantarían unos beignets.
— Si necesita otra cosa, avise a Dante.
— ¿No se quedará?
— Tengo negocios que no puedo descuidar, pero estaré aquí para la tarde.
Llegamos a la sala, un hombre con un montón de maletas estaba cerca del ascensor, usaba una camisa con diseño de cebra y un pantalón ajustado, tenía el cabello rápido.
A su lado estaba una mujer muy delgada, con una ropa elegante y bastante maquillada, su piel era oscura, era muy hermosa y esbelta.
— Ella es la Señorita Claret Dubois — Me presentó Cillian, sin dejar la seriedad.
— Es un placer, Claret, yo soy Claris Dupont — Dijo la mujer, sonriendo — Estreché su mano.
— Encantada.
— Yo soy Raúl Petit — Dijo el hombre, con una voz femenina — Estoy a tu servicio.
— Gracias.
— Espero que todo salga bien, traten a Claret muy bien, estaré aquí para la tarde — Dijo Cillian sacando sus gafas oscuras.
— No te preocupes Cillian, trataremos a ésta princesa como es adecuado, quedarás impactado con su cambio cuando vuelvas, mi precioso — Dijo Raúl, sonriendo hacia él y dándole una descarada mirada.
— Hasta luego — Cortó él colocándose las gafas y abriendo el ascensor.
Se marchó sin despedirse de mí.
Observé a los desconocidos.
— Bueno, Claret, no tienes porque estar nerviosa — Dijo Claris, con una sonrisa — Enseñarte a caminar con tacones será sencillo.
— Eso espero — Susurré.
— Primero el cambio de look, luego las lecciones — Comentó Raúl, se acercó mucho y me evaluó de pies a cabeza — Eres muy bonita, tu rostro es fino, como de modelo — Rodeó mi mandíbula con sus manos, detallando cada parte de mi cara, me sentí incómoda — Solo un poco de arreglo en las cejas y el maquillaje, te verás como toda una reina — Alejó sus manos para tocar mi cabello y tomar los mechones — Está un poco quemado en las puntas, algo que se arregla con un corte de cabello, el color combina con tus ojos, así que lo dejaremos en ese tono castaño ¿Qué opinas?
— Bueno... Me parece bien — Dije, con timidez.
— Aunque me gustarían ondas, como un cabello más rebelde.
— Lucirá preciosa — Opinó Claris.
— No hables, que me desconcentras — Chasqueó la lengua Raúl y Claris puso los ojos en blanco — Estoy visualizando tu cambio, mi amor, la idea es quitarte ese estilo adolescente, que te veas más mujer — Hizo un gesto con las manos para hacer énfasis — Al verte pensaré, es toda una diosa, una mujer con estilo y rebosante de elegancia, sensualidad y belleza, no solo yo lo pensaré, todos los hombres y mujeres que te vean también lo pensarán — Hizo otro gesto que me provocó risa — Junto a Cillian — Se llevó una mano al pecho — Ambos guapos y hermosos, serán la envidia de París, la pareja perfecta, fotos y más fotos, por todas partes, saldrás en revistas y en la televisión, todos dirán que hermosa es la prometida de Cillian Leroy y en mis manos, todo eso será posible.
— En nuestras manos — Aclaró Claris y Raúl elevó su barbilla.
— Empezemos ya. Quiero que te quites la ropa y vuelvas en un albornoz.
— ¿Y eso por qué?
Soltó un chasquido — No me cuestiones.
— Pero...
— Es para la depilación completa, el manicure pedicure — Dijo Claris, sin apartar la vista de su teléfono celular.
¿Depilación completa?
— Deja esa carita de trauma, quedarás divina — Raúl me dió una sonrisa.
Hice lo que me pidió.
Había una cama de masajes en una de las habitaciones, al parecer Cillian les dió instrucciones de ante mano y trasladaron todo hacia esa pequeña habitación.
Raúl me obligó a quitarme la bata, muy avergonzada me acosté sobre la cama, noté como preparaban la cera y la untaban primero en mis piernas.
Apreté los dientes al primer tirón, cuando llegó arriba.
— ¿Ahí también? — Pregunté avergonzada.
— Cillian ordenó una depilación completa.
— No, debe haber un error...
— Dijo que debía quitar cada vello de tu cuerpo, incluso el montecito — Señaló por debajo de mi abdomen.
— Eso no se verá, por favor.
— Cillian es muy exigente, sino sigo las instrucciones al pie de la letra, me ganaré un problema y vaya que es implacable cuando hacen las cosas mal.
Tuve que acceder.
Después de aquel suceso bochornoso me obligaron a sentarme en una silla de estilista, frente.
Lavaron mi cabello y lo dejaron cubierto por una toalla.
Empezó por mis cejas, con una pinza comenzó a sacar los vellos, tuve que soportar el dolor mientras trabajaba en ellas.
— Eres bella, así que ya no verás más estrellas, mi vida — Dijo mientras sacaba otro vello, me ardió todo el rostro — Debí traer ayudantes para acabar más rápido, pero Cillian es tan delicado. Ese niño es tan amargado.
— ¿De dónde lo conoce?
— Desde que empezó a codearse con las revistas más importantes, fui el encargado de prepararlo para muchas secciones de fotografía, pero claro, ese hombre no necesita ningún arreglo, solo unos retoques y ya, es una belleza, sino fuera hetero... — Suspiró y casi me río de nuevo — Tu mi querida niña eres muy afortunada de tener a un hombre así.
Si supiera que era pura apariencia y que ningún hombre como Cillian tomaría en serio a una chica como yo.
— Eso significa que lo conoce bastante.
— Dime ¿Quién conoce a ese hombre? A parte de que es millonario y guapo, no se sabe mucho de su vida privada — Dijo Claris, sentada en una mesa, organizando el maquillaje.
— Ella es su prometida, no hables así.
— No, está bien, es cierto que es muy reservado.
— Ves, ni siquiera ella lo conoce.
No quería que preguntaran nada relacionado con mi supuesta relación, no sabría que inventar.
— No nos pagan por chismosear — Cortó Raúl, sosteniendo mi barbilla con un poco de brusquedad.
Por suerte allí murió la conversación.
Después de depilarme las cejas me colocó una mascarilla y unas rodajas de pepinos en los ojos.
Siguió con mis uñas, las limaron y pintaron con barniz incoloro, mientras remojaba mis pies en agua de rosas.
Me sentía en las nubes que semejante trato, jamás imaginé que sería consentida y atendida de forma tan esmerada.
Mi jefe, era un buen jefe.
Sonreí de la emoción.
Esperé unos minutos y luego, me limpiaron el rostro.
Raúl quitó la toalla de mi cabello para empezar con el corte mientras yo comía.
— Haré un corte que haga resaltar las ondas, el corte recto no ayuda, así que eso hay que cambiarlo — Dijo, tomando su tijera después de peinar y dividirlo.
Tomó el primer mechón y lo cortó.
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Claris escogió un conjunto hermoso de mi armario, de trataba de un pantalón de vestir color beige, ajustado en la cintura y de ruedos rectos, me aconsejó combinarlo con un top de color blanco.
Me coloqué la ropa mientras me explicaba como usar cada prenda y como jugar con ellas.
Me costó entender, pero lentamente fui aprendiendo, me dió unas revistas de moda para que las leyera y viera las fotos, también me enseñó a aplicarme la fragancia, lo que si tomaría varias lecciones era el maquillaje, pero me aconsejó que debía usar uno sencillo para el día a día, también me dió otra revista sobre maquillaje y me recomendó varios tutoriales.
— Tu ropa combinará con estas sandalias — Dijo, sacando un par de color blanco también.
Las tomé y me senté en la pequeña butaca.
Me coloqué los tacones y me levanté con un poco de dificultad.
Ella buscó unos aretes pequeños.
— El toque final — Sonrió.
Caminé hacia el espejo, como me enseñó hace minutos atrás.
Todavía debía practicar.
Me coloqué los aretes frente al espejo y me observé.
Sorprendida por el cambio solté un jadeo.
— Eres hermosa, quedaste radiante — Aplaudió Raúl, orgulloso de su trabajo.
Observé mi cabello, las ondas rebeldes y hermosas caían en mis hombros.
Mis labios estaban maquillados de rosa, las pestañas estaban alargadas y las cejas bien peinadas y maquilladas también.
Mis párpados estaban delineados y mis pómulos con colorete.
— Gracias por todo — Dije a los dos.
La ropa era hermosa, me hacía ver esbelta y elegante.
No dejé de admirar mi reflejo.
— Cillian ya viene — Avisó Raúl, con el teléfono en su mano.
Mi estómago sufrió estragos.
Los nervios se alejaron.
Debía recordar las lecciones de Claris, postura firme, siempre segura.
Caminamos a la sala.
— Lo que no puede faltar — Raúl sacó una cortina — Para mayor impacto.
— ¿Y eso qué es?
— Debes esconderte detrás — Dijo Claris mientras extendían la sábana.
Me coloqué detrás, un poco emocionada.
Escuché como las puertas del ascensor se abrían.
— ¡Señor Cillian, bienvenido, como lo prometido es deuda, aquí está, la nueva y espectacular Claret Dubois! — Dijo Raúl, bastante dramático.
Apartaron la cortina.
Observé a Cillian, con expectativa.
Su rostro siguió igual, sin mostrar ninguna impresión, recorrió sus ojos por mi vestimenta solo por unos segundos.
No hubo ninguna muestra de asombro.
— ¿Qué le parece, Señor Cillian? — Preguntó Raúl, ante su falta de respuesta, el estilista se acercó y colocó sus manos en mis hombros — ¿No le parece una belleza su prometida?
— Claro, está bonita — Dijo, con la misma seriedad y sentí una decepción que no comprendí — Acompañenme, firmaré los cheques — Se alejó por el pasillo.
Claris y Raúl se observaron extrañados.
— ¿A caso no le gustó?
Claris aclaró su garganta — Si le gustó, supongo que debe estar ocupado — Intentó hacerme sentir mejor con eso.
— Claro, Claret, fue un placer, supongo que nos estaremos viendo, eres una hermosura — Dijo Raúl, tomando mis manos.
— Gracias.
— Si, quedaste fabulosa — Claris me dió un beso en la mejilla.
Ambos se alejaron para seguir a Cillian.
Observé hacia la ventana, ignorando el nudo en mi garganta.
Solo era su empleada, por eso no hubo ninguna reacción de su parte.
¿En qué estaba pensando al creer que lo vería impresionado con mi cambio?
Debía recordar que solo era mi jefe y no confundir las cosas.
Decidí volver a mi habitación.