LOCO AMOR (La Historia De Selig Cuddyer)

Narradora.

Luego de informar a Selig, la pequeña visita realizada a Eleonor, el nombrado estalló de la rabia y comenzó a reclamarle el meterse en lo que no le importaba y remarcando que él no necesitaba de ella.

Ante la insistencia de la mujer, la empujó con fuerza contra la pared y sujetó sus manos impidendole escapar.

—Escuchame con atención, en unos pocos días saldré de este lugar y para cuando eso pasé, iré a recuperar a mi esposa y empezar una vida lejos de todo —dijo con dureza —por ello no necesito que vengas aquí cuando ni siquiera te llamé.

—Solo quiero ayudarte —respondió Mar, notando la dura mirada de Selig.

—No necesito tu maldita ayuda —añadió soltándola y dandole un leve empujón para que se fuera, consiguiendo con ello que cayera al piso.

No importaba si detestaba a la mujer frente a él, pero después de verla caer y oír su queja de dolor, no pudo hacer más que acercarse y ayudarla a ponerse de pie.

—Lo siento, no era mi intención lastimarte pero... —suspira —en verdad agradezco tu generosidad, pero es molesto que alguien se meta en la vida de los demás cuando no quiere ayuda, por ello espero que entiendas que no deseo nada de ti.

—Comprendo —respondió con resignación, haciendo doler extrañamente el corazón de Selig —pero pese a ello —saca una pequeña tarjeta y la coloca en sus manos —puedes buscarme una vez estés fuera —finalizó, tomando nuevamente su maletin y saliendo con la mirada del hombre sobre su espalda.

Selig, quien había quedado pensativo ante las palabras de la mujer, decide bajar su mirada y enfocarla en esa pequeña tarjeta que contenía una dirección, número y el nombre completo "Marisol London".

—¿Marisol? —se preguntó, dejando crecer una pequeña ilusión que rápidamente fué esfumada junto a una negación —. Ella no es ni parecida a ti, mi amor.

Mientras tanto, la hermosa mujer llegó a su carro y empezó a llorar por el agravio recibido por parte de Selig, el hombre a quien amaba con locura.

Si bien su actitud ya la veía venir, el recibir mal trato en lugar de esas caricias que le daba anteriormente la llevo a sentirse abatida, con ganas de volver y gritarle a la cara que ella era la mujer a la cual él esperaba y amaba locamente.

—Señora...

—¿Quien es la mujer que está ayudándole?

—Vanessa Price —respondió dejando sorprendida a Mar, pues recordaba a la hermana menor de su rival —está buscando información sobre la ex esposa del señor Cuddyer y...

—Ayudala, dale toda la información —respondí —que sepa por ella que Megan Lowens, está a punto de casarse nuevamente.

Y sin añadir alguna palabra más, se apoyó sobre el respaldo del asiento y suspiró cansada, sabiendo que su amor no regresaría a ella.

"Lo siento tanto, mi Selig".

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Marisol.

Un mes entero pasó desde mi última visita a Selig, uno en el cual supe que salió de prisión y corrió como loco en busca de su ex esposa, algo que seguía causando tristeza en mi corazón.

Decidí retomar mis consultas y seguir atendiendo a mis pacientes, buscar en ellos el entretenimiento para despejar mi mente.

—No entendía bien por que actuaba de esa manera y entonces comprendí que quizas el del problema era yo —contó mi paciente y asentí a sus palabras.

—¿Y como se siente con eso? —pregunté —porque no es fácil admitir que el error es de uno mismo.

—Supongo que me senti más libre, aunque eso no solucionó el problema —contestó y asentí —. Doctora —se sienta y me observa —¿Usted cree que tendré la posibilidad de remediar el daño causado?

Sus palabras quedaron pegadas en mi cabeza y sumiendome en mis pensamientos nuevamente, llevándome a preguntarme exactamente lo mismo.

¿ Él me perdonaría por no llegar y decirle la verdad de los hechos? ¿Será tarde para contar mi parte de la historia?

—¿Doctora?

Antes de que mis palabras salieran, la puerta es abierta abruptamente dejándome ver al hombre de mis pensamientos parado allí y mi secretaria detrás de él.

—Tu sesión acabo, ahora es mi turno —dijo a mi paciente, indicándole que saliera.

Éste otro volteó a verme y sólo asentí, prometiendo que adelantaría su próxima consulta.

Una vez todos fuera dirigí la mirada a Selig, quien ya se encontraba recostado en el sofá.

—¿No dijo que..?

—Siempre esperé su regreso, pero ella no volvió por más años que pasaran —contó y lo observe sin decí nada —al principio creí que quizás hice algo que la lastimara y por ello decidió alejarse pero... No, es imposible que la dañara de alguna manera, la amaba con toda mi alma.

—¿Ya no la ama? —pregunté y él giro a verme con sus hermosos ojos teñidos de lágrimas.

—¿Cree que es momento de dejarla ir y empezar de cero? —indagó y pensé bien en las siguientes palabras a utilizar.

—¿Que pasaría si nada es como usted lo cree? ¿Si en lugar de irse con alguien más como piensa, sólo pasó por algo terrible?

—¿Qué cosa sería terrible? —preguntó y suspire.

—Quizás un secuestro o... Un accidente —añadí y la duda volvió a escribirse en sus ojos —no puedo decirte si debes o no renunciar a ese amor que sentiste o sientes por ella, pero si sirve de algo, me gustaría que te enfoques en tu propio bienestar y puedas marcar la diferencia de tu pasado y presente.

—Dañé a una inocente mujer sólo por el rencor de mi pasado, por no querer oír un "se terminó" —contestó, comenzando a llorar como niño sin consuelo —. No quiero olvidarla porque con ella viví mi primer amor pero... ¿Y si para ella no fui lo mismo? ¿Si jamás llegó a amarme como yo a ella?

—Es lo que te atormenta y la razón por la cual no la buscas, tu miedo a escuchar lo que no quieres —afirmé y el asintió llorando con más dolor.

"Mi Selig, ¿Como podría no amarte? Si junto a ti tengo la mejor historia. "