una masacre, una venganza, dos corazones que se enamoran y dos países capaces de todo para destruirse.
¿que pasaría si tienes frente a ti a quien mato a tu madre? ¿qué pasaría si tienes que aliarte con alguien para vengar a toda tu familia muerta? ¿podrá el amor que sienten ser más fuerte que el odio que los rodea?
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capitulo 13
El lugar era un completo desastre, los bomberos tardaron casi una hora en apagar el maldito incendio y todo se dio tan rápido que ni siquiera pueda recordar que mierda fue lo que paso.
Flashback.
Rumi, Rumi- el grito de la moza nos sacó a todos de nuestros puestos de trabajo.
Los 3 salimos corriendo al salón comedor, obviamente agarre la cuchilla qué estaba usando. Todos salían corriendo, qué mierda estaba pasando, pero no terminé de pensar eso cuando un disparo me confirmó el porqué todos salían despavoridos del lugar. La reunión seguro había salido mal y se estaban matando arriba, no terminé de buscar a Rumi con la mirada cuando de repente un cuerpo cayó por la barandilla del primer piso frente a nosotros. El grito ensordecedor de dos mozas me dejó pitando los oídos, pero una de ellas cayó al piso cuando el sonido de otro disparo se escuchó, el charco de sangre se formaba debajo de la joven mujer.
Salgan ya- el grito de Rumi me saco de mi estado. Agarre la mano de la otra moza y estábamos a punto de salir cuando 6 hombres ingresaron en el lugar con ametralladoras.
Mi primer impulso fue el de tirar a la chica por debajo de una mesa qué por suerte no se había dado vuelta y el segundo fue el de agarrar bien fuerte la cuchilla qué usaría como defensa, pero no llegue a hacer nada por qué mi compañero de cocina me tomo por la cintura y me pego muy fuerte a la pared.
Ellos pertenecen a la Yakuza, son aliados del que está arriba, nosotros no somos sus enemigos- solo asentí, no conteste nada a todo lo que se formaba en mi cabeza.
De reojo podía ver que Rumi también se había pegado a la pared y la chica seguía debajo de la mesa, los otros mozos menos la que estaba muerta obvio, de seguro habían salido corriendo junto con los comensales. Sentí unas fuertes pisadas que provenían de las escaleras qué estaban en la pared de enfrente, pero el cuerpo de mi compañero me prohibía ver algo. Lo que si note, es que los que habían entrado estaban con una rodilla en el piso.
Lamento lo ocurrido en tu restaurante- escuché que le decía a Rumi, quien seguía tenso contra la pared -te dejaré un maletín con dinero por los inconvenientes-
imbécil- mascullé bajo, bueno quizás no tan bajo.
¿qué dijiste?- tan pronto como escuché la pregunta, sentí qué mi compañero era jalado hacia un costado, dejándome al descubierto. Me di vuelta con la cabeza a gachas como siempre me había dicho Nana qué tenía qué hacer si me cruzaba con alguien.
No dije nada- la voz ni siquiera me salía inocente por toda la rabia que me comía por dentro.
Levanta la cabeza y mírame a los ojos, quiero que repitas lo que me dijiste- su voz era gruesa y podía ver sus piernas y en una de las manos qué estaba a su costado portaba un arma.
Levante mi cabeza y lo mire directamente a los ojos, debía tener la misma edad que Yoriko y Rumi, su camisa blanca tenía manchas de sangre qué comenzaba su recorrido en alguna parte de su cabeza y caía por su rostro, sus ojos negros no demostraban ningún sentimiento, parecía muerto en vida.
Estás herido- mi preocupación hizo a un lado mi desafío, intente alzar la mano hacia su corte, pero un golpe de sus dedos en ella me freno y de nuevo recordé que era lo que iba a decirle -dije que eres un...- no terminé de decir nada por qué una explosión vino de la cocina seguida de una fuerte llamarada.
Salgan todos, nunca cerramos las hornallas- dijo Rumi agarrando a la chica que estaba muerta en el piso, mire de golpe al idiota frente a mí y él no me corría la mirada, me empecé a sentir incómoda.
lo empujé sin preocuparme por quien mierda sea o se crea ser, tome a la chica que aún seguía paralizada de abajo de la mesa y salimos juntos con todos los de seguridad del mono feo, una vez fuera y mientras escuchábamos que las sirenas de los bomberos se acercaban, la explosión fue inminente. Por suerte ya estábamos todos lejos, aunque él volar de las cosas hizo que nos tuviésemos qué agachar para cubrirnos.
Entre tanta conmoción, me olvide del imbécil, prepotente y arrogante Yakuza, busque con la mirada a Rumi y lo encontré justo hablando con el diablo qué en un momento apunto hacia donde estaba yo y por primera vez en mis 18 años sentí un escalofrío recorrer toda mi espalda.
Fin del flashback.
¿Están bien?- un chico vestido muy parecido a los de seguridad del imbécil se había acercado a nosotros, mientras yo seguía mirando la conversación entre más mi Jefe y el tonto.
Si- conteste sin muchos ánimos al igual que mis compañeros.
Pues, deberías hacerte ver ese corte- dijo señalando mi brazo, ni siquiera me había dado cuenta de que llevaba un corte bastante profundo que ya había manchado toda mi camisa blanca.
sí, iré a que me vean- dije dejando a mis compañeros y acercándome a la ambulancia que había llegado por las dudas.
Te acompaño- dijo el joven parándose a mi lado.
No es necesario, no necesito perro faldero- le dije alejándome lo más rápido posible.
Pues mi jefe quiere que me asegure de que están bien- dijo pasando su mano por su pelo.
¿Como mi compañera que murió? Que considerado- el sarcasmo era inevitable, lo había heredado de madre.
Mi jefe no es culpable de eso, el disparo salió del otro bando- quiso justificarse, pero aún estaba enojada.
Hagamos una cosa, le dices que estoy bien y te vas- le dije parándome en seco antes de llegar al paramédico.
¿Tu nombre?- volteé a verlo con mi mejor cara de enojo.
No te importa- escupí.
Deberé averiguarlo- dijo sonriéndome, pero conocía perfectamente esa sonrisa, era sádica las mismas que yo daba antes de matar a alguien.
No te incumbe- dije intentando cruzar mis brazos cuando una mueca de dolor cruzó mi cara, hasta ahora ni sabía que tenía esa herida, pero dolía bastante.
A mí no, pero a mi jefe si- su rostro se puso serio de golpe y se acercó lentamente a mí -tu agarre con la cuchilla fue excelente- susurro en mi oído. Doy gracias a todos los dioses que madre me había enseñado a ocultar mis sentimientos, porque de haberme tensado le habría dado exactamente lo que quería.
Vete- mi mirada era indescifrable. La cara de póquer qué había perfeccionado desde mis 8 años era malditamente perfecta.
Voltee y me acerque al médico para que me revisara, en cuanto estuve vendada mire todo el desastroso lugar y comencé a caminar hasta mi casa, al final iría en la bicicleta a buscar a mi pequeña hermana. Mierda.